Una vergüenza ... Neofranquismo en Los Pinos
Revista Siempre
El ciudadano español Antonio Solá Reche difunde entre empresarios de su país la especie, ciertamente temprana y discutible, de que el Congreso mexicano de la Unión aprobará la entrada de capital extranjero en actividades que hasta hoy son exclusivas de Pemex y que diputados y senadores igualmente votarán en favor de una reforma fiscal y otra laboral altamente propicias para los inversionistas extranjeros.
Solá Reche trabaja para el gobierno de Felipe Calderón, suponemos que bajo contrato, pues por disposición constitucional no puede ser funcionario del gobierno federal mexicano. En cualquier caso, ha contado con un amplio respaldo del embajador mexicano en Madrid, Jorge Zermeño, a quien por cierto pagamos los contribuyentes.
Nada de malo tendría que un extranjero actuara pagado por el Ejecutivo de México en tareas de propaganda y cabildeo. Se trata de una práctica universal que bajo ciertas condiciones incluso podría beneficiar a nuestro país, si con eso se pudieran traer inversiones y abrir mercados para los productos nacionales.
Pero ocurre que Solá Reche se dedica en España a difundir una propaganda mentirosa que da por hecho lo que es apenas una iniciativa del Ejecutivo, la que por cierto ha levantado una ola de críticas bien respaldadas en argumentos de orden técnico, económico, histórico y político, además que en amplios sectores ha suscitado una repulsa por la falta de patriotismo y hasta de madre que destila en cada página.
Pero si hay empresarios peninsulares que quieran creerle a Antonio Solá es asunto de ellos, aunque lo recomendable sería que se previnieran ante la posibilidad de un fraude, pues se trata de un publicista probadamente inescrupuloso. Es el mismo que puso en práctica la guerra sucia durante la campaña electoral de 2006, el que se dedicó a llenar de lodo al principal candidato de la oposición y a engañar a los mexicanos presentando a Andrés Manuel López Obrador como “un peligro para México” y otras sandeces.
Solá es el mismo individuo que a las órdenes de Felipe Calderón puso a México al borde de la guerra civil, el que dividió al país e hizo de las elecciones el fangal en que chapalea el actual “gobierno”. Solá Reche es el hombre del fascismo español, ese que hoy está mal disfrazado en el Partido Popular, que apesta a franquismo por todas las ventanas. De ahí fue enviado a servir a la derecha mexicana y obtener de ella grandes sumas de dinero, como hoy, que es representante de la pandilla panista empeñada en vender el patrimonio nacional. Es una vergüenza.
El ciudadano español Antonio Solá Reche difunde entre empresarios de su país la especie, ciertamente temprana y discutible, de que el Congreso mexicano de la Unión aprobará la entrada de capital extranjero en actividades que hasta hoy son exclusivas de Pemex y que diputados y senadores igualmente votarán en favor de una reforma fiscal y otra laboral altamente propicias para los inversionistas extranjeros.
Solá Reche trabaja para el gobierno de Felipe Calderón, suponemos que bajo contrato, pues por disposición constitucional no puede ser funcionario del gobierno federal mexicano. En cualquier caso, ha contado con un amplio respaldo del embajador mexicano en Madrid, Jorge Zermeño, a quien por cierto pagamos los contribuyentes.
Nada de malo tendría que un extranjero actuara pagado por el Ejecutivo de México en tareas de propaganda y cabildeo. Se trata de una práctica universal que bajo ciertas condiciones incluso podría beneficiar a nuestro país, si con eso se pudieran traer inversiones y abrir mercados para los productos nacionales.
Pero ocurre que Solá Reche se dedica en España a difundir una propaganda mentirosa que da por hecho lo que es apenas una iniciativa del Ejecutivo, la que por cierto ha levantado una ola de críticas bien respaldadas en argumentos de orden técnico, económico, histórico y político, además que en amplios sectores ha suscitado una repulsa por la falta de patriotismo y hasta de madre que destila en cada página.
Pero si hay empresarios peninsulares que quieran creerle a Antonio Solá es asunto de ellos, aunque lo recomendable sería que se previnieran ante la posibilidad de un fraude, pues se trata de un publicista probadamente inescrupuloso. Es el mismo que puso en práctica la guerra sucia durante la campaña electoral de 2006, el que se dedicó a llenar de lodo al principal candidato de la oposición y a engañar a los mexicanos presentando a Andrés Manuel López Obrador como “un peligro para México” y otras sandeces.
Solá es el mismo individuo que a las órdenes de Felipe Calderón puso a México al borde de la guerra civil, el que dividió al país e hizo de las elecciones el fangal en que chapalea el actual “gobierno”. Solá Reche es el hombre del fascismo español, ese que hoy está mal disfrazado en el Partido Popular, que apesta a franquismo por todas las ventanas. De ahí fue enviado a servir a la derecha mexicana y obtener de ella grandes sumas de dinero, como hoy, que es representante de la pandilla panista empeñada en vender el patrimonio nacional. Es una vergüenza.