LA REVOLUCION DE LOS YUPPIES
No cabe duda que Vicente Fox Quesada, todo un ciudadano en pleno uso de sus derechos y obligaciones, ha encontrado la forma de seguir vigente en el mundo de los medios de comunicación. Dicen los que saben que cuando alguien quiere insertarse en ellos, sobre todo los políticos, tiene que convertirse en noticia, y en ese sentido Fox ha seguido el libreto al pie de la línea. De una u otra manera está presente, aunque desde luego que este tipo de actitudes no le caen nada bien al actual Presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, porque le genera problemas con las oposiciones e inclusive con los propios medios que han sido insistentes en que se deben profundizar las investigaciones en torno al súbito enriquecimiento de la “pareja romántica del Bajío”. La disyuntiva es investigar y terminar de una vez con el debate con todas sus consecuencias, o seguir manteniendo una actitud pasiva con el riesgo de una polarización en la opinión pública y en las oposiciones por la impunidad con la que pretende Fox mantenerse en activo.
Mientras tanto, sus todavía publicistas siguen empecinados en justificar lo injustificable, es decir, darle forma al pretexto que han ideado para investir con un halo de legalidad la fortuna que los propios medios de comunicación han venido reseñando en las últimas semanas. Alberto Serdán, investigador de Fundar, un centro de estudios no gubernamental especializado en transparencia y rendición de cuentas, hizo un estudio detallado de las declaraciones patrimoniales entregadas por Fox a la Secretaría de la Función Pública, y divulgadas recientemente por el inacabado Centro Fox, que desde su punto de vista evidencias un cúmulo de irregularidades, pues independientemente de la pensión vitalicia el expresidente se benefició con la adquisición de un seguro de separación individualizado por 4.1 millones de pesos al término de su gestión. Según lo que dijo, del 2000 al 2006 ganó más de 31 millones de pesos, de los cuales el 40 por ciento fueron producto de su salario presidencial.
Durante su mandato como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos obtuvo una suma de 14.5 millones de pesos por actividades profesionales y ganancias financieras, pero según la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos, específicamente en el artículo 88, éstos no pueden durante el desempeño de su empleo, cargo o comisión, solicitar, aceptar o recibir por sí, o por interpósita persona, dinero o cualquier otra donación, servicio, empleo, cargo o comisión, para sí, o para otras personas.
Como podemos observar, Vicente Fox Quesada ha violado constantemente la ley, inclusive con el uso del ahora afamado jeep rojo con el que se transporta, eso sin contar con otros vehículos que utiliza que no fueron declarados en su momento. La declaración que hizo ante la Secretaría de la Función Pública es una prueba irrefutable de culpabilidad, por lo que en estricto sentido de justicia deberá ser enjuiciado para que diga cuáles fueron las actividades profesionales que realizó siendo Presidente de la República. No tan sólo es el tráfico de influencias, también es el incumplimiento de la Constitución. Por si fuera poco, el llamado Centro Fox ha sido edificado con donaciones, los avales fueron ilegales desde el momento en que se comenzó a construir cuando todavía era el primer mandatario del país.
Independientemente de lo anterior, por lo que deberá responder ante las instancias legales correspondientes, ahora sigue generando polémica a través de sus actividades literarias, pues en un libro que se acaba de publicar en Estados Unidos asienta una serie de actos en los que se vio involucrado durante su mandato que hablan de que el interés personal o de partido estuvo por encima del interés del país o de los mexicanos en su conjunto. El retiro de la Embajadora en Cuba, como él mismo lo señala, fue una manera de acotar el posible activismo de Fidel Castro y de Hugo Chávez en México para favorecer a López Obrador, con lo que se contraviene el espíritu de la Doctrina Estrada, base constitucional del destino de las relaciones internacionales de nuestra nación. También se confirma la intromisión desde la Presidencia de la República en el proceso electoral que culminó el 2 de julio de 2006, además de que prácticamente declara que Calderón le debe haber triunfado en la misma.
En esa nueva faceta literaria con la que ahora lo conoceremos, no deja pasar la oportunidad de que el mundo se entere de su romanticismo personal y de la idílica convivencia que inició con la señora Sahagún, que lo llevó a proponerle matrimonio. De su faceta de “cornudo” ni vale la pena hablar ya que esa debe ser una particularidad personal que cada quien debe abordar en la forma que mejor le parezca, y si a él le gusta que todos se enteren, muy su problema. Pero hay otro problema del que seguramente se desprenderán innumerables referencias mediáticas, pues calificó al movimiento de rebeldía que encabezó Felipe Calderón Hinojosa para alcanzar la candidatura como la “revolución de los yuppies”, con lo que de ahora en adelante así serán estereotipados Juan Camilo Mouriño, César Nava, Gerardo Ruiz, Ernesto Cordero, Max Cortázar, y hasta el candidato oficial a la dirigencia del panismo Germán Martínez. Para iniciar diremos que de lo que se trata es de cambiar a los yunquistas por los yuppies. A que don Vicente Fox tan dicharachero, pendenciero y retador. A ver si no encuentra la horma del zapato. Al tiempo.
Mientras tanto, sus todavía publicistas siguen empecinados en justificar lo injustificable, es decir, darle forma al pretexto que han ideado para investir con un halo de legalidad la fortuna que los propios medios de comunicación han venido reseñando en las últimas semanas. Alberto Serdán, investigador de Fundar, un centro de estudios no gubernamental especializado en transparencia y rendición de cuentas, hizo un estudio detallado de las declaraciones patrimoniales entregadas por Fox a la Secretaría de la Función Pública, y divulgadas recientemente por el inacabado Centro Fox, que desde su punto de vista evidencias un cúmulo de irregularidades, pues independientemente de la pensión vitalicia el expresidente se benefició con la adquisición de un seguro de separación individualizado por 4.1 millones de pesos al término de su gestión. Según lo que dijo, del 2000 al 2006 ganó más de 31 millones de pesos, de los cuales el 40 por ciento fueron producto de su salario presidencial.
Durante su mandato como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos obtuvo una suma de 14.5 millones de pesos por actividades profesionales y ganancias financieras, pero según la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos, específicamente en el artículo 88, éstos no pueden durante el desempeño de su empleo, cargo o comisión, solicitar, aceptar o recibir por sí, o por interpósita persona, dinero o cualquier otra donación, servicio, empleo, cargo o comisión, para sí, o para otras personas.
Como podemos observar, Vicente Fox Quesada ha violado constantemente la ley, inclusive con el uso del ahora afamado jeep rojo con el que se transporta, eso sin contar con otros vehículos que utiliza que no fueron declarados en su momento. La declaración que hizo ante la Secretaría de la Función Pública es una prueba irrefutable de culpabilidad, por lo que en estricto sentido de justicia deberá ser enjuiciado para que diga cuáles fueron las actividades profesionales que realizó siendo Presidente de la República. No tan sólo es el tráfico de influencias, también es el incumplimiento de la Constitución. Por si fuera poco, el llamado Centro Fox ha sido edificado con donaciones, los avales fueron ilegales desde el momento en que se comenzó a construir cuando todavía era el primer mandatario del país.
Independientemente de lo anterior, por lo que deberá responder ante las instancias legales correspondientes, ahora sigue generando polémica a través de sus actividades literarias, pues en un libro que se acaba de publicar en Estados Unidos asienta una serie de actos en los que se vio involucrado durante su mandato que hablan de que el interés personal o de partido estuvo por encima del interés del país o de los mexicanos en su conjunto. El retiro de la Embajadora en Cuba, como él mismo lo señala, fue una manera de acotar el posible activismo de Fidel Castro y de Hugo Chávez en México para favorecer a López Obrador, con lo que se contraviene el espíritu de la Doctrina Estrada, base constitucional del destino de las relaciones internacionales de nuestra nación. También se confirma la intromisión desde la Presidencia de la República en el proceso electoral que culminó el 2 de julio de 2006, además de que prácticamente declara que Calderón le debe haber triunfado en la misma.
En esa nueva faceta literaria con la que ahora lo conoceremos, no deja pasar la oportunidad de que el mundo se entere de su romanticismo personal y de la idílica convivencia que inició con la señora Sahagún, que lo llevó a proponerle matrimonio. De su faceta de “cornudo” ni vale la pena hablar ya que esa debe ser una particularidad personal que cada quien debe abordar en la forma que mejor le parezca, y si a él le gusta que todos se enteren, muy su problema. Pero hay otro problema del que seguramente se desprenderán innumerables referencias mediáticas, pues calificó al movimiento de rebeldía que encabezó Felipe Calderón Hinojosa para alcanzar la candidatura como la “revolución de los yuppies”, con lo que de ahora en adelante así serán estereotipados Juan Camilo Mouriño, César Nava, Gerardo Ruiz, Ernesto Cordero, Max Cortázar, y hasta el candidato oficial a la dirigencia del panismo Germán Martínez. Para iniciar diremos que de lo que se trata es de cambiar a los yunquistas por los yuppies. A que don Vicente Fox tan dicharachero, pendenciero y retador. A ver si no encuentra la horma del zapato. Al tiempo.