QUE MUERA LA CHACHALACA
gritaron los jarochos
René Avilés Fabila
Las diferencias políticas, los contrastes y los choques entre ideologías se dan de muchas formas. Las calles y las esculturas, por ejemplo. México se ha poblado con nombres de calles y estatuas de héroes reconocidos por casi todos, como en el caso de aquellos que participaron en la Independencia. Sin embargo, hay casos distintos, los grandes mexicanos que participaron en la Reforma, encabezados por Benito Juárez, han sido siempre cuestionados por los conservadores. No olvidemos que Vicente Fox sacó de fea manera el retrato del Benemérito de Los Pinos.
Así como el PAN ha derribado estatuas de priístas, ahora le tocó al propio Fox sufrir en carne propia, y en el bronce, parecida suerte. El alcalde panista de Boca del Río, Veracruz, tuvo la ocurrencia de instalar una escultura del ex presidente. La colocó como un homenaje y como una provocación en un estado donde el PRI tiene una fuerte presencia. Como si fuera poco —el costo de la inexperiencia y de la insensibilidad política— la instalan en plena polémica por la sospechosa fortuna del matrimonio y los hijos de ambos. Hasta hoy Fox no ha sabido explicar cómo pudo, con un sueldo magro, rehacer su rancho escandalosamente. El lujo es evidente, los automóviles asombran y la familia sigue mostrando, en un exceso de frivolidad y arrogancia, sus demás propiedades. ¿No que la corrupción era exclusiva de los demás partidos y que el PAN era impoluto? Ahora sabemos que no. Y si Felipe Calderón no promueve una investigación seria, las acusaciones de complicidad recaerán sobre él mismo y esperaremos impacientes a ver cómo concluye su mandato, sin olvidar que al llegar a la presidencia no era dueño de la pequeña casa donde vivía.
El derribo de la estatua de Fox provocó el gozo de los veracruzanos. Los analistas políticos no estuvieron de acuerdo con la acción popular, pero la justificaron. No hay ninguna razón para poner estatuas del ex mandatario en ninguna parte, salvo que alguien quiera tenerla en su residencia. Fue un político inútil, que nos avergonzó a los mexicanos con su ignorancia y sus errores, que hizo el ridículo y que fue incapaz de solucionar un solo problema nacional, al contrario, la pobreza aumentó y México se convirtió en el hazmerreír internacional.