Ni de su cumpleaños nos informa
Por Esto / Alvaro Cepeda Neri
Está bien que el señor Calderón elija a quienes invita a sus fiestas personales y nos deje esperando tan alto honor de convivir con él que tan afecto ha sido, toda la vida, de reuniones hasta para no celebrar nada con sus amigos y sobre las que tantas cosas se cuentan. Nacido michoacano el 17 de agosto de 1962, el año pasado apagó 45 velitas (de las que se vuelven a encender, una pequeña broma que le jugó Mouriño).
Estuvieron su familia, sus cuates, muchos de ellos de la bohemia; algunos funcionarios y, claro, su equipo de Los Pinos que ahora, tras los nombramientos son, con el título de la obra de Andrés Henestrosa: Los hombres que dispersó la danza.
A Salinas también le gustaba la bohemia, y con algunos de sus cercanos de su ronco pecho y uno que otro “gallo”, como solistas o a coro, cantaban en torno de un piano. El caso es que las fiestas en Los Pinos, desde mi General Cárdenas (para los cumpleaños del entonces niño Cuauhtémoc Cárdenas) hasta Fox, del PRM al PRI y al PAN (y a la mejor hasta con el PNR, desde mi General Calles) siempre se han financiado con dinero ajeno, con dinero del presupuesto de egresos, es decir, con dinero del pueblo. Así de sencillo fue y sigue siendo. Una práctica más del abuso del poder, por la vía de la corrupción.
Ciertamente que ya desde Venustiano Carranza existía la Partida Secreta (con mayúsculas, porque era una bolsa que de sexenio a sexenio fue creciendo hasta llegar a ser multimillonaria) de cuyos gastos el Presidente en turno no tenía que dar razón alguna. Fue un botín desde 1920.
Esto, más los demás excesos y con cargo a todo eso salieron millonarios toda clase de funcionarios. Y todavía, incluso en la era panista. Uno de los hijos de Mart(h)a, en entrevista al reportero Miguel Badillo, cuando éste le preguntaba por qué los Bribiesca se dedicaban a los negocios a la sombra de Fox, ingenuamente cínico le respondió: “¡Miguel... nos quitaron la partida secreta!”.
Pues bien, el año pasado, precisamente el 17 de agosto, viernes por la noche (“¡gracias a Dios es viernes!”), Calderón ofreció una fiesta en Los Pinos. Hubo de todo, hasta mariachis. El gasto fue con cargo al presupuesto. Y no obstante que hubo y hay constantes peticiones al Instituto Federal de Acceso a la Información y éste las ha gestionado, Mouriño, Cortázar y Nava contestaron que era información reservada que se revelaría hasta dentro de 100 años.
Pero el IFAI, por mayoría de votos acordó que Calderón informara de los gastos. Y tiene el inquilino de Los Pinos un mes para hacerlo con lujo de detalles. La cuestión es que entre los invitados estuvo Alonso Lujambio... ¡presidente del IFAI! y tuvo que abstenerse de participar en la votación, aunque durante la discusión casi defendió a Calderón, su amigo, actuando como juez y parte.
Lujambio dijo que no hay conflicto de intereses, porque entre él y Calderón no hay amistad íntima. La crónica de la orden para dar información nos la compartieron los reporteros Lilia Saúl y Elizabeth Velasco (El Universal y La Jornada: 24/I/08).
Está bien que el señor Calderón elija a quienes invita a sus fiestas personales y nos deje esperando tan alto honor de convivir con él que tan afecto ha sido, toda la vida, de reuniones hasta para no celebrar nada con sus amigos y sobre las que tantas cosas se cuentan. Nacido michoacano el 17 de agosto de 1962, el año pasado apagó 45 velitas (de las que se vuelven a encender, una pequeña broma que le jugó Mouriño).
Estuvieron su familia, sus cuates, muchos de ellos de la bohemia; algunos funcionarios y, claro, su equipo de Los Pinos que ahora, tras los nombramientos son, con el título de la obra de Andrés Henestrosa: Los hombres que dispersó la danza.
A Salinas también le gustaba la bohemia, y con algunos de sus cercanos de su ronco pecho y uno que otro “gallo”, como solistas o a coro, cantaban en torno de un piano. El caso es que las fiestas en Los Pinos, desde mi General Cárdenas (para los cumpleaños del entonces niño Cuauhtémoc Cárdenas) hasta Fox, del PRM al PRI y al PAN (y a la mejor hasta con el PNR, desde mi General Calles) siempre se han financiado con dinero ajeno, con dinero del presupuesto de egresos, es decir, con dinero del pueblo. Así de sencillo fue y sigue siendo. Una práctica más del abuso del poder, por la vía de la corrupción.
Ciertamente que ya desde Venustiano Carranza existía la Partida Secreta (con mayúsculas, porque era una bolsa que de sexenio a sexenio fue creciendo hasta llegar a ser multimillonaria) de cuyos gastos el Presidente en turno no tenía que dar razón alguna. Fue un botín desde 1920.
Esto, más los demás excesos y con cargo a todo eso salieron millonarios toda clase de funcionarios. Y todavía, incluso en la era panista. Uno de los hijos de Mart(h)a, en entrevista al reportero Miguel Badillo, cuando éste le preguntaba por qué los Bribiesca se dedicaban a los negocios a la sombra de Fox, ingenuamente cínico le respondió: “¡Miguel... nos quitaron la partida secreta!”.
Pues bien, el año pasado, precisamente el 17 de agosto, viernes por la noche (“¡gracias a Dios es viernes!”), Calderón ofreció una fiesta en Los Pinos. Hubo de todo, hasta mariachis. El gasto fue con cargo al presupuesto. Y no obstante que hubo y hay constantes peticiones al Instituto Federal de Acceso a la Información y éste las ha gestionado, Mouriño, Cortázar y Nava contestaron que era información reservada que se revelaría hasta dentro de 100 años.
Pero el IFAI, por mayoría de votos acordó que Calderón informara de los gastos. Y tiene el inquilino de Los Pinos un mes para hacerlo con lujo de detalles. La cuestión es que entre los invitados estuvo Alonso Lujambio... ¡presidente del IFAI! y tuvo que abstenerse de participar en la votación, aunque durante la discusión casi defendió a Calderón, su amigo, actuando como juez y parte.
Lujambio dijo que no hay conflicto de intereses, porque entre él y Calderón no hay amistad íntima. La crónica de la orden para dar información nos la compartieron los reporteros Lilia Saúl y Elizabeth Velasco (El Universal y La Jornada: 24/I/08).