EL PEOR EXPRESIDENTE DE LA HISTORIA DE MEXICO
queda con las Hummer
Félix Fuentes
La vox pópuli continúa preguntándose si Felipe Calderón está satisfecho por cuanto hizo y dijo Vicente Fox con motivo de la presentación de su libraco La revolución de la esperanza, título plagiado al escritor alemán Erich Fromm. ¿Le satisfizo que el guanajuatense apareciera en importantes foros informativos de Estados Unidos, llamándose “presidente” al abordar asuntos de interés nacional y política exterior?
Todo indica que sí. Porque en cuanto el Estado Mayor Presidencial (EMP) negó tener en sus registros a la camioneta Hummer de lujo modelo 2005, empleada por Fox en sus deslumbrantes ranchos de Guanajuato, la Presidencia de la República informó que ese vehículo pertenece a General Motors de México y fue cedido en comodato al Estado Mayor Presidencial el 12 de noviembre del 2004. Tres días después fue asignada a “actividades de seguridad del ex mandatario”.
Los Pinos informó, igualmente, que otra Hummer modelo 1995 es propiedad del Estado Mayor Presidencial y le fue cedida a Fox en definitiva por la Secretaría de Hacienda para el “desarrollo de sus actividades”.
Maravilloso. Uno de esos vehículos es entregado en comodato por una armadora internacional y la Secretaría de Hacienda usa de trampolín al Estado Mayor Presidencial para destinar una segunda unidad de la misma marca al pobrecito ex jefe del Ejecutivo. ¿Cuántos hijos de vecinos podrían recibir esos beneficios?
Sin embargo, la importancia de ambas Hummer constituyen pecatta minuta. Pero revelan el modus vivendi de quien pasó por la Presidencia de la República y aprovechó cuantas oportunidades se le presentaron para hacerse de bienes duraderos de manera gratuita. De sobra es sabido que quien se roba un peso se roba cuantos tenga a su alcance.
A Fox y a su esposa Marta Sahagún, así como a los hijos de ésta, se les ha exhibido de cuantas tropelías cometieron a la sombra del poder: transferencias de la Lotería Nacional a Vamos México, personal pagado en Los Pinos para la misma fundación, créditos fraudulentos en Infonavit, contrabando en gran escala, contratos de barcos en Pemex mediante tarifas duplicadas, compras de terrenos, en particular de El Tamarindillo a través del prestanombres Cosme Mares y mil cosas más.
Ante la lluvia de acusaciones, Vicente Fox cuenta una sarta de mentiras a quienes lo entrevistan en el extranjero y se niega a hablar con corresponsales mexicanos, por no resistir los embates de la realidad. La ex “pareja presidencial” formula ahora preguntas ridículas, verbigracia: ¿quién te mandó preguntar eso? ¿Quién está tras esto? ¿Quién te paga para interrogarme así?
Luego del exhibicionismo a través de la revista Quién de los ranchos de San Cristóbal, el repudio nacional se acrecentó contra el peor ex presidente en la historia de México que se niega a reconocer el cúmulo de tropelías y se llena la boca al decir “estamos trabajando duro” para erradicar la pobreza de México. ¡Estamos!
Nada de cuanto habla hizo en el sexenio nefasto, pero le escribieron un libraco —él no hila dos párrafos—, para presumir de lo inexistente y agredir a los presidentes de Bolivia, Ecuador y Venezuela. Y ante la débil advertencia del secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, de “el que se va se calla”, Fox la rechaza porque “es una práctica dictatorial priísta”.
Mucha gente cree que todo esto causa profundo daño al presidente Felipe Calderón, pero en Los Pinos se mantiene silencio. O sea, esto va a continuar. ¿Y qué culpa tenemos los mexicanos de padecer y aguantar tanto?