Indice Político
Francisco Rodríguez
EL OLOR A PODREDUMBRE hiede en Tabasco. Las crónicas reseñan el fétido olor que, al ir bajando los niveles de agua, quedan cual nauseabundo recuerdo de la irresponsabilidad, la corrupción, el “a’i se va”, pero sobre todo de la impunidad de la que gozan y presumen los políticos de uno y otro partido político. Son lo mismo. Se tapan los unos a los otros.
Todo ello, mientras del pasmo social pasamos paulatinamente al enojo que nos llevará al reclamo, aunque de antemano sepamos que no habrá respuesta.
México está muriendo, como antes de nosotros han dejado de existir naciones milenarias. La peste de la descomposición política –fraudes electorales, fraudes al erario, fraudes por doquier— son apenas un síntoma que oculta la fermentación del cultivo social, de lo que ya pareciera ser un país muerto en vida.
En su libro When Nations Die (“Cuando Mueren las Naciones”), Jim Nelson Black, un sociólogo estadounidense que encabeza un poderoso think tank de derecha en Washington, indica tres características idénticas a las que aquí y ahora atravesamos: 1) crisis de la falta de ley, 2) pérdida de disciplina económica, y 3) una creciente burocracia privilegiada.
La ausencia de rendición de cuentas es el mejor ejemplo de la inaplicabilidad de la ley al seno de las castas gobernantes.
Hoy mismo, actúa el señor Felipe Calderón justificándolo todo. Solidario con la ineficiencia y la corrupción, procede cual si él mismo hubiera abierto las compuertas de las presas, en este caso… o como si personalmente hubiese llevado de la mano a los Bribiesca y Sahagún a pedir contratos, prebendas y riquezas a todas y cada una de las dependencias gubernamentales, para irnos de una vez al otro extremo.
Ni qué decir de su repulsa a todo aquello que tenga qué ver con las controvertidas elecciones federales del 2006, como si no estuviera consciente de que en las maquinaciones de todo tipo él sólo fue el peón “coronado” sobre el tablero de ajedrez donde juegan –con la riqueza del país— los grupos financieros, industriales, políticos, sindicales, clericales, mediáticos de aquí y del extranjero.
Por esa inconciencia es que no les aplica la ley. Por tal es que les sigue regalando lo que legítimamente pertenece a los contribuyentes. Y el ejemplo es Aeroméxico. No importa que con ello también se rompa la cacareada disciplina económica.
Con imágenes de fondo en las que aparece rellenando costales de arena o repartiendo despensas, discursea el señor Calderón sobre lo negativo de beneficiarse personalmente o para un grupo de la desgracia ajena. Y le pega a los contrarios, en un juego de espejos.
Porque eso es lo que importa en medio de la descomposición política. La siguiente elección a robar, transar o “concerta-cesionar”.
Nadie aquí ve más allá de las siguientes elecciones. Nadie ve a mediano y largo plazo porque quizá nadie ve a México con futuro.
Muere México. La fetidez que emana desde Tabasco es signo inequívoco.
Lo peor es que aún no sabemos qué es lo que se incuba para rellenar el hueco. ¿O usted si sabe?