EL GRUPO MALEFICO Y EL COMPLOT CONTRA MEXICO
HERMANDAND DE LA MUERTE
Vetado por el Partido Acción Nacional, hasta hace unos días el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz Martínez, pudo integrarse a la Junta de Gobierno del Instituto de Protección al Ahorro Bancario (IPAB). El sudoroso funcionario fue exonerado y confirmado en Banxico por el foxiato a instancias del Banco Mundial (BM) y del Fondo Monetario Internacional (FMI). Seguramente, entre sus méritos estuvo su participación, durante las primeras semanas de 1994, en la maquinación del Error de diciembre que desembocó en el pavoroso Fobaproa. Era entonces subsecretario de Hacienda.
Cartens: De peso completo.
Ahora que se le arma gabinete a Felipe Calderón Hinojosa, uno de los nombres que en forma recurrente se menciona para ocupar la Secretaría de Hacienda y Crédito Público es el del doctor Agustín Cartens Cartens, quien en 2000 fue integrado a esa dependencia por Francisco Gil Díaz. Ambos son egresados del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y Chicago boys calados. Su carrera, como la de otros itamitas pasó por Banxico, pero ha servido en dos temporadas al FMI, la actual en calidad de segundo de abordo. No sería gratuito que sea el FMI la mano que mueve la cuna del robusto candidato. Serán muchas sus prendas, pero en su debe está la desaparición del Banco Nacional de Crédito Rural -para acelerar la descapitalización del campo mexicano-, sustituyéndolo con una carabina de Ambrosio llamada Financiera Rural, para cuyo lanzamiento se echó mano a más de 20 mil millones de pesos de la llamada Cuenta Concentradora de Fondos de Retiro, donde se depositaron despojos a los trabajadores. En otra de sus criaturas, la Sociedad Hipotecaria Federal, colocó a Guillermo Babatz, obviamente del ITAM.
“Hemos señalado que la escasez de combustibles fósiles, tema cuya real dimensión aún se mantiene en secreto, impediría por completo un crecimiento global sostenible a ritmo suficiente para mejorar el nivel de vida de la población mundial, y poder igualar los ingresos de las masas ‘hacia arriba?. Por lo tanto, la élite lo va intentar, seguramente, ‘hacia abajo’. Los recientes sucesos de devaluación. default, conversión forzada de las deudas y miseria acaecidos en los noventa y a inicios del nuevo milenio en muchos países pueden dar una idea de lo que significa igualar ‘hacia abajo’.
“La Orden ha logrado hasta ahora permanecer casi en absoluto secreto. En los primeros 150 años de su existencia en la Universidad de Yale no se escribió ningún libro acerca de la existencia de este grupo minúsculo y sólo aparecieron dos artículos periodísticos aislados, de los cuales se tenga noticia. El investigador Antony Sutton estaba trabajando acerca de hechos muy llamativos. Había descubierto cómo Wall Street financió la revolución bolchevique y la caída del zarismo en Rusia, y poco más tarde estaba financiando nada menos que al peor enemigo: a Hitler. No sólo la élite financiaba extremos tan opuestos como a Lenin y a Hitler, sino que además vendía a ambos lo que necesitaban para desarrollarse y convertirse en mortales enemigos entre sí. A Hitler le vendían materias primas de las cuales Alemania carecía y además le ayudaba a desarrollar, como hemos visto, combustible sintético, del que Hitler no disponía. A la Rusia soviética, en cambio, se le vendían armas y tecnología de punta comparable con la alemana y la norteamericana.
11 MILLONES DE PARIAS
GATILLEROS CONTRA MEXICO
POR ABRAHAM GARCÍA IBARRA
(Exclusivo para Voces del Periodista)
¿Y yo, por qué? es la exclamación más resonante, casi una onomatopeya, que se subraya en el inventario de incoherencias insólitas de entre las que se podrían esperar de un jefe de Estado de cuya lucidez no se dude. Es el santo y seña que marcó la percepción pública sobre el desconcertante y peligroso estado sicológico del presidente Vicente Fox, no sólo en el momento en que la expectoró. Antes y después de ese penoso incidente, frente a situaciones de tensión externa, el mandatario había dado señales de que su estado emocional e intelectual no era el idóneo para un conductor de instituciones políticas, oficio no apto para no iniciados. Todavía en septiembre, y sobre todo frente a la crisis de Oaxaca, algunos comentaristas recordaron aquella pasmada expresión que condensa el instinto de evasión ante la amenaza de riesgos que se sienten fuera de control.
Lo trágico de ese suceso es que, como manifestación de la propensión al relajo, producto del subdesarrollo cívico y político -que hace motivo de carcajada el accidente de un anciano o un niño-, se le haya remitido a la picaresca mexicana como un dato anecdótico, que aun sedicentes analistas políticos reputados de juiciosos, retoman en sucesivas ocasiones revistiéndolo de “estilo personal” de quien ha disimulado su irresponsabilidad bajo la supuesta intención de desolemnizar, de desacralizar la imagen presidencial, cuando la realidad nos trasmite, más que la sensación, la convicción de que la res pública ha sido embarcada en la nave de los locos.
No sorprende que, cuando la gracia del beneficio de la duda ha caducado, algunas agencias encuestadoras -que por ese solo hecho se colocan bajo sospecha- sigan reportando hasta hace poco, para su difusión en los medios televisivos, resultados que hablan del alto puntaje de aceptación popular que tendría Fox, sin compadecerse de la evidente y recurrente reprobación en la mayoría de los temas de la agenda gubernamental, contenida en esos mismos reportes.
El siniestro Salinas.
Propio de nuestra incultura, o de la subcultura electrónica, que a la menor provocación nos dispara a la chunga -a diferencia de la seriedad con la que, por ejemplo, los estadunidenses ordinarios tomaban la consulta a ciertos astrólogos por el “gran comunicador” Ronald Reagan para la toma de graves decisiones de Estado-, sobran mexicanos que se divierten con la broma de que el presidente Fox, quien recientemente ha confesado que sus ídolos favoritos son los personajes de Chespirito, se inspira en los consejos de Amira, Walter Mercado o el vernáculo Jorge Flores, para “resolver” cuestiones de gobierno.
Zédillo: superó a su antecesor.
Esa inane pero degradante estampa de la pugna por el poder y del ejercicio de la función pública, como si éstos imperativos históricos fueran meras ocurrencias individuales, se asocia al cuento aldeano de que allá, a fines de los noventa, un selecto círculo de colaboradores y amigos -como en la novela costumbrista Maten al León, del guanajuatense Jorge Ibargüengoitia-, se conjuró en un ignorado rancho de cierto estado, para hacer de un siempre paseante gobernador, el Presidente de 100 millones de mexicanos y administrador de la entonces novena economía del mundo.
Lo inaudito de ese cuento en torno a un simpático individuo que había terminado “destripado” en una entonces prestigiada universidad privada, ex burócrata de la Coca Cola, no pocas veces castigado por sus patrones a causa su ineficiencia; empresario fallido y diputado bufón, -cuya madre sostenía: “¡No creo que sea Presidente!”-, es que haya sido tomada a título de fe por conspicuos intelectuales, a no ser porqué, en su obcecación por “echar a patadas al PRI de Los Pinos”, se prestaron a dar por verídica aquella historieta como principio de una nueva era en la que los mexicanos hallarían el paraíso en el que la leche y la miel manarían como revelación de la tierra prometida, según interesada oferta mercadotécnica.
Si hubiera de concederse verosimilitud a aquella rosada fantasía, tendría que admitirse, a priori, que el proceso de construcción de la democracia mexicana carecía, hasta 2000, de fundamentos históricos o, peor aún, que, por la falta de olfato, aptitudes y experiencias democráticas, el ascenso de Vicente Fox a la más alta magistratura de la República se basó en una ficción “democrática”, cuya formulación y concreción fueron maquinadas por una superestructura que posee poderes fácticos, capaces de someter a un sistema político erosionado y debilitado por su corrupción, y tambaleante por su inoperancia, y de humillar la voluntad de un pueblo excluido deliberadamente de la participación en la formación de los poderes públicos.
En esa lógica, objetivamente demostrable, tendría que concluirse que las elecciones presidenciales de 2006 siguieron el mismo libreto, y que los actores estelares de la contienda jugaron a valores entendidos sobre resultados absolutamente previsibles, según los intereses que, desde lo alto y desde cenáculos exteriores suficientemente identificados, lubricaron la maquinaria burocrática y el aparato mediático para darle formalidad aritmética y “legalista” aparente a dicha perversa ficción, cuyo leitmotiv es la continuidad del modelo neoliberal, hasta implantarlo como un estilo de vida pretendidamente irreversible.
El FMI tira línea al Presidente electo
En su revisión anual que hace de la economía de 184 países del mundo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) instruyó al Presidente electo de México, Felipe Calderón Hinojosa, proceder a reformar la estructura de gobierno de Petróleos Mexicanos y a la apertura de esa industria a la inversión privada.
Calderón recibe lineas
Esas “recomendaciones” están contenidas en una serie de “reformas estructurales que eliminen obstáculos al crecimiento y consoliden la estabilidad macroeconómica”. Es la misma gata, sin revolcar, que el FMI ha endosado a los gobiernos tecnocráticos de factura neoliberal de los últimos 25 años. No falta, por supuesto, la propuesta de reforma fiscal en la que se subrayan los riesgos de la dependencia de la hacienda pública de los ingresos petroleros ante el descenso de los precios o la baja de producción. Y la advertencia de un foco rojo: el vertiginoso disparo (45 por ciento en los dos últimos años) del crédito a los hogares. ¿Se anuncia un nuevo fobaproa?
¿Conspiración o espontaneismo?
Cuando, movido por presiones externas, más que por una voluntaria aceptación de la imprescindibilidad de los cambios, el sistema político mexicano fue forzado a su revisión hace casi tres décadas, dos objetivos fueron claros: 1) desplazar al Estado como factotum de la economía y del desarrollo nacional, según mandato del derecho revolucionario y 2) para cumplir este fin, era de urgente y obvia resolución arrancar de raíz la clase política que durante más de medio siglo había controlado los hilos del poder. Dos objetivos y una sola coartada: insertar a México en el cuadro de los países democráticos.
La estrategia para cumplir esos fines, sin reparo en escrúpulos moraloides, se basaría en una inspiración y un plan de acción de factura made in USA. Si se nos permite la licencia, diríamos que la inspiración viene de un memorando de vieja data, hecho llegar al despacho oval de la Casa Blanca al presidente Warren G. Harding (1920-1922. Un mortal infarto cardiaco le permitió eludir el juicio político por corrupción) precisamente cuando, en ocasión de la ofensiva de los intereses petroleros contra México para que derogara la Constitución del 17, el senador Albert B. Fall exigió la aplicación la doctrina Mackinley, consistente en la movilización las fuerzas armadas estadunidenses de ocupación para lograr ese objetivo.
Aquel texto -casualmente coincidente con el calendario de las negociaciones de los Tratados de Bucareli- tenía un tono disuasivo respecto de la pretensión de Fall, recomendando en cambio adoptar una visión de largo plazo: no gastar un solo dólar en una agresión militar contra México. Bastará, decía palabras más, palabras menos, con reclutar a ambiciosos jóvenes mexicanos para que en las universidades estadunidenses se les imbuya el modo de vida americano, ellos se encargarán por si solos de cumplir con creces los designios de la voluntad imperial. Brujos.
Téllez: para servír a Carlyle
A manera de entremés, permítasenos un ejercicio memorioso: En diciembre de 1964 abortó el Proyecto Camelot confeccionado por la Oficina de Investigación de Operaciones Especiales del Ejército de los Estados Unidos. Su objetivo: “La determinación del desarrollo de un modelo general de los sistemas sociales, que permita pronosticar algunos aspectos del cambio social en los países en desarrollo del mundo, e influir políticamente en ellos”. Más concretamente: Primero, elaborar procedimientos para la evaluación de la potencialidad de la guerra interna dentro de las sociedades nacionales; segundo, identificar con grados de confianza cada vez mayores las acciones que un gobierno podría emprender para moderar las condiciones que se consideren propicias para una guerra interna y, por último, evaluar la determinación de las características de un sistema para la obtención y el uso de la información esencial para ejecutar las acciones mencionadas...”.
El financiamiento de ese proyecto correría a cargo del Ejército y el Departamento de la Defensa (USA). De inmediato, su orientación geográfica se centraría en los países latinoamericanos. Aunque en la lista de “países modelo” para el estudio de las revoluciones y de los golpes de Estado se señalaba a Argentina, Guatemala, Venezuela, Bolivia, Colombia, Cuba, El Salvador, la República Dominicana, Perú y Brasil, como casos especiales se marcaban México y Paraguay. Curiosamente, aunque en la lista no se nombraba a Chile, fue ahí donde una infidencia provocó el escándalo en torno al proyecto.
El escándalo fue motivado por la intención de poner al servicio de fines militares los hallazgos de la ciencia social y complementariamente la sicología, lo cual es obvio en tratándose de las fuerzas armadas, pero la indignación académica se generó por el descubrimiento de que no pocas universidades ya se encontraban comprometidas con la colaboración científica a esas pretensiones y desde sus recintos se lanzaba una estrategia para el reclutamiento de agentes en establecimientos extranjeros.
Gíl Díaz Citigroup.
En su análisis de aquella iniciativa, el historiador estadunidense Irving Louis Horowitz, plantea este enfoque: “Si se me permite una analogía, y si se me perdona, en vista de los puntos que todavía están por discutirse, hay cierto sentido en que un criminólogo se dedica a la liquidación del crimen, y no sólo al encarcelamiento de los criminales. ¿ Que trataban de liquidar los hombres del Camelot?¿Era el conflicto, en general? ¿Eran los movimientos de contrainsurgencia?¿Eran las revoluciones dirigidas por los comunistas?¿Era la fuente social del descontento?¿Se formularía alguna recomendación que criticara a los militares como fomentadores del descontento (sobre todo en América Latina)? En suma, el predominio de un enfoque de ‘sistemas’ sobre ujn enfoque de ‘problemas’ condujo a exageradas técnicas de construcción de modelos, que oscurecían las cuestiones, en vez de aclararlas. Muchos de los académicos del Camelot llegaron a esta misma conclusión”.
Fue el Departamento de Estado, celoso de su titularidad en materia de relaciones exteriores, un factor de la crisis que puso puntos suspensivos al proyecto, pero ¿ese freno evitó que otros aparatos de inteligencia civiles de los Estados Unidos asumieran ese tipo de estrategias para hacerse de la colaboración de las universidades latinoamericanas como espacios de espionaje social y político, e incluso de diseños económicos?
Por lo menos en México, caso especial, en el tiempo transcurrido desde el Camelot, y sobre todo en la era tecnocrática, se han estrechado los vínculos de las Fuerzas Armadas con El Pentágono, y se ha registrado una intensa proliferación de universidades y tecnológicos privados. Ahora mismo, la expansiva y temible Carlyle -en cuyo directorio destaca el ex presidente George Bush padre y en nuestro país es representada por el salinista-zedillista Luis Téllez Kuenzler- anda a la caza de esos centros de estudio superior particulares.
Generación del cambio
Semanas antes de morir, el ex procurador General de la República y ex gobernador de Chihuahua, Oscar Sánchez Flores, nos comentó que el ex presidente José López Portillo (1972-1982) durante su mandato le recomendó una investigación sobre la autenticidad de “los títulos de postgrado”, sobre todo de instituciones extranjeras, blasonados como prueba “de excelencia” por infinidad de funcionarios del sector público. Sánchez Flores encontró que buena parte de esos papeles eran simples diplomas probatorios de algunos cursos especializados, y había quienes no había pasado del requisito de inscripción.
Estábamos en los umbrales del vertiginoso posicionamiento de los tecnócratas en la dirección de los asuntos gubernamentales, que pretendían los mejores cargos en la Secretaría de Programación y Presupuesto (SPP) de reciente creación y en otros entes que vinieron a inflar la nómina pública, disparando el gasto corriente de la administración federal. Nunca se supo a ciencia cierta qué uso habría de hacer de los resultados de esa indagatoria el ex presidente que terminó execrado por la expropiación bancaria. Años después cobraría celebridad el guanajuatense Fausto Alzati -Falzati lo motejaron en consecuencia- Araiza, quien, al ser designado por Ernesto Zedillo secretario de Educación, exhibió títulos falsos de maestría y doctorado por la Universidad de Harvard. Desde entonces fue corriente que no pocos altos burócratas con obligada humildad aclararan que en sus curriculas incluían “estudios” en tal o cual institución, “pero no títulos” de ningún grado.
Aspe, de burócrata a magnata.
Hacia 1988-1994 -periodo del fraudulento Carlos Salinas de Gortari- sin embargo, en el Diccionario Biográfico del Gobierno Mexicano empezaron a aparecer, en un listado de mil 162 funcionarios de primer rango, al menos 25 confesos de extranjería; comenzaron a hacerse notar y sentir los egresados de centros de estudios superiores privados “nacionales”, algunos de corte confesional, como el Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresas (IPADE/ Opus Dei), Universidad Panamericana/ Opus Dei, Universidad La Salle (de la Orden de los Maristas), Universidad Iberoamericana (Orden de los Jesuitas), Universidad Anáhuac (Legionarios de Cristo), Universidad Autónoma de Guadalajara (Tecos), Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (Grupo Monterrey/ Nostro grupo), etcétera.
Ostentando títulos de licenciados, maestros y doctores por instituciones extranjeras, preferentemente en la carrera de Economía, recuperamos un registro de 425 funcionarios, predominando por extracción académica las de Estados Unidos (288), y de entre éstas Harvard (39), Stanford (29), Chicago (23) Yale (13) y el Instituto Tecnológico de Massachussets (ITM/siete). Desde luego, los harvadianos más conspicuos: Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari y José Ángel Gurría Treviño (¿Merecerían que se les reconozca esa alcurnia Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa?) . De Stanford, Guillermo Ortiz Martínez. De Chicago, Francisco Gil Díaz. De Yale, Ernesto Zedillo Ponce de León. Del ITM, Pedro Aspe Armella.
Como dato meramente alegórico -curémonos en salud frente a la sospecha de xenofobia-, encontraremos que en esa época las participaciones matrimoniales empezaron a registrar nombres de difícil pronunciación para quienes no dominen idiomas extranjeros.
Para efectos de esta entrega, como lo subrayaremos más adelante, importa destacar de entre las instituciones mexicanas el ITAM y algunos de sus productos: Gustavo Petricioli Iturbide, Miguel Mancera Aguayo (su hijo Carlos siguió la misma ruta académica), Pedro Aspe Armella, el ya mencionado Gil Díaz, Luis Manuel Enrique Téllez Kuenzler, Jaime Enrique Zabludosky Kuper, el parisino Jaques Rogozinsky Shtulman y Carlos Enrique Sales Gasque.
Rogozinsky, El parisino
Los citados itamitas, escalaron el escalafón de la burocracia a partir de algunas tareas en la Presidencia de la República, en Banco de México, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y sus órganos desconcentrados, y la Secretaría de Programación y Presupuesto. Petricioli Iturbide fue titular de la SHCP, después de haber sido presidente de la Comisión Nacional de Valores; Mancera Aguayo tuvo a su cargo el Banco de México -en el que recorrió los diversos escalones- durante más de una década, apenas interrumpida por su renuncia, iracundo por la expropiación bancaria. Como sabemos, Aspe Armella y Gil Díaz llegaron también a la titularidad de la SHCP (y ya son tres). Téllez Kuenzler alcanzó la Secretaría de Energía y Minas. Zabludosky, fue jefe de la Oficina de Negociación del original y leonino Tratado de Libre Comercio (TLC), Rogozinsky fue jefe de la Unidad de Desincorporación (privatización) de empresas públicas de la SHCP, y Sales Gasque alcanzó la subsecretaría de Hacienda.
En el proceso de implantación del modelo neoliberal, esos personajes instituyeron lo que con sobrada razón se puede identificar como La dictadura crematística, y a lo largo de su gestión transexenal fueron protagonistas estelares del espantoso crack de la Bolsa Mexicana de Valores en 1987 (Petricioli había tenido un ensayo en 1979), la venta de cochera de empresas estratégicas del Estado interventor, la privatización y extranjerización de la banca mexicana, la privatización de la propiedad social de la tierra (Téllez Kuenzler contrató los servicios de un chileno ex asesor de Augusto Pinochet para armar la contrarreforma del artículo 27 constitucional), la firma del TLC, la contrarreforma al artículo 82 de la Constitución para facilitar el acceso de hijos de extranjeros a la Presidencia de la República, la restauración de privilegios al clero político, la obra de zapa para la desnacionalización del sector energético, etcétera.
Pero hay un dato de suyo espeluznante: Por lo menos las figuras más prominente de la secta de Los itamitas, desde luego Petricioli y Mancera Aguayo, pasaron por las aulas de la Universidad de Yale (USA), misma que fue alma mater del ex politécnico Ernesto Zedillo y del secretario de Hacienda Error de diciembre deliberadamente maquinado, Jaime José Serra Puche. Por supuesto que hay otros itamitas en los archivos de Yale, no por menos relevantes menos peligrosos. No pocos de ellos, casualmente, fueron becados por nuestras instituciones gubernamentales.
A partir del todavía impune homicidio industrial de la mina de Pasta de Conchos, Coahuila, explotación del Grupo México, revelaciones recientes descubren detrás de la escena a la trasnacional Carlyle como importante accionista de aquel corporativo, del que se identifica como personero en México al ex secretario de Energía y Minas, Téllez Kuenzler. Asimismo se ubica a Juan Rebolledo Gout, ex colaborador del ex secretario de Relaciones Exteriores y de Hacienda Gurría Treviño. Menos visible, pero también mencionado en los directorios de la siniestra trasnacional es Serra Puche. Hay evidencias de que, después de su derrota frente a Bill Clinton, George Bush padre se integró a la nómina de Carlyle. Para mayores datos sobre este complejo, nuestros colegas Juan Ramón Jiménez de León y Alfredo Jalife-Rahme nos han ofrecido valiosas revelaciones en estas mismas páginas.
La última referencia nos regresa a la Universidad de Yale, para retomar algunos nortes sobre la fundación en ese plantel, en 1833, de la orden secreta llamada Skull & Bones (Calaveras y huesos o “Hermandad de la Muerte”). En el ensayo Hitler ganó la guerra, su autor, Walter Graciano, nos da estas pistas: Su emblema es una calavera y dos huesos cruzados al estilo de la bandera pirata y se la considera una reproducción de los Illuminati de Baviera. “Diremos que esta sociedad (Calaveras y huesos) tiene creencias paganas y una filosofía moral pragmática. El pragmatismo moral les induce a pensar que aun el más aberrante hecho puede ser cometido si los fines perseguidos se encuentran más cercanos. Este relativismo ético no debe resultar llamativo, dado que se basa en la idea racista típica de las élites, en el sentido de creerse superiores a los demás.
Los Bush: Hechos para el crímen.
“La igualdad de derechos, expresada tanto en el cristianismo como en los aparatos jurídicos de una vasta mayoría de países, no sería para la élite anglo-norteamericana más un espejismo en cual es necesario que las masas crean, a fin de que su poder no sea disputado. Tan antirreligioso es el pensamiento de los miembros de La Orden, que en sus documentos internos no cuentan el calendario desde el nacimiento de Cristo, sino desde Demóstenes, uno de los mayores y mejores oradores que tuvo la Grecia clásica.
“El rechazo de preceptos morales les permite a los miembros de La Orden actuar con total soltura y falta de escrúpulos ante cualquier obstáculo que se ponga en su camino. La vida y la muerte de millones de personas en sangrientas guerras, revoluciones y epidemias no es para los miembros de La Orden un obstáculo para lograr su cometido, su objetivo final. La globalización es, entonces, un estadio previo, pero muy cercano, al tipo de sociedad que resulta apetecible al paladar de estas aristocracias. Una sociedad sólo de dos clases sociales, los miembros de la élite, liderados por La Orden, y los demás, las masas, igualados lo más posible, casi indiferenciados.
AGUSTIN CARTENS, OTRO DEL ITAM
(Exclusivo para Voces del Periodista)
¿Y yo, por qué? es la exclamación más resonante, casi una onomatopeya, que se subraya en el inventario de incoherencias insólitas de entre las que se podrían esperar de un jefe de Estado de cuya lucidez no se dude. Es el santo y seña que marcó la percepción pública sobre el desconcertante y peligroso estado sicológico del presidente Vicente Fox, no sólo en el momento en que la expectoró. Antes y después de ese penoso incidente, frente a situaciones de tensión externa, el mandatario había dado señales de que su estado emocional e intelectual no era el idóneo para un conductor de instituciones políticas, oficio no apto para no iniciados. Todavía en septiembre, y sobre todo frente a la crisis de Oaxaca, algunos comentaristas recordaron aquella pasmada expresión que condensa el instinto de evasión ante la amenaza de riesgos que se sienten fuera de control.
Lo trágico de ese suceso es que, como manifestación de la propensión al relajo, producto del subdesarrollo cívico y político -que hace motivo de carcajada el accidente de un anciano o un niño-, se le haya remitido a la picaresca mexicana como un dato anecdótico, que aun sedicentes analistas políticos reputados de juiciosos, retoman en sucesivas ocasiones revistiéndolo de “estilo personal” de quien ha disimulado su irresponsabilidad bajo la supuesta intención de desolemnizar, de desacralizar la imagen presidencial, cuando la realidad nos trasmite, más que la sensación, la convicción de que la res pública ha sido embarcada en la nave de los locos.
No sorprende que, cuando la gracia del beneficio de la duda ha caducado, algunas agencias encuestadoras -que por ese solo hecho se colocan bajo sospecha- sigan reportando hasta hace poco, para su difusión en los medios televisivos, resultados que hablan del alto puntaje de aceptación popular que tendría Fox, sin compadecerse de la evidente y recurrente reprobación en la mayoría de los temas de la agenda gubernamental, contenida en esos mismos reportes.
El siniestro Salinas.
Propio de nuestra incultura, o de la subcultura electrónica, que a la menor provocación nos dispara a la chunga -a diferencia de la seriedad con la que, por ejemplo, los estadunidenses ordinarios tomaban la consulta a ciertos astrólogos por el “gran comunicador” Ronald Reagan para la toma de graves decisiones de Estado-, sobran mexicanos que se divierten con la broma de que el presidente Fox, quien recientemente ha confesado que sus ídolos favoritos son los personajes de Chespirito, se inspira en los consejos de Amira, Walter Mercado o el vernáculo Jorge Flores, para “resolver” cuestiones de gobierno.
Zédillo: superó a su antecesor.
Esa inane pero degradante estampa de la pugna por el poder y del ejercicio de la función pública, como si éstos imperativos históricos fueran meras ocurrencias individuales, se asocia al cuento aldeano de que allá, a fines de los noventa, un selecto círculo de colaboradores y amigos -como en la novela costumbrista Maten al León, del guanajuatense Jorge Ibargüengoitia-, se conjuró en un ignorado rancho de cierto estado, para hacer de un siempre paseante gobernador, el Presidente de 100 millones de mexicanos y administrador de la entonces novena economía del mundo.
Lo inaudito de ese cuento en torno a un simpático individuo que había terminado “destripado” en una entonces prestigiada universidad privada, ex burócrata de la Coca Cola, no pocas veces castigado por sus patrones a causa su ineficiencia; empresario fallido y diputado bufón, -cuya madre sostenía: “¡No creo que sea Presidente!”-, es que haya sido tomada a título de fe por conspicuos intelectuales, a no ser porqué, en su obcecación por “echar a patadas al PRI de Los Pinos”, se prestaron a dar por verídica aquella historieta como principio de una nueva era en la que los mexicanos hallarían el paraíso en el que la leche y la miel manarían como revelación de la tierra prometida, según interesada oferta mercadotécnica.
Si hubiera de concederse verosimilitud a aquella rosada fantasía, tendría que admitirse, a priori, que el proceso de construcción de la democracia mexicana carecía, hasta 2000, de fundamentos históricos o, peor aún, que, por la falta de olfato, aptitudes y experiencias democráticas, el ascenso de Vicente Fox a la más alta magistratura de la República se basó en una ficción “democrática”, cuya formulación y concreción fueron maquinadas por una superestructura que posee poderes fácticos, capaces de someter a un sistema político erosionado y debilitado por su corrupción, y tambaleante por su inoperancia, y de humillar la voluntad de un pueblo excluido deliberadamente de la participación en la formación de los poderes públicos.
En esa lógica, objetivamente demostrable, tendría que concluirse que las elecciones presidenciales de 2006 siguieron el mismo libreto, y que los actores estelares de la contienda jugaron a valores entendidos sobre resultados absolutamente previsibles, según los intereses que, desde lo alto y desde cenáculos exteriores suficientemente identificados, lubricaron la maquinaria burocrática y el aparato mediático para darle formalidad aritmética y “legalista” aparente a dicha perversa ficción, cuyo leitmotiv es la continuidad del modelo neoliberal, hasta implantarlo como un estilo de vida pretendidamente irreversible.
El FMI tira línea al Presidente electo
En su revisión anual que hace de la economía de 184 países del mundo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) instruyó al Presidente electo de México, Felipe Calderón Hinojosa, proceder a reformar la estructura de gobierno de Petróleos Mexicanos y a la apertura de esa industria a la inversión privada.
Calderón recibe lineas
Esas “recomendaciones” están contenidas en una serie de “reformas estructurales que eliminen obstáculos al crecimiento y consoliden la estabilidad macroeconómica”. Es la misma gata, sin revolcar, que el FMI ha endosado a los gobiernos tecnocráticos de factura neoliberal de los últimos 25 años. No falta, por supuesto, la propuesta de reforma fiscal en la que se subrayan los riesgos de la dependencia de la hacienda pública de los ingresos petroleros ante el descenso de los precios o la baja de producción. Y la advertencia de un foco rojo: el vertiginoso disparo (45 por ciento en los dos últimos años) del crédito a los hogares. ¿Se anuncia un nuevo fobaproa?
¿Conspiración o espontaneismo?
Cuando, movido por presiones externas, más que por una voluntaria aceptación de la imprescindibilidad de los cambios, el sistema político mexicano fue forzado a su revisión hace casi tres décadas, dos objetivos fueron claros: 1) desplazar al Estado como factotum de la economía y del desarrollo nacional, según mandato del derecho revolucionario y 2) para cumplir este fin, era de urgente y obvia resolución arrancar de raíz la clase política que durante más de medio siglo había controlado los hilos del poder. Dos objetivos y una sola coartada: insertar a México en el cuadro de los países democráticos.
La estrategia para cumplir esos fines, sin reparo en escrúpulos moraloides, se basaría en una inspiración y un plan de acción de factura made in USA. Si se nos permite la licencia, diríamos que la inspiración viene de un memorando de vieja data, hecho llegar al despacho oval de la Casa Blanca al presidente Warren G. Harding (1920-1922. Un mortal infarto cardiaco le permitió eludir el juicio político por corrupción) precisamente cuando, en ocasión de la ofensiva de los intereses petroleros contra México para que derogara la Constitución del 17, el senador Albert B. Fall exigió la aplicación la doctrina Mackinley, consistente en la movilización las fuerzas armadas estadunidenses de ocupación para lograr ese objetivo.
Aquel texto -casualmente coincidente con el calendario de las negociaciones de los Tratados de Bucareli- tenía un tono disuasivo respecto de la pretensión de Fall, recomendando en cambio adoptar una visión de largo plazo: no gastar un solo dólar en una agresión militar contra México. Bastará, decía palabras más, palabras menos, con reclutar a ambiciosos jóvenes mexicanos para que en las universidades estadunidenses se les imbuya el modo de vida americano, ellos se encargarán por si solos de cumplir con creces los designios de la voluntad imperial. Brujos.
Téllez: para servír a Carlyle
A manera de entremés, permítasenos un ejercicio memorioso: En diciembre de 1964 abortó el Proyecto Camelot confeccionado por la Oficina de Investigación de Operaciones Especiales del Ejército de los Estados Unidos. Su objetivo: “La determinación del desarrollo de un modelo general de los sistemas sociales, que permita pronosticar algunos aspectos del cambio social en los países en desarrollo del mundo, e influir políticamente en ellos”. Más concretamente: Primero, elaborar procedimientos para la evaluación de la potencialidad de la guerra interna dentro de las sociedades nacionales; segundo, identificar con grados de confianza cada vez mayores las acciones que un gobierno podría emprender para moderar las condiciones que se consideren propicias para una guerra interna y, por último, evaluar la determinación de las características de un sistema para la obtención y el uso de la información esencial para ejecutar las acciones mencionadas...”.
El financiamiento de ese proyecto correría a cargo del Ejército y el Departamento de la Defensa (USA). De inmediato, su orientación geográfica se centraría en los países latinoamericanos. Aunque en la lista de “países modelo” para el estudio de las revoluciones y de los golpes de Estado se señalaba a Argentina, Guatemala, Venezuela, Bolivia, Colombia, Cuba, El Salvador, la República Dominicana, Perú y Brasil, como casos especiales se marcaban México y Paraguay. Curiosamente, aunque en la lista no se nombraba a Chile, fue ahí donde una infidencia provocó el escándalo en torno al proyecto.
El escándalo fue motivado por la intención de poner al servicio de fines militares los hallazgos de la ciencia social y complementariamente la sicología, lo cual es obvio en tratándose de las fuerzas armadas, pero la indignación académica se generó por el descubrimiento de que no pocas universidades ya se encontraban comprometidas con la colaboración científica a esas pretensiones y desde sus recintos se lanzaba una estrategia para el reclutamiento de agentes en establecimientos extranjeros.
Gíl Díaz Citigroup.
En su análisis de aquella iniciativa, el historiador estadunidense Irving Louis Horowitz, plantea este enfoque: “Si se me permite una analogía, y si se me perdona, en vista de los puntos que todavía están por discutirse, hay cierto sentido en que un criminólogo se dedica a la liquidación del crimen, y no sólo al encarcelamiento de los criminales. ¿ Que trataban de liquidar los hombres del Camelot?¿Era el conflicto, en general? ¿Eran los movimientos de contrainsurgencia?¿Eran las revoluciones dirigidas por los comunistas?¿Era la fuente social del descontento?¿Se formularía alguna recomendación que criticara a los militares como fomentadores del descontento (sobre todo en América Latina)? En suma, el predominio de un enfoque de ‘sistemas’ sobre ujn enfoque de ‘problemas’ condujo a exageradas técnicas de construcción de modelos, que oscurecían las cuestiones, en vez de aclararlas. Muchos de los académicos del Camelot llegaron a esta misma conclusión”.
Fue el Departamento de Estado, celoso de su titularidad en materia de relaciones exteriores, un factor de la crisis que puso puntos suspensivos al proyecto, pero ¿ese freno evitó que otros aparatos de inteligencia civiles de los Estados Unidos asumieran ese tipo de estrategias para hacerse de la colaboración de las universidades latinoamericanas como espacios de espionaje social y político, e incluso de diseños económicos?
Por lo menos en México, caso especial, en el tiempo transcurrido desde el Camelot, y sobre todo en la era tecnocrática, se han estrechado los vínculos de las Fuerzas Armadas con El Pentágono, y se ha registrado una intensa proliferación de universidades y tecnológicos privados. Ahora mismo, la expansiva y temible Carlyle -en cuyo directorio destaca el ex presidente George Bush padre y en nuestro país es representada por el salinista-zedillista Luis Téllez Kuenzler- anda a la caza de esos centros de estudio superior particulares.
Generación del cambio
Semanas antes de morir, el ex procurador General de la República y ex gobernador de Chihuahua, Oscar Sánchez Flores, nos comentó que el ex presidente José López Portillo (1972-1982) durante su mandato le recomendó una investigación sobre la autenticidad de “los títulos de postgrado”, sobre todo de instituciones extranjeras, blasonados como prueba “de excelencia” por infinidad de funcionarios del sector público. Sánchez Flores encontró que buena parte de esos papeles eran simples diplomas probatorios de algunos cursos especializados, y había quienes no había pasado del requisito de inscripción.
Estábamos en los umbrales del vertiginoso posicionamiento de los tecnócratas en la dirección de los asuntos gubernamentales, que pretendían los mejores cargos en la Secretaría de Programación y Presupuesto (SPP) de reciente creación y en otros entes que vinieron a inflar la nómina pública, disparando el gasto corriente de la administración federal. Nunca se supo a ciencia cierta qué uso habría de hacer de los resultados de esa indagatoria el ex presidente que terminó execrado por la expropiación bancaria. Años después cobraría celebridad el guanajuatense Fausto Alzati -Falzati lo motejaron en consecuencia- Araiza, quien, al ser designado por Ernesto Zedillo secretario de Educación, exhibió títulos falsos de maestría y doctorado por la Universidad de Harvard. Desde entonces fue corriente que no pocos altos burócratas con obligada humildad aclararan que en sus curriculas incluían “estudios” en tal o cual institución, “pero no títulos” de ningún grado.
Aspe, de burócrata a magnata.
Hacia 1988-1994 -periodo del fraudulento Carlos Salinas de Gortari- sin embargo, en el Diccionario Biográfico del Gobierno Mexicano empezaron a aparecer, en un listado de mil 162 funcionarios de primer rango, al menos 25 confesos de extranjería; comenzaron a hacerse notar y sentir los egresados de centros de estudios superiores privados “nacionales”, algunos de corte confesional, como el Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresas (IPADE/ Opus Dei), Universidad Panamericana/ Opus Dei, Universidad La Salle (de la Orden de los Maristas), Universidad Iberoamericana (Orden de los Jesuitas), Universidad Anáhuac (Legionarios de Cristo), Universidad Autónoma de Guadalajara (Tecos), Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (Grupo Monterrey/ Nostro grupo), etcétera.
Ostentando títulos de licenciados, maestros y doctores por instituciones extranjeras, preferentemente en la carrera de Economía, recuperamos un registro de 425 funcionarios, predominando por extracción académica las de Estados Unidos (288), y de entre éstas Harvard (39), Stanford (29), Chicago (23) Yale (13) y el Instituto Tecnológico de Massachussets (ITM/siete). Desde luego, los harvadianos más conspicuos: Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari y José Ángel Gurría Treviño (¿Merecerían que se les reconozca esa alcurnia Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa?) . De Stanford, Guillermo Ortiz Martínez. De Chicago, Francisco Gil Díaz. De Yale, Ernesto Zedillo Ponce de León. Del ITM, Pedro Aspe Armella.
Como dato meramente alegórico -curémonos en salud frente a la sospecha de xenofobia-, encontraremos que en esa época las participaciones matrimoniales empezaron a registrar nombres de difícil pronunciación para quienes no dominen idiomas extranjeros.
Para efectos de esta entrega, como lo subrayaremos más adelante, importa destacar de entre las instituciones mexicanas el ITAM y algunos de sus productos: Gustavo Petricioli Iturbide, Miguel Mancera Aguayo (su hijo Carlos siguió la misma ruta académica), Pedro Aspe Armella, el ya mencionado Gil Díaz, Luis Manuel Enrique Téllez Kuenzler, Jaime Enrique Zabludosky Kuper, el parisino Jaques Rogozinsky Shtulman y Carlos Enrique Sales Gasque.
Rogozinsky, El parisino
Los citados itamitas, escalaron el escalafón de la burocracia a partir de algunas tareas en la Presidencia de la República, en Banco de México, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y sus órganos desconcentrados, y la Secretaría de Programación y Presupuesto. Petricioli Iturbide fue titular de la SHCP, después de haber sido presidente de la Comisión Nacional de Valores; Mancera Aguayo tuvo a su cargo el Banco de México -en el que recorrió los diversos escalones- durante más de una década, apenas interrumpida por su renuncia, iracundo por la expropiación bancaria. Como sabemos, Aspe Armella y Gil Díaz llegaron también a la titularidad de la SHCP (y ya son tres). Téllez Kuenzler alcanzó la Secretaría de Energía y Minas. Zabludosky, fue jefe de la Oficina de Negociación del original y leonino Tratado de Libre Comercio (TLC), Rogozinsky fue jefe de la Unidad de Desincorporación (privatización) de empresas públicas de la SHCP, y Sales Gasque alcanzó la subsecretaría de Hacienda.
En el proceso de implantación del modelo neoliberal, esos personajes instituyeron lo que con sobrada razón se puede identificar como La dictadura crematística, y a lo largo de su gestión transexenal fueron protagonistas estelares del espantoso crack de la Bolsa Mexicana de Valores en 1987 (Petricioli había tenido un ensayo en 1979), la venta de cochera de empresas estratégicas del Estado interventor, la privatización y extranjerización de la banca mexicana, la privatización de la propiedad social de la tierra (Téllez Kuenzler contrató los servicios de un chileno ex asesor de Augusto Pinochet para armar la contrarreforma del artículo 27 constitucional), la firma del TLC, la contrarreforma al artículo 82 de la Constitución para facilitar el acceso de hijos de extranjeros a la Presidencia de la República, la restauración de privilegios al clero político, la obra de zapa para la desnacionalización del sector energético, etcétera.
Pero hay un dato de suyo espeluznante: Por lo menos las figuras más prominente de la secta de Los itamitas, desde luego Petricioli y Mancera Aguayo, pasaron por las aulas de la Universidad de Yale (USA), misma que fue alma mater del ex politécnico Ernesto Zedillo y del secretario de Hacienda Error de diciembre deliberadamente maquinado, Jaime José Serra Puche. Por supuesto que hay otros itamitas en los archivos de Yale, no por menos relevantes menos peligrosos. No pocos de ellos, casualmente, fueron becados por nuestras instituciones gubernamentales.
A partir del todavía impune homicidio industrial de la mina de Pasta de Conchos, Coahuila, explotación del Grupo México, revelaciones recientes descubren detrás de la escena a la trasnacional Carlyle como importante accionista de aquel corporativo, del que se identifica como personero en México al ex secretario de Energía y Minas, Téllez Kuenzler. Asimismo se ubica a Juan Rebolledo Gout, ex colaborador del ex secretario de Relaciones Exteriores y de Hacienda Gurría Treviño. Menos visible, pero también mencionado en los directorios de la siniestra trasnacional es Serra Puche. Hay evidencias de que, después de su derrota frente a Bill Clinton, George Bush padre se integró a la nómina de Carlyle. Para mayores datos sobre este complejo, nuestros colegas Juan Ramón Jiménez de León y Alfredo Jalife-Rahme nos han ofrecido valiosas revelaciones en estas mismas páginas.
La última referencia nos regresa a la Universidad de Yale, para retomar algunos nortes sobre la fundación en ese plantel, en 1833, de la orden secreta llamada Skull & Bones (Calaveras y huesos o “Hermandad de la Muerte”). En el ensayo Hitler ganó la guerra, su autor, Walter Graciano, nos da estas pistas: Su emblema es una calavera y dos huesos cruzados al estilo de la bandera pirata y se la considera una reproducción de los Illuminati de Baviera. “Diremos que esta sociedad (Calaveras y huesos) tiene creencias paganas y una filosofía moral pragmática. El pragmatismo moral les induce a pensar que aun el más aberrante hecho puede ser cometido si los fines perseguidos se encuentran más cercanos. Este relativismo ético no debe resultar llamativo, dado que se basa en la idea racista típica de las élites, en el sentido de creerse superiores a los demás.
Los Bush: Hechos para el crímen.
“La igualdad de derechos, expresada tanto en el cristianismo como en los aparatos jurídicos de una vasta mayoría de países, no sería para la élite anglo-norteamericana más un espejismo en cual es necesario que las masas crean, a fin de que su poder no sea disputado. Tan antirreligioso es el pensamiento de los miembros de La Orden, que en sus documentos internos no cuentan el calendario desde el nacimiento de Cristo, sino desde Demóstenes, uno de los mayores y mejores oradores que tuvo la Grecia clásica.
“El rechazo de preceptos morales les permite a los miembros de La Orden actuar con total soltura y falta de escrúpulos ante cualquier obstáculo que se ponga en su camino. La vida y la muerte de millones de personas en sangrientas guerras, revoluciones y epidemias no es para los miembros de La Orden un obstáculo para lograr su cometido, su objetivo final. La globalización es, entonces, un estadio previo, pero muy cercano, al tipo de sociedad que resulta apetecible al paladar de estas aristocracias. Una sociedad sólo de dos clases sociales, los miembros de la élite, liderados por La Orden, y los demás, las masas, igualados lo más posible, casi indiferenciados.
AGUSTIN CARTENS, OTRO DEL ITAM
Vetado por el Partido Acción Nacional, hasta hace unos días el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz Martínez, pudo integrarse a la Junta de Gobierno del Instituto de Protección al Ahorro Bancario (IPAB). El sudoroso funcionario fue exonerado y confirmado en Banxico por el foxiato a instancias del Banco Mundial (BM) y del Fondo Monetario Internacional (FMI). Seguramente, entre sus méritos estuvo su participación, durante las primeras semanas de 1994, en la maquinación del Error de diciembre que desembocó en el pavoroso Fobaproa. Era entonces subsecretario de Hacienda.
Cartens: De peso completo.
Ahora que se le arma gabinete a Felipe Calderón Hinojosa, uno de los nombres que en forma recurrente se menciona para ocupar la Secretaría de Hacienda y Crédito Público es el del doctor Agustín Cartens Cartens, quien en 2000 fue integrado a esa dependencia por Francisco Gil Díaz. Ambos son egresados del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y Chicago boys calados. Su carrera, como la de otros itamitas pasó por Banxico, pero ha servido en dos temporadas al FMI, la actual en calidad de segundo de abordo. No sería gratuito que sea el FMI la mano que mueve la cuna del robusto candidato. Serán muchas sus prendas, pero en su debe está la desaparición del Banco Nacional de Crédito Rural -para acelerar la descapitalización del campo mexicano-, sustituyéndolo con una carabina de Ambrosio llamada Financiera Rural, para cuyo lanzamiento se echó mano a más de 20 mil millones de pesos de la llamada Cuenta Concentradora de Fondos de Retiro, donde se depositaron despojos a los trabajadores. En otra de sus criaturas, la Sociedad Hipotecaria Federal, colocó a Guillermo Babatz, obviamente del ITAM.
“Hemos señalado que la escasez de combustibles fósiles, tema cuya real dimensión aún se mantiene en secreto, impediría por completo un crecimiento global sostenible a ritmo suficiente para mejorar el nivel de vida de la población mundial, y poder igualar los ingresos de las masas ‘hacia arriba?. Por lo tanto, la élite lo va intentar, seguramente, ‘hacia abajo’. Los recientes sucesos de devaluación. default, conversión forzada de las deudas y miseria acaecidos en los noventa y a inicios del nuevo milenio en muchos países pueden dar una idea de lo que significa igualar ‘hacia abajo’.
“La Orden ha logrado hasta ahora permanecer casi en absoluto secreto. En los primeros 150 años de su existencia en la Universidad de Yale no se escribió ningún libro acerca de la existencia de este grupo minúsculo y sólo aparecieron dos artículos periodísticos aislados, de los cuales se tenga noticia. El investigador Antony Sutton estaba trabajando acerca de hechos muy llamativos. Había descubierto cómo Wall Street financió la revolución bolchevique y la caída del zarismo en Rusia, y poco más tarde estaba financiando nada menos que al peor enemigo: a Hitler. No sólo la élite financiaba extremos tan opuestos como a Lenin y a Hitler, sino que además vendía a ambos lo que necesitaban para desarrollarse y convertirse en mortales enemigos entre sí. A Hitler le vendían materias primas de las cuales Alemania carecía y además le ayudaba a desarrollar, como hemos visto, combustible sintético, del que Hitler no disponía. A la Rusia soviética, en cambio, se le vendían armas y tecnología de punta comparable con la alemana y la norteamericana.
11 MILLONES DE PARIAS
En uno de sus últimos análisis sobre la evolución de la pobreza en México, el Consejo Nacional de Población reconoce que más de 10 millones de mexicanos confinados en los estados de Guerrero, Oaxaca y Chiapas subyacen en la miseria. En sólo tres entidades del país se condensa, pues, “el país maravilloso” que Vicente Fox le hereda a Felipe Calderón Hinojosa.
No es casual que, después de un sexenio perdido en fantasías, sea el sur-sureste el eterno depósito de los más pobres entre los pobres, a pesar de que la región, según estudios geoestratégicos, está situada en la mayor reserva de recursos naturales entre los que están el petróleo, el agua y una rica biodiversidad, lo que induce a pensar que el abandono gubernamental pretendería la despoblación de aquellos territorios. Un documento rector ordenado a México por el Banco Mundial en el sexenio pasado, que sirvió de referencia al Plan Puebla Panamá, hace el balance de esa riqueza potencial, pero condiciona su explotación a un cambio del régimen de propiedad de la tierra, eliminando la comunal y la ejidal. Bajo cierto concepto racial, se considera que “el mejor indio, es el indio muerto”. ¿De eso se trata la crisis de Oaxaca?
“Sutton estaba más que sorprendido y no encontraba la causa por la cual la élite financiera de Wall Street había financiado a ambos bandos, y colaborado a generar así la Segunda Guerra Mundial. El misterio se acabó para Sutton cuando en 1983 recibe, de miembros anónimos y ‘arrepentidos’ material secreto para develar el misterio de la financiación simultánea de Wall Street a nazis y comunistas. En 1984, Sutton publica la obra y el misterio comienza a desvanecerse para ir generando uno aún mayor. Lo que había ocurrido habría sido lo siguiente: La Orden fue fundada en la Universidad de Yale por el magnánimo magnate del opio estadunidense William Russell y por Alfonso Taft, padre de la única persona que fuera a la vez, sucesivamente, presidente de la Nación y presidente de la Suprema Corte de Justicia a inicios del siglo XX. El origen germano de La Orden se debe a que Russell habría estado en la Universidad de Ingolstadt (Baviera) en 1831 y 1832. habiendo tomado allí contacto con una sociedad secreta (los Illuminati).
Existe un hecho que es casi una constante con referencia a las sociedades secretas: sus lazos con el espionaje. No debe llamar la atención de que George Bush padre haya sido a la vez miembro de Skull & Bones y luego director de la CIA. Prácticamente todos los directores de la CIA fueron antes conspicuos miembros de sociedades secretas.
“Si cada vez que escucháramos la expresión ‘sociedad secreta’, sea de la índole que fuere, la asociáramos en forma directa con la expresión ‘grupo-mafia’ (la palabra mafia provendría de mediados del siglo XIX y sería la sigla de la frase Mazzini Autoriza Furti, Incendi, Avelenamenti -Mazzini autoriza robos, incendios y envenenamientos-) es posible que nuestra indignación fuera tal que impidiera al menos una buena parte de la actividad de estos grupos. Quizás el mundo se habría evitado buena parte de las crisis generadas y prolongadas muchas un tanto artificialmente con el fin de mantener y acrecentar el poder por parte de estas sociedades”.
Dadas las reglas selectivas de reclutamiento de la Hermandad de la Muerte y su vocación racista, puede dudarse que los chicos del ITAM hayan sido considerados aptos para formar parte de ella, pero, siendo, según su propia autoevaluación, mentes brillantes ¿es posible que no hayan percibido la existencia y los fines de la secta?¿Qué los hace entonces tan afines a la mentalidad de los Bush? Se lo dejamos de tarea.
Lo grave de esa historia es que no pocos de los mandarines formados en las universidades estadunidenses mencionadas y otras más, son los que están acosando a Felipe Calderón Hinojosa y haciéndole el plan de gobierno, con la privatización del sector energético como joya de la corona.
No es casual que, después de un sexenio perdido en fantasías, sea el sur-sureste el eterno depósito de los más pobres entre los pobres, a pesar de que la región, según estudios geoestratégicos, está situada en la mayor reserva de recursos naturales entre los que están el petróleo, el agua y una rica biodiversidad, lo que induce a pensar que el abandono gubernamental pretendería la despoblación de aquellos territorios. Un documento rector ordenado a México por el Banco Mundial en el sexenio pasado, que sirvió de referencia al Plan Puebla Panamá, hace el balance de esa riqueza potencial, pero condiciona su explotación a un cambio del régimen de propiedad de la tierra, eliminando la comunal y la ejidal. Bajo cierto concepto racial, se considera que “el mejor indio, es el indio muerto”. ¿De eso se trata la crisis de Oaxaca?
“Sutton estaba más que sorprendido y no encontraba la causa por la cual la élite financiera de Wall Street había financiado a ambos bandos, y colaborado a generar así la Segunda Guerra Mundial. El misterio se acabó para Sutton cuando en 1983 recibe, de miembros anónimos y ‘arrepentidos’ material secreto para develar el misterio de la financiación simultánea de Wall Street a nazis y comunistas. En 1984, Sutton publica la obra y el misterio comienza a desvanecerse para ir generando uno aún mayor. Lo que había ocurrido habría sido lo siguiente: La Orden fue fundada en la Universidad de Yale por el magnánimo magnate del opio estadunidense William Russell y por Alfonso Taft, padre de la única persona que fuera a la vez, sucesivamente, presidente de la Nación y presidente de la Suprema Corte de Justicia a inicios del siglo XX. El origen germano de La Orden se debe a que Russell habría estado en la Universidad de Ingolstadt (Baviera) en 1831 y 1832. habiendo tomado allí contacto con una sociedad secreta (los Illuminati).
Existe un hecho que es casi una constante con referencia a las sociedades secretas: sus lazos con el espionaje. No debe llamar la atención de que George Bush padre haya sido a la vez miembro de Skull & Bones y luego director de la CIA. Prácticamente todos los directores de la CIA fueron antes conspicuos miembros de sociedades secretas.
“Si cada vez que escucháramos la expresión ‘sociedad secreta’, sea de la índole que fuere, la asociáramos en forma directa con la expresión ‘grupo-mafia’ (la palabra mafia provendría de mediados del siglo XIX y sería la sigla de la frase Mazzini Autoriza Furti, Incendi, Avelenamenti -Mazzini autoriza robos, incendios y envenenamientos-) es posible que nuestra indignación fuera tal que impidiera al menos una buena parte de la actividad de estos grupos. Quizás el mundo se habría evitado buena parte de las crisis generadas y prolongadas muchas un tanto artificialmente con el fin de mantener y acrecentar el poder por parte de estas sociedades”.
Dadas las reglas selectivas de reclutamiento de la Hermandad de la Muerte y su vocación racista, puede dudarse que los chicos del ITAM hayan sido considerados aptos para formar parte de ella, pero, siendo, según su propia autoevaluación, mentes brillantes ¿es posible que no hayan percibido la existencia y los fines de la secta?¿Qué los hace entonces tan afines a la mentalidad de los Bush? Se lo dejamos de tarea.
Lo grave de esa historia es que no pocos de los mandarines formados en las universidades estadunidenses mencionadas y otras más, son los que están acosando a Felipe Calderón Hinojosa y haciéndole el plan de gobierno, con la privatización del sector energético como joya de la corona.