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jueves, 10 de enero de 2008

¿Dónde hace las compras, doctor Ortiz?

México SA

* Poder adquisitivo, ¿fortalecido?
* Aumenta el pan, 15.42%; el aceite, 19.6%

En medio del indiscriminado bombardeo de aumentos de precios que desde hace varios meses cae sobre los consumidores, el Banco de México ha tenido la cortesía de informar, sin inmutarse, que la inflación en 2007 fue de tan sólo 3.76 por ciento, incluso menor al 4.05 por ciento de 2006, año en el que el tiroteo también fue sostenido. Son cifras que obligan a preguntar: ¿dónde compra sus viandas, doctor Ortiz?

Dónde, porque los consumidores ya no sienten lo duro sino lo tupido de la escalada de precios, y si el Banco de México los agarra de buen humor, lo único que en ellos provocará su información será una sonora carcajada. Sin embargo, difícilmente los encontrará con ese talante, de tal suerte que la reacción será, es, de enojo y rechazo, pues el mañoso promedio que condensa el reporte inflacionario oficial no refleja, ni de lejos, una realidad que lacera el del por sí deteriorado poder adquisitivo de los mexicanos, quienes destinan la mayor parte de su escaso ingreso a la compra de la canasta básica, con un aumento superior a 35 por ciento en 2007.

Tal promedio resulta del movimiento, al alza o a la baja, de casi 190 mil precios de productos y servicios (incluidos artículos de lujo) que oficialmente monitorea el Banco de México, y de esta práctica obtiene el citado 3.76 por ciento de 2007, de tal suerte que según esta versión el aumento al mini salario que generosamente otorgaron gobierno, patrones y “líderes obreros” para ese año resultó mayor que la inflación registrada en el periodo, ergo, “fortaleció” el poder adquisitivo.

Eso dicen, pero al consultar sus propios resultados en renglones específicos el “triunfo” del Banco de México se desvanece. Por ejemplo, en alimentos, bebidas y tabaco el 3.76 por ciento presumido por el doctor Ortiz se incrementa a 6 por ciento, pero si este renglón se desmenuza la situación empeora: el pan de caja (léase Bimbo) aumentó 15.42 por ciento; el aceite y las grasas vegetales, 19.6; el pan blanco (panaderías) 16.5; las “botanas” (propiedad de Bimbo y Pepsico) 13.35, y hasta las galletas de animalitos duplicaron el promedio general (casi 8 por ciento).

Por citar algunos casos, en frutas y verduras (esas que México exporta como nunca y que demuestra el “éxito” del TLCAN, según la versión oficial), en 2007 el precio del limón se incrementó 68.9 por ciento y el de la cebolla 13.44, mientras que el del jitomate, que tanta preocupación provocó en el doctor Ortiz, reportó una baja de 17.25 por ciento, al igual que los nopales (-16.5 por ciento). A cambio de las reducciones citadas, el precio del huevo aumentó casi 18 por ciento, el del pollo entero cerca de 7 por ciento y el de la carne de res alrededor de 6 por ciento. Las gasolinas aumentaron 5.2 por ciento, las tarifas eléctricas 3 por ciento y el gas doméstico 1.76 por ciento, siempre (en este como en los otros casos citados) según las cifras oficiales del Banco de México.

El Banco de México asegura que en diciembre pasado la inflación general fue de 0.41 por ciento y de 0.77 por ciento en el renglón de alimentos, bebidas y tabaco, información que de inmediato provocó un ataque de risa entre las amas de casa. A la hora del desglose, resulta que el aumento de precios de la mayoría de alimentos para ese mes fue diez veces mayor al promedio presumido por la institución. Y el aumento a los cigarros lo dejaron para los primeros días de 2008 (4.2 por ciento).

Todo lo anterior no incluye un elemento aterrador: el enorme diferencial de precios que se registra entre los comercios que expenden los productos, incluso los pertenecientes al mismo grupo o cadena, que en algunos artículos llega a ser de 50 por ciento o más.

El seguimiento que en este sentido realiza el gobierno del Distrito Federal es ilustrativo (precio mínimo y máximo). Por ejemplo, en noviembre pasado el aceite Mazola de un litro se vendía a 19.50 pesos en Soriana y a 25.02 pesos en Sumesa, una diferencia superior a 22 por ciento; ISSSTE Farmacias ofrecía un kilo de manteca de cerdo (misma marca) en 10 pesos y la Tienda Trabajadores Sector Eléctrico (TCTSE) a 20 pesos; el papel de baño (igual marca, idéntico contenido) se encontraba en ISSSTE Farmacias a 38.36 pesos y en Chedraui a 55 pesos, un diferencial de 30.25 por ciento; pañales para bebé (misma marca, igual contenida) se vendían a 52.8 pesos en Bodega Comercial Mexicana y (ojo) a 86 pesos en el IMSS, lo que hace una diferencia de casi 39 por ciento.

Y así por el estilo. Sólo para citar casos adicionales, en carne de res, cerdo y pollo se observaron diferencias en el precio de hasta de 62 por ciento (Superama el más caro, propiedad de la trasnacional Wal-Mart); en alimentos industrializados para bebé (Gerber) 35 por ciento (Oxxo el más caro, del Grupo Femsa; 50 por ciento en el caso del aguacate (ISSSTE Farmacia); de 50 a 60 por ciento en el caso de la cebolla (Super Gigante, que recientemente adquirió, junto con toda la cadena, el grupo Soriana, y Wal-.Mart, respectivamente); 40 por ciento para el frijol (Gigante y Sumesa); y 32 por ciento la naranja (Wal-Mart).

Por estos días los consumidores sufren una nueva escalada de precios, pero en el gobierno dicen que no, que “no existe un riesgo de espiral inflacionaria en el país” (Ernesto Cordero, subsecretario de Hacienda).

Entonces, el gobierno puede ocultar muchas cosas (acuerdo en lo oscurito, privilegios a tal o cual empresa o empresario, puertas abiertas a trasnacionales, concertacesiones, etcétera, etcétera), pero nunca lo que los ciudadanos sufren cotidianamente, como la escalada de precios.

Las rebanadas del pastel

De la lectoría: ya viene el Foro Social Mundial México (19-26 de enero), y sus promotores llaman “a todos los interesados, personas, agrupaciones, colectivos, sindicatos, organismos civiles y movimientos sociales en la República Mexicana a que participen en acciones que impulsen la denuncia, la protesta y la lucha contra la guerra y el militarismo, el racismo y el machismo, la explotación y la exclusión, la pobreza y el hambre, el desastre ecológico y la violación de los derechos humanos dondequiera que se presenten”