En Defensa de Bribiesca
Indice Político
JAMÁS PENSÉ QUE llegara el día en el que este escribidor dedicara el precioso espacio de este diario para hacer la defensa de don Manuel Bribiesca Godoy. Pero heme aquí. Tal día ha llegado.
Defender a don Manuel no es sólo un acto de honor, sino de elemental justicia y patriótico agradecimiento por los muchos servicios que tan distinguido veterinario prestó en años recientes a toda la Nación.
Y luego de ello, la inmisericorde Secretaría de Hacienda y Crédito público le da tratamiento ya no de criminal, sino –peor aún— nos lo presenta cual si fuera Paulina Rubio o, peor todavía, Paquita la del Barrio: como evasor fiscal.
A don Manuel Bribiesca, ejemplar padre de esa tríada de rectos e intachables muchachos llamados Fernando, Jorge y Manuel, Hacienda le ha asegurado precautoriamente todas sus cuentas bancarias. No nada más las de cheques, también las de inversión, sus cajas de seguridad, los varios fideicomisos, todo, absolutamente está "congelado", sin posibilidad de que "el pobre" pueda echar mano de sus vastos recursos.
Dígame usted si no es este un virtual crimen de Estado en contra de quien, generoso, prácticamente regaló, cedió o quizá nada más entregó en comodato a la inmaculada y prístina Marta Sahagún Jiménez, para deleite y gozo de millones de mexicanos ávidos de seguir su very fashionable new style of life.
¿Qué hizo don Manuel Bribiesca para merecer semejante pago? ¿Acaso sus donaciones en especie –mujer e hijos— no fueron suficientes para saciar el voraz apetito del fisco siempre presto a chuparnos hasta la sangre a los contribuyentes?
Pareciera que al fisco, efectivamente, no le fue suficiente. O quizá porque le resultó más caro. El caso es que, quizá creyendo que con "el sacrificio" que implicó el haberse privado de tan placentera compañía conyugal, don Manuel se negó en diversas ocasiones a atender al personal del Servicio de Administración Tributaria.
No quería que el SAT revisara la contabilidad de su empresa Organización Farmacéutica Veterinaria S.A. de C.V. (Ofavesa), por lo que la cerró abruptamente.
Y por tal, sin consideraciones, es que le han congelado sus cuentas, inversiones, cajas de seguridad, fideicomisos.
Pobre. Ojala que esta medida no se extienda a las cuentas que, hombre precavido, debe tener en el extranjero. Quiera Dios que no. Para que pueda usar sus euros y sus dólares para cubrir lo que bien podría hacer en flotantes pesos.
Pobre, sí. Lo están tratando peor que a Adal Ramones y a Juan Gabriel.
Y es que, ya prácticamente sin nada con que "catafixear" –no se si por fortuna o por desgracia, las Marta Sahagún no se dan en maceta--, a don Manuel Bribiesca, la cruel Hacienda también le ha asegurado los bienes y derechos de su empresa Ofavesa. ¿Con qué querrán que pague si es que algo debe?
Hay que defender a don Manuel. No tengo duda. Hay que retribuirle lo mucho que a los mexicanos nos ha dado.
JAMÁS PENSÉ QUE llegara el día en el que este escribidor dedicara el precioso espacio de este diario para hacer la defensa de don Manuel Bribiesca Godoy. Pero heme aquí. Tal día ha llegado.
Defender a don Manuel no es sólo un acto de honor, sino de elemental justicia y patriótico agradecimiento por los muchos servicios que tan distinguido veterinario prestó en años recientes a toda la Nación.
Y luego de ello, la inmisericorde Secretaría de Hacienda y Crédito público le da tratamiento ya no de criminal, sino –peor aún— nos lo presenta cual si fuera Paulina Rubio o, peor todavía, Paquita la del Barrio: como evasor fiscal.
A don Manuel Bribiesca, ejemplar padre de esa tríada de rectos e intachables muchachos llamados Fernando, Jorge y Manuel, Hacienda le ha asegurado precautoriamente todas sus cuentas bancarias. No nada más las de cheques, también las de inversión, sus cajas de seguridad, los varios fideicomisos, todo, absolutamente está "congelado", sin posibilidad de que "el pobre" pueda echar mano de sus vastos recursos.
Dígame usted si no es este un virtual crimen de Estado en contra de quien, generoso, prácticamente regaló, cedió o quizá nada más entregó en comodato a la inmaculada y prístina Marta Sahagún Jiménez, para deleite y gozo de millones de mexicanos ávidos de seguir su very fashionable new style of life.
¿Qué hizo don Manuel Bribiesca para merecer semejante pago? ¿Acaso sus donaciones en especie –mujer e hijos— no fueron suficientes para saciar el voraz apetito del fisco siempre presto a chuparnos hasta la sangre a los contribuyentes?
Pareciera que al fisco, efectivamente, no le fue suficiente. O quizá porque le resultó más caro. El caso es que, quizá creyendo que con "el sacrificio" que implicó el haberse privado de tan placentera compañía conyugal, don Manuel se negó en diversas ocasiones a atender al personal del Servicio de Administración Tributaria.
No quería que el SAT revisara la contabilidad de su empresa Organización Farmacéutica Veterinaria S.A. de C.V. (Ofavesa), por lo que la cerró abruptamente.
Y por tal, sin consideraciones, es que le han congelado sus cuentas, inversiones, cajas de seguridad, fideicomisos.
Pobre. Ojala que esta medida no se extienda a las cuentas que, hombre precavido, debe tener en el extranjero. Quiera Dios que no. Para que pueda usar sus euros y sus dólares para cubrir lo que bien podría hacer en flotantes pesos.
Pobre, sí. Lo están tratando peor que a Adal Ramones y a Juan Gabriel.
Y es que, ya prácticamente sin nada con que "catafixear" –no se si por fortuna o por desgracia, las Marta Sahagún no se dan en maceta--, a don Manuel Bribiesca, la cruel Hacienda también le ha asegurado los bienes y derechos de su empresa Ofavesa. ¿Con qué querrán que pague si es que algo debe?
Hay que defender a don Manuel. No tengo duda. Hay que retribuirle lo mucho que a los mexicanos nos ha dado.