Calderón va desnudo
Alvaro Cepeda Neri
Por si algo faltara, la carta de Carlos Castillo a Felipe Calderón exhibe a éste en toda su desnudez política, aunque se muestre en público como el emperador de Hans Christian Andersen, sin más taparrabos que el haiga sido como haiga sido, mientras con su cortejo se encamina al final de su trienio, que es el final de su sexenio.
Así, el calderonismo arrastra a la nación a su peor desastre por su mal gobierno; mientras la manu militari, con más fracasos que éxitos, no ha impedido los desafíos de las delincuencias y su complicidad con policías y funcionarios.
Se ve venir una sucesión conflictiva, mientras la sociedad civil sufre las consecuencias de la inseguridad, sin saber si ya empezó o vamos al golpismo, o se abre camino a la imposición de un heredero (Lujambio, Molinar... ¡Gómez Mont o Córdova!) para llevarnos hasta la cocina del autoritarismo derechista. Y hacer de la política algo meramente penal, cuarentenas gripales, guarderías como hornos nazis o un Lujambio salido del Panal, para que por fin el gordillismo se apodere del país.
Dicha carta, publicada por la revista Etcétera y reproducida por Excélsior (23/VII/09) contribuye a lo que ya sabemos: el porqué no hemos tenido ni jefe de gobierno ni jefe de Estado y, en cambio, sólo a un jefe nato de las Fuerzas Armadas con fuero absoluto.
Tampoco una política económica pública. Mucho menos social. Aumentando con esto los pobres en... ¡más de 50 millones en el umbral de la hambruna, más desempleo y bajísimo consumo!
Confirma Castillo que Calderón no es una cabeza política y que actúa con “excitación estéril” al carecer de las cualidades mínimas para el liderazgo... “Tu naturaleza, tu temperamento —le dice— es ser desconfiado hasta de tu sombra”. Y al desconfiar de sí mismo, Calderón ha sido incapaz.
Así fue que se vistió con su traje invisible para, como en el cuento, conocer “si sus compañeros eran unos indignos a unos imbéciles”. No atinó a diferenciarlos y con ellos rema en círculo vicioso para agregarle a las crisis su incompetencia.
Va el país a peores y mayores consecuencias que Gustavo Esteva sintetizó así: “Como expresión de la creciente polarización social y de las crisis que se ahondan, se vislumbra una disyuntiva insoportable: una guerra civil excepcionalmente violenta, sin perfiles claros, que ya está estallando o un autoritarismo sin precedente que se extiende y enraiza cotidianamente” (La Jornada: 27/VII/09). Privado hasta de su sombra, Calderón va desnudo y su Presidencia va a la deriva por su haiga sido como haiga sido.
Por si algo faltara, la carta de Carlos Castillo a Felipe Calderón exhibe a éste en toda su desnudez política, aunque se muestre en público como el emperador de Hans Christian Andersen, sin más taparrabos que el haiga sido como haiga sido, mientras con su cortejo se encamina al final de su trienio, que es el final de su sexenio.
Así, el calderonismo arrastra a la nación a su peor desastre por su mal gobierno; mientras la manu militari, con más fracasos que éxitos, no ha impedido los desafíos de las delincuencias y su complicidad con policías y funcionarios.
Se ve venir una sucesión conflictiva, mientras la sociedad civil sufre las consecuencias de la inseguridad, sin saber si ya empezó o vamos al golpismo, o se abre camino a la imposición de un heredero (Lujambio, Molinar... ¡Gómez Mont o Córdova!) para llevarnos hasta la cocina del autoritarismo derechista. Y hacer de la política algo meramente penal, cuarentenas gripales, guarderías como hornos nazis o un Lujambio salido del Panal, para que por fin el gordillismo se apodere del país.
Dicha carta, publicada por la revista Etcétera y reproducida por Excélsior (23/VII/09) contribuye a lo que ya sabemos: el porqué no hemos tenido ni jefe de gobierno ni jefe de Estado y, en cambio, sólo a un jefe nato de las Fuerzas Armadas con fuero absoluto.
Tampoco una política económica pública. Mucho menos social. Aumentando con esto los pobres en... ¡más de 50 millones en el umbral de la hambruna, más desempleo y bajísimo consumo!
Confirma Castillo que Calderón no es una cabeza política y que actúa con “excitación estéril” al carecer de las cualidades mínimas para el liderazgo... “Tu naturaleza, tu temperamento —le dice— es ser desconfiado hasta de tu sombra”. Y al desconfiar de sí mismo, Calderón ha sido incapaz.
Así fue que se vistió con su traje invisible para, como en el cuento, conocer “si sus compañeros eran unos indignos a unos imbéciles”. No atinó a diferenciarlos y con ellos rema en círculo vicioso para agregarle a las crisis su incompetencia.
Va el país a peores y mayores consecuencias que Gustavo Esteva sintetizó así: “Como expresión de la creciente polarización social y de las crisis que se ahondan, se vislumbra una disyuntiva insoportable: una guerra civil excepcionalmente violenta, sin perfiles claros, que ya está estallando o un autoritarismo sin precedente que se extiende y enraiza cotidianamente” (La Jornada: 27/VII/09). Privado hasta de su sombra, Calderón va desnudo y su Presidencia va a la deriva por su haiga sido como haiga sido.
posted by H2AGUA at
9:31 p.m.
