El regreso del chaval
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* López Obrador pone defensa de petróleo mexicano en el centro de escena política
Cuando Andrés Manuel López Obrador, el izquierdista ex alcalde de la capital mexicana, subió al podio en la abigarrada plaza del Zócalo el 18 de marzo —70º aniversario de la nacionalización de la industria petrolera, ahora amenazada con la reprivatización—, cientos de ciudadanos de la tercera edad se levantaron al unísono de sus asientos de honor, alzaron sus frágiles puños como saludo, y corearon “¡Tenemos memoria!”
Tiburcio Quintanilla, de 83 años, recuerda que cuando el presidente Lázaro Cárdenas (1934-40) llamó a sus compatriotas a crear un fondo para indemnizar a las empresas petroleras angloamericanas después de la nacionalización de 1938, fue con su padre al Palacio de Bellas Artes e hizo cola durante horas con sus gallinas, su contribución para recuperar “nuestro chapopote”, como llaman los mexicanos al petróleo.
En el mismo escenario en que dirigió el histórico sitio de la capital durante siete semanas después de las disputadas elecciones del 2006 que dieron la presidencia a su rival derechista Felipe Calderón, López Obrador parecía más canoso, curtido y un poco ronco después de dos años de trajín público, sumando casi dos millones de nuevos miembros a su Convención Nacional Democrática (CND), que está enredada en una amarga batalla por el control del centroizquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Nuevamente a la palestra
Ahora, liderando la defensa del petróleo mexicano contra los privatizadores, López Obrador ha vuelto nuevamente al centro del escenario político, y una vez más está conduciendo un revigorizado desafío al vacilante presidente que estaría buscando la privatización de PEMEX, la empresa petrolera estatal.
El presidente Calderón está tratando de persuadir a los mexicanos de que PEMEX está muriendo, que sus reservas se están terminando, y que la única esperanza de la nación está en explorar aguas profundas en el Golfo de México.
El proyecto requeriría formar asociaciones con grandes empresas petroleras. Pero como señalan muchos expertos, entre ellos Cuauhtémoc Cárdenas, hijo del mismo presidente que expropió el petróleo, no es cierto en absoluto que estas supuestas reservas en alta mar estén realmente en aguas mexicanas.
La “asamblea informativa” de López Obrador el 18 de marzo en la CND fue ciertamente la más emotiva desde que la convocó en setiembre del 2006 después que los tribunales dieron a Calderón la presidencia. Bajo una monumental bandera que se plegaba y desplegaba dramáticamente en los céfiros de primavera, y dirigiéndose a decenas de miles de leales en el corazón de la política mexicana, López Obrador contó la historia del petróleo mexicano.
El petróleo es un lubricante del patriotismo en México y López Obrador está imbuido de lo que los historiadores llamaban otrora el “nacionalismo revolucionario”, cuyo apogeo fue el decreto del 18 de marzo de 1938 por el cual Lázaro Cárdenas expropió los bienes de las 17 empresas petroleras angloamericanas que estaban por escindirse de la unión y declararse “República del Golfo de México”.
La subsecuente creación por Cárdenas de Petróleos Mexicanos, o PEMEX, fue vista como la garantía de un gran futuro para México. Pero las cosas resultaron de otro modo.
“¡Privatización es corrupción!”, arenga López Obrador; “¡El petróleo es nuestro!” “¡La patria no se vende, la patria se defiende!”, ruge en respuesta la multitud. “¡País petrolero, pueblo sin dinero!”
* López Obrador pone defensa de petróleo mexicano en el centro de escena política
Cuando Andrés Manuel López Obrador, el izquierdista ex alcalde de la capital mexicana, subió al podio en la abigarrada plaza del Zócalo el 18 de marzo —70º aniversario de la nacionalización de la industria petrolera, ahora amenazada con la reprivatización—, cientos de ciudadanos de la tercera edad se levantaron al unísono de sus asientos de honor, alzaron sus frágiles puños como saludo, y corearon “¡Tenemos memoria!”
Tiburcio Quintanilla, de 83 años, recuerda que cuando el presidente Lázaro Cárdenas (1934-40) llamó a sus compatriotas a crear un fondo para indemnizar a las empresas petroleras angloamericanas después de la nacionalización de 1938, fue con su padre al Palacio de Bellas Artes e hizo cola durante horas con sus gallinas, su contribución para recuperar “nuestro chapopote”, como llaman los mexicanos al petróleo.
En el mismo escenario en que dirigió el histórico sitio de la capital durante siete semanas después de las disputadas elecciones del 2006 que dieron la presidencia a su rival derechista Felipe Calderón, López Obrador parecía más canoso, curtido y un poco ronco después de dos años de trajín público, sumando casi dos millones de nuevos miembros a su Convención Nacional Democrática (CND), que está enredada en una amarga batalla por el control del centroizquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Nuevamente a la palestra
Ahora, liderando la defensa del petróleo mexicano contra los privatizadores, López Obrador ha vuelto nuevamente al centro del escenario político, y una vez más está conduciendo un revigorizado desafío al vacilante presidente que estaría buscando la privatización de PEMEX, la empresa petrolera estatal.
El presidente Calderón está tratando de persuadir a los mexicanos de que PEMEX está muriendo, que sus reservas se están terminando, y que la única esperanza de la nación está en explorar aguas profundas en el Golfo de México.
El proyecto requeriría formar asociaciones con grandes empresas petroleras. Pero como señalan muchos expertos, entre ellos Cuauhtémoc Cárdenas, hijo del mismo presidente que expropió el petróleo, no es cierto en absoluto que estas supuestas reservas en alta mar estén realmente en aguas mexicanas.
La “asamblea informativa” de López Obrador el 18 de marzo en la CND fue ciertamente la más emotiva desde que la convocó en setiembre del 2006 después que los tribunales dieron a Calderón la presidencia. Bajo una monumental bandera que se plegaba y desplegaba dramáticamente en los céfiros de primavera, y dirigiéndose a decenas de miles de leales en el corazón de la política mexicana, López Obrador contó la historia del petróleo mexicano.
El petróleo es un lubricante del patriotismo en México y López Obrador está imbuido de lo que los historiadores llamaban otrora el “nacionalismo revolucionario”, cuyo apogeo fue el decreto del 18 de marzo de 1938 por el cual Lázaro Cárdenas expropió los bienes de las 17 empresas petroleras angloamericanas que estaban por escindirse de la unión y declararse “República del Golfo de México”.
La subsecuente creación por Cárdenas de Petróleos Mexicanos, o PEMEX, fue vista como la garantía de un gran futuro para México. Pero las cosas resultaron de otro modo.
“¡Privatización es corrupción!”, arenga López Obrador; “¡El petróleo es nuestro!” “¡La patria no se vende, la patria se defiende!”, ruge en respuesta la multitud. “¡País petrolero, pueblo sin dinero!”