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jueves, 10 de enero de 2008

Los Clinton, los Kirchner y los Fox

Ricardo Monreal Avila

Después de un apretado triunfo en las elecciones primarias del partido demócrata en New Hampshire --el cual estuvo precedido de una sorpresiva derrota inicial en las primarias del estado de Iowa--, Hillary Clinton ha visto renacer sus posibilidades para alcanzar la candidatura presidencial en los Estados Unidos y, eventualmente, hacerse de la Casa Blanca, en una trayectoria sin precedente: sería la primera mujer en gobernar a la nación más poderosa del mundo y la primera esposa de un exmandatario norteamericano en regresar a la oficina oval por la puerta principal de entrada, no por el pasillo lateral que comunica el despacho presidencial con las estancias domésticas de la casa de gobierno más conocida en los Estados Unidos.

De alcanzar su objetivo, Hillary Clinton pasaría de ser una ex primera dama a primera mandataria, mientras que su esposo, Bill Clinton, transitaría de la condición de ex presidente de su país a la de "primer caballero". Una mutación de personajes y funciones que, por cierto, acaba de experimentar Argentina con el matrimonio Kirchner y, en su momento, intentó hacerlo en nuestro país la ex pareja presidencial de los Fox Sahagún.

Esta coincidencia de trayectorias y propósitos iniciales de estas tres parejas de poder --aunque con desenlaces diferentes o aún por escribirse--, motiva a una reflexión sobre las trayectorias políticas de los Clinton, los Kirchner y los Fox.

Habrá quien piense que en realidad no tienen mucho en común. Que son pocas las coincidencias y las circunstancias. Sin embargo, esas pocas coincidencias son significativas. De inicio comparten un molde: son parejas fraguadas desde y para el poder.

Lo obvio: ellos fueron presidentes y, durante o después de su gestión, ellas han buscado sucederlos desde el cargo aparentemente honorífico y protocolario de "primeras damas". El debate: la utilización del poder público para impulsar una reelección atípica, una continuidad en pareja, una alternancia por relevo matrimonial, cuya naturaleza monárquica o dinástica queda aparentemente neutralizada por el tamiz de las urnas.

Tienen algo más en común. Hillary Clinton, Cristina Kirchner y Marta Fox han dispuesto para su proyección política personal de una fundación filantrópica.

La de Hillary es precisamente la "Fundación William J. Clinton", cuya sede es la biblioteca presidencial Arkansas en Little Rock, que sólo en 2005 recaudó 80 millones de dólares. La de Cristina Fernández es la fundación "Primero Argentina".

Y la sobradamente conocida fundación "Vamos México" de Marta Sahagún, con sus bucólicas oficinas en el cuestionado rancho La Estancia.

Esta inclinación común por la filantropía nos obliga a preguntarnos: ¿coartada o realidad? ¿Fachada política o asistencia privada desinteresada? El debate se ha suscitado porque en períodos de campaña estas fundaciones se convierten en auténticas plataformas electorales, y sus directivos en verdaderos recolectores de fondos económicos. Ejemplos. Por las oficinas centrales de la fundación Clinton ha pasado desde la familia Walton --de la cadena Wal-Mart-- hasta la cantante Madonna, donde además de contribuir a la causa filantrópica se convierten alternadamente en donadores de fondo para la campaña de la señora Clinton, en una mezcla poco clara de intereses y objetivos que ha generado en este momento un debate jurídico y político sobre la licitud de este mecanismo filantrópico-político.

En Argentina, algo similar ocurrió durante el reciente proceso electoral donde la fundación "Primero Argentina", cuyos directivos son funcionarios que trabajan con el presidente Néstor Kirchner desde la época en que era gobernador de Santa Cruz, apoyaron de manera abierta a Cristina Fernández y al candidato a gobernador bonaerense, Daniel Scioli. La fundación tiene como carta de presentación filantrópica el proyecto "Compromiso K" o "Generación K" (con K de Kirchner), para canalizar ayuda a los argentinos más necesitados y apoyar proyectos educativos. Para ello recibe fondos privados de Argentina y del exterior. Sólo que en el reciente proceso electoral se convirtió en aliada y promotora de los candidatos del Frente para la Victoria, con el partido Justicialista al centro. Esa fundación, dice la oposición argentina, en realidad es un parapeto del "kirchnerismo ortodoxo".

Con estos antecedentes a la vista, el activismo apenas recientemente contenido del ex presidente Fox, que lo llevó a imitar de manera extralógica la conducta de los ex presidentes norteamericanos, con la publicación de obras políticas autobiográficas, la impartición de conferencias pagadas y el cobro de audiencias o charlas privadas (por ejemplo, una hora de té o café con el Former President Clinton llega a costar hasta 10 mil dólares), adquiere un sentido y una lógica claramente políticas.

Cuando el ex presidente Fox exige le llamen "presidente" no es por una pérdida del sentido de la realidad, sino por la necesidad de seguir medrando con el cargo que usufructuó seis años. Según confesiones del empresario Luis Miguel Moreno Vélez a la periodista Anabel Hernández (www.indigo.com), una audiencia con el mandatario o su esposa llegaba a cotizarse hasta en 8 millones de pesos, sin garantía de nada. Sólo por verlos. Una especie de "pay per view". Ese dinero supuestamente era para la fundación de la pareja presidencial.

Cuando el ex presidente se presenta a sí mismo en Estados Unidos, Canadá, España e Italia como un político que puede vencer al populismo de Chávez, Castro y Evo Morales, "porque ya lo hice en México con López Obrador", en realidad se está vendiendo como un político mosquetero contra esos gobiernos. "Yo puedo combatirlos.

Sólo necesito fondos. Y para ello tenemos una fundación. Cómprenme", sería la línea argumental. Ese fue precisamente en su momento el guión de "amigos de Fox": yo puedo sacar al PRI del Palacio Nacional e iniciar el gobierno del cambio, sólo necesito fondos y para eso cuento con esta asociación civil.

El ex presidente no está loco o fuera de sí. Simplemente anda en precampaña electoral y en una colecta de fondos. Ayer lo hizo para él y para "amigos de Fox".

Hoy lo hace para su esposa y para "Vamos México". Si así lo hicieron los Clinton y los Kirchner, "¿por qué nosotros no, darling?", es seguramente la pregunta de alcoba más escuchada en este momento en San Francisco del Rincón, Guanajuato.