Gómez Mont y López Obrador: misma apuesta
Denise Maerker
Si el 4 de julio en la tarde-noche los resultados de las encuestas de salida indican que las alianzas entre PAN y PRD no fueron exitosas, además del PRI, dos políticos muy distintos y distantes entre si serán los grandes ganadores de la jornada: Gómez Mont y López Obrador. Ambos se han posicionado respecto a sus compañeros de movimiento y partido como políticos principistas, incapaces de pactar y confundir al electorado con alianzas pragmáticas y contranatura. Cada uno a su manera y con el lenguaje que más gusta al grupo al que se dirigen han venido diciendo lo mismo estas últimas semanas. Ayer en entrevista con Joaquín López Dóriga, Gómez Mont hizo esta diferencia entre él y su partido: “Los partidos tienen un desarrollo coyuntural, los principios y los valores permanecen, yo no me cambié de ropaje, [ni mi] estructura ética, [ni] mi convicción de servir al país”. López Obrador a su manera ha hecho lo mismo, diciendo que el movimiento que él encabeza no aceptará aliarse con el PAN y el PRI “que son lo mismo y representan al grupo que no sólo se apoderó de las riquezas e instituciones del país sino que mantiene aplastada a la mayoría de los mexicanos, robó la Presidencia en 2006 y dio lugar a la decadencia imperante”.
Si las alianzas fallan, o si se impone en la opinión y en la clase política la percepción de que fallaron, estos dos hombres saldrán obviamente muy fortalecidos, lo hayan buscado o no. Por eso Manuel Camacho, adelantando el veredicto y su posible interpretación, ya ha dicho que si ganaran una sola de las gubernaturas en las que van juntos, las alianzas serían un éxito. Definición aceptable para los militantes y fácil de transmitir a la opinión pública.
La apuesta es muy importante. Un fracaso contundente de las alianzas barrería con todos los políticos perredistas y panistas que las hayan apoyado y desde luego con sus posibilidades de aspirar a la Presidencia de la República. En el PRD quedarían fuera de combate los Chuchos, Ebrard y Camacho, y en el PAN, César Nava, el Consejo Político Nacional en pleno, el Presidente y por extensión los secretarios de su gobierno. Y si para ellos la apuesta es enorme lo son también las consecuencias que tendría para el país. PRD y PAN quedarían muy debilitados y a merced de sus alas más radicales. La derrota de las alianzas consagraría la polarización entre quienes por un lado ven a una “mafia fascistoide” gobernando y a los que por el otro sienten la amenaza constante del “peligro para México”.
Si el 4 de julio en la tarde-noche los resultados de las encuestas de salida indican que las alianzas entre PAN y PRD no fueron exitosas, además del PRI, dos políticos muy distintos y distantes entre si serán los grandes ganadores de la jornada: Gómez Mont y López Obrador. Ambos se han posicionado respecto a sus compañeros de movimiento y partido como políticos principistas, incapaces de pactar y confundir al electorado con alianzas pragmáticas y contranatura. Cada uno a su manera y con el lenguaje que más gusta al grupo al que se dirigen han venido diciendo lo mismo estas últimas semanas. Ayer en entrevista con Joaquín López Dóriga, Gómez Mont hizo esta diferencia entre él y su partido: “Los partidos tienen un desarrollo coyuntural, los principios y los valores permanecen, yo no me cambié de ropaje, [ni mi] estructura ética, [ni] mi convicción de servir al país”. López Obrador a su manera ha hecho lo mismo, diciendo que el movimiento que él encabeza no aceptará aliarse con el PAN y el PRI “que son lo mismo y representan al grupo que no sólo se apoderó de las riquezas e instituciones del país sino que mantiene aplastada a la mayoría de los mexicanos, robó la Presidencia en 2006 y dio lugar a la decadencia imperante”.
Si las alianzas fallan, o si se impone en la opinión y en la clase política la percepción de que fallaron, estos dos hombres saldrán obviamente muy fortalecidos, lo hayan buscado o no. Por eso Manuel Camacho, adelantando el veredicto y su posible interpretación, ya ha dicho que si ganaran una sola de las gubernaturas en las que van juntos, las alianzas serían un éxito. Definición aceptable para los militantes y fácil de transmitir a la opinión pública.
La apuesta es muy importante. Un fracaso contundente de las alianzas barrería con todos los políticos perredistas y panistas que las hayan apoyado y desde luego con sus posibilidades de aspirar a la Presidencia de la República. En el PRD quedarían fuera de combate los Chuchos, Ebrard y Camacho, y en el PAN, César Nava, el Consejo Político Nacional en pleno, el Presidente y por extensión los secretarios de su gobierno. Y si para ellos la apuesta es enorme lo son también las consecuencias que tendría para el país. PRD y PAN quedarían muy debilitados y a merced de sus alas más radicales. La derrota de las alianzas consagraría la polarización entre quienes por un lado ven a una “mafia fascistoide” gobernando y a los que por el otro sienten la amenaza constante del “peligro para México”.