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viernes, 4 de abril de 2008

El coyotaje

La Jornada

La incapacidad del régimen panista espurio para cumplirle a Washington su promesa de entregarle Pemex a las multinacionales está llevando a sus principales responsables a la comisión de gravísimos actos delictivos.

1. El fracaso del gobierno de facto de Felipe Calderón en su pretensión de convencer a los mexicanos sobre la necesidad de privatizar la industria petrolera lo está llevando a acciones que evidencian su desesperación, y la última de ellas está siendo la de buscar apoyos en el extranjero pretendiendo, mediante una campaña internacional, doblegar desde el exterior la creciente oposición existente en México al proyecto de entregar la riqueza petrolera del país a las grandes trasnacionales petroleras.

2. El planteamiento del gobierno calderonista, enunciado en un reportaje publicado en el diario El País el miércoles 2, es muy claro, pues señala que las reservas petroleras de México se agotan y que el supuesto “sombrío” futuro energético de la nación “acarrearía consecuencias tremendas para el mundo y, en particular, para Estados Unidos, uno de los grandes consumidores de petróleo mexicano”, si no se actúa. Las reservas, sin embargo, se argumenta, existen en enormes yacimientos “a grandes profundidades de hasta 3 mil metros en aguas del Golfo de México”, que se describen como reales, pero para explotarlas, se advierte, se requiere de la tecnología de punta de la que Pemex carece y que poseen las grandes multinacionales: Exxon Mobil, BP, Shell o, desde luego, Repsol-YPF, la que no podía faltar: la empresa de la cual Calderón y Mouriño se han vuelto gestores o coyotes, como se les llama en México.

3. La sucesión de mentiras hilvanadas por la propaganda calderoniana lleva, como es evidente, a otra falacia. Las reservas petroleras, se dice, se agotan, no hay otras que las de las aguas profundas, la disminución de la producción de México sería catastrófica para el mundo y para la seguridad de Estados Unidos, y por lo tanto el culpable de todo es no sólo Andrés Manuel López Obrador y el Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, sino el propio pueblo de México, empecinado en defender sus recursos estratégicos.

4. Esta argumentación falaz es la misma que subyace tanto en las 128 cuartillas del llamado Diagnóstico. Situación de Pemex, que envió el gobierno espurio a los legisladores y que fue hecho pedazos por éstos, como en el pobre discurso entreguista del propio Felipe Calderón, pronunciado ayer jueves 3 en Cancún ante los ministros de Energía de África y América Latina, y donde apareció no como el jefe del Estado mexicano, aunque sea de facto, sino como un gestor o coyote de intereses trasnacionales.

5. Un titular del Poder Ejecutivo tiene por obligación principal y prioritaria velar tanto por los derechos fundamentales de los habitantes del territorio nacional como por la integridad y soberanía de la nación, y Felipe Calderón, por corrupción e indolencia, ha incumplido esta doble responsabilidad violando de manera flagrante la Constitución Mexicana.

6. El coyotaje es una actividad delictiva, tipificada por la legislación penal, entre otros, a través del delito de tráfico de influencias, y Mouriño y Calderón es claro que están incurriendo en actos de coyotería. La entrega a corporaciones multinacionales de recursos estratégicos que por mandato constitucional son patrimonio de la nación configura, sin embargo, un acto criminal de otra dimensión: el delito de traición a la patria, el más grave que puede cometer un gobernante, sea o no de facto. Y la consecuencia de este desprecio de Calderón y sus amigos al marco legal de la República es muy clara: incurre en el supuesto señalado en el párrafo segundo del artículo 108 constitucional, que señala que durante su encargo el Ejecutivo “podrá ser acusado por traición a la patria y delitos graves del orden común”, los delitos que presunta y evidentemente está cometiendo Calderón junto con varios de sus colaboradores.

7. El llamado Diagnóstico. Situación de Pemex no es diagnóstico ni trata sobre el Pemex real, la empresa que han buscado destruir los tecnócratas priístas y panistas para justificar la privatización. No habla para nada de la mala administración ni de la corrupción y el saqueo que han cometido los últimos gobiernos, incluyendo los de Vicente Fox y Calderón, y no hace más que presentar esa visión catastrofista que justifica su proyecto; de ahí que fueran vapuleados durante su comparecencia el día 2 el director de Pemex, Jesús Reyes Heroles hijo, y la secretaria de Energía, Georgina Kessel, tratados como ineptos.

8. El repudio nacional a su intención de entregar el petróleo de México al capital extranjero, dando una gigantesca marcha atrás al reloj de la historia, Calderón busca eludirlo en esa perspectiva: a) tratando de que sean el PAN o acaso el PRI los que presenten la iniciativa de cambios legales, o b) esforzándose en presentar con lenguaje rebuscado una privatización disfrazada, y así es como han encontrado los tecnócratas panistas una idea que les parece brillante: presentar el proyecto privatizador como “la autonomía de Pemex”

9. Esa “autonomía” de la paraestatal no es para el gobierno ilegítimo sino un eufemismo más que les permitiría en su confusa concepción jurídica blindar a Pemex, supuestamente para evitar toda injerencia en la empresa tanto del Ejecutivo como del Legislativo, quedando ésta en manos de una oligarquía de tecnócratas neoliberales vinculados a las grandes petroleras extranjeras, que serían designados por largos periodos, y que tendrían la facultad de concertar políticas contrarias a la Constitución mexicana: la privatización, en suma.

10. El pueblo mexicano desde ahora lo está entendiendo todo y por ello el nerviosismo de quienes siendo los beneficiarios del proyecto privatizador no atinan cómo hacerle.