El Por qué del Por qué
Asimetrías
I
A trece meses de iniciado el presidencialado de facto de Felipe Calderón, millones de mexicanos --diríase que la inmensa mayoría-- padecemos los estrujos de la incertidumbre acerca del presente y, no se diga, del futuro inmediato, el de los hijos.
Estamos, pues, esos millones de mexicanos en el umbral mismo del desencanto y su gorgona gemela, la desesperanza, atizadas las fogaratas de ésta y aquélla por una profunda y colosal sensación de engaño. Nos sentimos víctimas de una gran simulación.
Nos sentimos damnificados de una simulación que percibimos muchos como sistémica --y, por ende, aviesamente premeditada, cometida con alevosía y perpretada con ventaja-- y no como secuela de la concatenación de ciertos accidentes de geopolítica.
Sentimos que esos accidentes de geopolítica --la globalización o, como la llama John Saxe-Fernández, imperialización-- son, a su vez, artificialmente provocados y causados. Accidentes de geopolítica ajenos a nuestra voluntad colectiva.
II
Dicho de otro jaez, caro leyente: no somos pos los mexicanos que sentimos los efectos multiplicadores de una combinación de vectores de suma perversidad intrínseca y adquirida --la cultura de la iniquidad del poder--, a saber:
Por un lado, el vector de una gran ineptitud no solamente del personero mayor y más conspicuo del gobierno de facto y sus apoltronados adláteres, sino también de los personeros de las jeraraquías superiores del Estado mexicano mismo.
Y, por otro lado, el vector que se representa en la naturaleza vera del poder y sus componentes causativos y secuenciales, destacando de entre los primeros el relativo a las motivaciones del comportamiento de poderatarios y poderdantes.
Un vector adicional se emblematiza en la dialéctica misma de sucedidos de geopolítica que, en el caso de México, se observa en la realidad insoslayable --que algunos se niegan a ver-- de dependencia y franca anexión de nuestro país a Estados Unidos.
III
Una anexión de hecho que explica los por qués de los por qués que millones de mexicanos nos formulamos dadas las manifestaciones de nuestra realidad: avalancha de alzas de bienes y servicios básicos, desempleo y magros salarios...
Y más: aumentos ofensivos -- de un peso 94 centavos al salario mínimo--, afianzamiento de políticas de seguridad de claro corte fascistoide, censura a la difusión crítica y entrega del tesauro nacional a consorcios trasnacionales de EU y España.
Señálese que EU --o, por mejor decir, el Estado estadunidense-- debe ser entendido como un instrumento de los vastos intereses de los grandes consorcios trasnacionales cuya sede es el país vecino y, ahora, también España.
Y señálese, asimismo, que este juego de premisas nos arrojaría un silogismo asaz conturbador: México es un país tomado, dominado y, ergo, poseído y saqueado por los consorcios trasnacionales estadunidenses y, en esa inercia, españoles.
Pero esa toma, tal dominación, dicha poesión y consecuente saqueo no fue logrado a sangre y fuego por las fuerzas armadas de EU o de España, sino mediante la complicidad --por ideología, cobardía o corrupción-- de varios presidentes de México.
Y es que desde 1982, esos mandatarios han optado por someterse a intereses de los consorcios trasnacionales --que dominan e influyen en los Estados estadunidense y español-- y la gran oligarquía local y ser cómplices de la impoerialización del país.
Esto es indudable. La dialéctica de la dependencia económica --financiera, bancaria, industrial, comercial--, política y societal-cultural describe que la incierta y desesperanzada situación en la que vivimos los mexicanos tiene ese origen claro.
No es otra la causal de esa criminógena indiferencia del Estado mexicano --y del gobierno que lo representa-- ante la realidad opresiva de incertidumbre y desesperanza que nos desgarra y nos acogota y sus dramáticas manifestaciones.
Glosario:
Acogota: Matar con herida o golpe dado en el cogote.
Gorgona: Una de las sete Furias. Persona fea y mala.
I
A trece meses de iniciado el presidencialado de facto de Felipe Calderón, millones de mexicanos --diríase que la inmensa mayoría-- padecemos los estrujos de la incertidumbre acerca del presente y, no se diga, del futuro inmediato, el de los hijos.
Estamos, pues, esos millones de mexicanos en el umbral mismo del desencanto y su gorgona gemela, la desesperanza, atizadas las fogaratas de ésta y aquélla por una profunda y colosal sensación de engaño. Nos sentimos víctimas de una gran simulación.
Nos sentimos damnificados de una simulación que percibimos muchos como sistémica --y, por ende, aviesamente premeditada, cometida con alevosía y perpretada con ventaja-- y no como secuela de la concatenación de ciertos accidentes de geopolítica.
Sentimos que esos accidentes de geopolítica --la globalización o, como la llama John Saxe-Fernández, imperialización-- son, a su vez, artificialmente provocados y causados. Accidentes de geopolítica ajenos a nuestra voluntad colectiva.
II
Dicho de otro jaez, caro leyente: no somos pos los mexicanos que sentimos los efectos multiplicadores de una combinación de vectores de suma perversidad intrínseca y adquirida --la cultura de la iniquidad del poder--, a saber:
Por un lado, el vector de una gran ineptitud no solamente del personero mayor y más conspicuo del gobierno de facto y sus apoltronados adláteres, sino también de los personeros de las jeraraquías superiores del Estado mexicano mismo.
Y, por otro lado, el vector que se representa en la naturaleza vera del poder y sus componentes causativos y secuenciales, destacando de entre los primeros el relativo a las motivaciones del comportamiento de poderatarios y poderdantes.
Un vector adicional se emblematiza en la dialéctica misma de sucedidos de geopolítica que, en el caso de México, se observa en la realidad insoslayable --que algunos se niegan a ver-- de dependencia y franca anexión de nuestro país a Estados Unidos.
III
Una anexión de hecho que explica los por qués de los por qués que millones de mexicanos nos formulamos dadas las manifestaciones de nuestra realidad: avalancha de alzas de bienes y servicios básicos, desempleo y magros salarios...
Y más: aumentos ofensivos -- de un peso 94 centavos al salario mínimo--, afianzamiento de políticas de seguridad de claro corte fascistoide, censura a la difusión crítica y entrega del tesauro nacional a consorcios trasnacionales de EU y España.
Señálese que EU --o, por mejor decir, el Estado estadunidense-- debe ser entendido como un instrumento de los vastos intereses de los grandes consorcios trasnacionales cuya sede es el país vecino y, ahora, también España.
Y señálese, asimismo, que este juego de premisas nos arrojaría un silogismo asaz conturbador: México es un país tomado, dominado y, ergo, poseído y saqueado por los consorcios trasnacionales estadunidenses y, en esa inercia, españoles.
Pero esa toma, tal dominación, dicha poesión y consecuente saqueo no fue logrado a sangre y fuego por las fuerzas armadas de EU o de España, sino mediante la complicidad --por ideología, cobardía o corrupción-- de varios presidentes de México.
Y es que desde 1982, esos mandatarios han optado por someterse a intereses de los consorcios trasnacionales --que dominan e influyen en los Estados estadunidense y español-- y la gran oligarquía local y ser cómplices de la impoerialización del país.
Esto es indudable. La dialéctica de la dependencia económica --financiera, bancaria, industrial, comercial--, política y societal-cultural describe que la incierta y desesperanzada situación en la que vivimos los mexicanos tiene ese origen claro.
No es otra la causal de esa criminógena indiferencia del Estado mexicano --y del gobierno que lo representa-- ante la realidad opresiva de incertidumbre y desesperanza que nos desgarra y nos acogota y sus dramáticas manifestaciones.
Glosario:
Acogota: Matar con herida o golpe dado en el cogote.
Gorgona: Una de las sete Furias. Persona fea y mala.