¿No importa a Calderón pisotear la Constitución?
Forum
Juan Camilo Mouriño, el niño consentido de Felipe Calderón, asumió el mando de la política interior. Con una carrera política de apenas diez años y a menos de veinte de haber asumido la nacionalidad mexicana, el nacido en Madrid, cuyo mayor mérito es tener un padre millonario que llegó a finales de la década de los setenta "a la conquista de América" y vaya usted a saber cómo y con qué contribuyó a la campaña del 2006, es ahora secretario de Gobernación, un territorio de España en México, dispuesto a concretar, entre sus prioridades la reforma energética, misma que favorecerá a sus coterráneos.
El hecho significa para esta clase en el poder cerrar un pacto, primero con el grupo que este personaje representa: un sector importante del empresariado español, que en la última década es la segunda fuente de inversión extranjera directa para México, después de Estados Unidos. Además es una persona vinculada también con los grandes intereses de este último país, y lidera al grupo de yuppis que acompaña a Felipe Calderón en Los Pinos, desde que era dirigente de su fracción en la Cámara de Diputados, durante el primer trienio del foxiato.
Por otro lado, fue sorpresiva la tempranera renuncia de Francisco Ramírez Acuña, pues a pesar de haber hecho un papel muy menor como secretario del despacho, la mediocridad es la que reina en el gabinete del calderonato. El jalisciense fue inepto para tender los puentes necesarios entre todas las fuerzas y actores políticos del país, cometió errores incomprensibles que terminaron en anunciados desastres propiciados como el de Tabasco o tener al país de nueva cuenta sumido en la espiral de violencia, como ahora lo vemos, producto del crimen organizado y que este inicio de año nos vuelve a sorprender con un baño de sangre.
Para algunos esto de la nueva oleada de narcoejecuciones al despuntar el año, fue el motivo de la renuncia de Ramírez Acuña, para otros simplemente dejó de ser funcional para los propósitos de una derecha calculadora.
Está probado que este grupo, lo mismo se puede asociar con el Góber precioso, que con Ulises Ruiz o con un sector del crimen organizado, que con la izquierda colaboracionista. El chiste es obtener cada vez más espacios de poder, cediendo lo que se tenga que ceder. Ahí están como prueba los procesos electorales de los últimos doce meses, donde el PAN al parecer pactó varias entidades, entre otras Tamaulipas, como una forma de pagar facturas por los favores recibidos, en el 2006, a través de su intermediaria: Elba Esther Gordillo. Es más, al propio gobernador Eugenio Hernández Flores se le liga con este grupo que tiene a la entidad en un explosiva intimidación y terror.
Para muchos, el merito más importante de Francisco Ramírez Acuña fue que destapó al entonces secretario de Energía del gobierno de Fox y esto al parecer era más que suficiente para mantenerlo en el cargo durante más de trece meses. Por supuesto, los motivos de la dimisión no fueron revelados, aunque si fuera por ineptitud, pues más del 90 por ciento del actual gabinete debería anunciar su renuncia en este mismísimo instante.
Por lo pronto, los cambios lo único que perfilan es garantizar para el PAN el futuro, es decir, el 2009: pretenden diseñar una estrategia distinta, los desafíos (en palabras de Calderón) y los retos que enfrentarán y desde donde van a pretender ganar el Congreso para seguir manipulando las cámaras legislativas, a su verdadero arbitrio, como ahora lo hacen aliados a un sector del PRI, aislando a la izquierda incómoda, es decir, aquella que les hace ruido y no les permite continuar apropiándose y vendiendo lo que falta del país.
Por lo que toca a Mouriño se enfrenta, de entrada, a un "pequeño impedimento" para legitimarse: al artículo 91 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que reza: "para ser secretario del despacho se requiere: ser ciudadano mexicano por nacimiento, estar en ejercicio de sus derechos y tener treinta años cumplidos". Es visible que la profesión de Felipe Calderón no le ayuda mucho o será que es abogado de una universidad con graves carencias formativas que no le permite ver más allá de su nariz. Por lo pronto Juan Camilo, mejor conocido por sus cuates como Iván ha tratado de ganar los espacios para cantar a los cuatro vientos que nació en México y que su madre también es mexicana, cuando es de todos sabido que sus padres son gallegos y que él es nacionalizado mexicano.
Lo cierto que con Cordero y el españolito (ya el diario hispano El País, en su edición del 17 de enero, cabecea que "Madrileño dirigirá lucha contra crimen en México"), Felipe Calderón Hinojosa pone a dos caballos visibles, como probables sucesores de él. Con ellos pretenderá tener un mayor control de la vida política y social del país, de los procesos electorales intermedios, de los medios de comunicación, un control más estricto de las cámaras legislativas, un sistema de inteligencia más depurado y sellar alianzas con sus afines. Además de someter a las izquierdas con técnicas más sofisticadas: cooptar a quien sea factible de ser comprado y aislar a quien se tenga que hacerlo.
Dice un reconocido y apreciado líder moral de la izquierda que el modelo que trata de imponer esta clase política joven, hegemónica, será intentar perpetuarse en el poder por varias decenas de años y para ello desarrollará alianzas estratégicas con distintos grupos políticos y empresariales y aspirarán a convertir a los progresistas en un tigre desdentado y sin uñas, en un minino que sólo ronroneé y no les represente peligro alguno, mucho menos desde el punto de vista electoral, con objeto de alcanzar el poder, por lo menos hasta el 2030, que es el plan de Calderón.
Con este movimiento, al parecer el asunto no tiene remedio. Si el presidente se jacta de estar en un estado de derecho, Juan Camilo Mouriño tendrá que renunciar y si no lo hace, será el propio presidente quien tenga que hacerlo: el nombramiento es una flagrante trasgresión a la norma constitucional.
Juan Camilo Mouriño, el niño consentido de Felipe Calderón, asumió el mando de la política interior. Con una carrera política de apenas diez años y a menos de veinte de haber asumido la nacionalidad mexicana, el nacido en Madrid, cuyo mayor mérito es tener un padre millonario que llegó a finales de la década de los setenta "a la conquista de América" y vaya usted a saber cómo y con qué contribuyó a la campaña del 2006, es ahora secretario de Gobernación, un territorio de España en México, dispuesto a concretar, entre sus prioridades la reforma energética, misma que favorecerá a sus coterráneos.
El hecho significa para esta clase en el poder cerrar un pacto, primero con el grupo que este personaje representa: un sector importante del empresariado español, que en la última década es la segunda fuente de inversión extranjera directa para México, después de Estados Unidos. Además es una persona vinculada también con los grandes intereses de este último país, y lidera al grupo de yuppis que acompaña a Felipe Calderón en Los Pinos, desde que era dirigente de su fracción en la Cámara de Diputados, durante el primer trienio del foxiato.
Por otro lado, fue sorpresiva la tempranera renuncia de Francisco Ramírez Acuña, pues a pesar de haber hecho un papel muy menor como secretario del despacho, la mediocridad es la que reina en el gabinete del calderonato. El jalisciense fue inepto para tender los puentes necesarios entre todas las fuerzas y actores políticos del país, cometió errores incomprensibles que terminaron en anunciados desastres propiciados como el de Tabasco o tener al país de nueva cuenta sumido en la espiral de violencia, como ahora lo vemos, producto del crimen organizado y que este inicio de año nos vuelve a sorprender con un baño de sangre.
Para algunos esto de la nueva oleada de narcoejecuciones al despuntar el año, fue el motivo de la renuncia de Ramírez Acuña, para otros simplemente dejó de ser funcional para los propósitos de una derecha calculadora.
Está probado que este grupo, lo mismo se puede asociar con el Góber precioso, que con Ulises Ruiz o con un sector del crimen organizado, que con la izquierda colaboracionista. El chiste es obtener cada vez más espacios de poder, cediendo lo que se tenga que ceder. Ahí están como prueba los procesos electorales de los últimos doce meses, donde el PAN al parecer pactó varias entidades, entre otras Tamaulipas, como una forma de pagar facturas por los favores recibidos, en el 2006, a través de su intermediaria: Elba Esther Gordillo. Es más, al propio gobernador Eugenio Hernández Flores se le liga con este grupo que tiene a la entidad en un explosiva intimidación y terror.
Para muchos, el merito más importante de Francisco Ramírez Acuña fue que destapó al entonces secretario de Energía del gobierno de Fox y esto al parecer era más que suficiente para mantenerlo en el cargo durante más de trece meses. Por supuesto, los motivos de la dimisión no fueron revelados, aunque si fuera por ineptitud, pues más del 90 por ciento del actual gabinete debería anunciar su renuncia en este mismísimo instante.
Por lo pronto, los cambios lo único que perfilan es garantizar para el PAN el futuro, es decir, el 2009: pretenden diseñar una estrategia distinta, los desafíos (en palabras de Calderón) y los retos que enfrentarán y desde donde van a pretender ganar el Congreso para seguir manipulando las cámaras legislativas, a su verdadero arbitrio, como ahora lo hacen aliados a un sector del PRI, aislando a la izquierda incómoda, es decir, aquella que les hace ruido y no les permite continuar apropiándose y vendiendo lo que falta del país.
Por lo que toca a Mouriño se enfrenta, de entrada, a un "pequeño impedimento" para legitimarse: al artículo 91 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que reza: "para ser secretario del despacho se requiere: ser ciudadano mexicano por nacimiento, estar en ejercicio de sus derechos y tener treinta años cumplidos". Es visible que la profesión de Felipe Calderón no le ayuda mucho o será que es abogado de una universidad con graves carencias formativas que no le permite ver más allá de su nariz. Por lo pronto Juan Camilo, mejor conocido por sus cuates como Iván ha tratado de ganar los espacios para cantar a los cuatro vientos que nació en México y que su madre también es mexicana, cuando es de todos sabido que sus padres son gallegos y que él es nacionalizado mexicano.
Lo cierto que con Cordero y el españolito (ya el diario hispano El País, en su edición del 17 de enero, cabecea que "Madrileño dirigirá lucha contra crimen en México"), Felipe Calderón Hinojosa pone a dos caballos visibles, como probables sucesores de él. Con ellos pretenderá tener un mayor control de la vida política y social del país, de los procesos electorales intermedios, de los medios de comunicación, un control más estricto de las cámaras legislativas, un sistema de inteligencia más depurado y sellar alianzas con sus afines. Además de someter a las izquierdas con técnicas más sofisticadas: cooptar a quien sea factible de ser comprado y aislar a quien se tenga que hacerlo.
Dice un reconocido y apreciado líder moral de la izquierda que el modelo que trata de imponer esta clase política joven, hegemónica, será intentar perpetuarse en el poder por varias decenas de años y para ello desarrollará alianzas estratégicas con distintos grupos políticos y empresariales y aspirarán a convertir a los progresistas en un tigre desdentado y sin uñas, en un minino que sólo ronroneé y no les represente peligro alguno, mucho menos desde el punto de vista electoral, con objeto de alcanzar el poder, por lo menos hasta el 2030, que es el plan de Calderón.
Con este movimiento, al parecer el asunto no tiene remedio. Si el presidente se jacta de estar en un estado de derecho, Juan Camilo Mouriño tendrá que renunciar y si no lo hace, será el propio presidente quien tenga que hacerlo: el nombramiento es una flagrante trasgresión a la norma constitucional.