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jueves, 4 de octubre de 2007

ARREPENTIDOS ESTARAN DE SU TORPEZA AL DAR ESA ENTREVISTA A LA REVISTA QUIEN


Fox-Marta, la hoguera de las vulgaridades

jenaro villamil

México, D.F., 2 de octubre (apro).- No los conoció Tom Wolfe, pero sí los exhibió en todo su esplendor la revista Quién. A partir de una sesión de fotos posadas y de testimonios de ambos, Vicente Fox y Marta Sahagún inauguraron --en la edición del 13 de septiembre de esta revista-- el nuevo estilo de la debacle expresidencial.

El escándalo ha sido imparable, no por afán de linchamiento, sino por la insistencia en la vulgaridad, demostrada por este binomio que aún no reconoce su principal error: creerse protagonistas de una hazaña filantrópica cuando en realidad son los bufones de una tragicomedia política.

Lo trágico de Vicente Fox y de Marta Sahagún es que su sociedad de conveniencia los ha sellado hasta que la muerte política los separe. Ahora ya no se trata sólo de la exhibición de sus pretensiones rancheras y bucólicas, sino de la documentación de indicios de corrupción y tráfico de influencias cada vez más patéticos.

El periódico El Universal le ha agregado al escándalo el ejemplo más cómico o ridículo de las vulgaridades foxianas. El testimonio de Luis Miguel Moreno Vélez bien puede ser la “perla” del estilo de la pareja.

El propietario de este despacho de servicios de consultoría, le relató al reportero Alberto Aguirre que el jeep Wrangler X que le costó 250 mil pesos y que le “obsequió” a Vicente Fox –a sugerencia de la exprimera dama de la extorsión-- es igualito al que el ranchero expresidente luce en sus fotos.

“La señora Marta me solicitó la compra de un vehículo tipo Jeep que quería ‘regalar’ al presidente Fox, con motivo de su Informe”, afirmó Moreno Vélez.

La propiedad de este jeep no se encuentra en la declaración patrimonial que Fox con tanta insistencia ha presumido en estos últimos días para acallar las acusaciones de desvío de fondos. Fox utiliza con frecuencia este vehículo para transportarse del rancho San Cristóbal a La Estancia.

En los reportes de la Secretaría de la Función Pública (SFP) tampoco se encuentran otros automóviles que la familia Fox ha presumido en su maratón de revista de sociales: una Hummer H3, un Jaguar blanco X-Type y otros carros menos costosos como una Nissan X-Trail.

Proceso ha documentado desde dos semanas atrás que el rancho La Estancia no es la única propiedad inmobiliaria que el expresidente y su eterna primera dama han mantenido en la vulgaridad de la falta de transparencia.

A estas propiedades se suman, por lo menos, nueve lagos artificiales que Vicente Fox insiste que creamos que son simples “estanques naturales de riego”, como si esta denominación le restara valor a construcciones hidráulicas, propias de una pretensión faraónica.

La comparación entre la extensión de las propiedades de Vicente Fox y las de las “víboras prietas y tepocatas” del viejo régimen priista que ocuparon la Presidencia deja muy mal parado al guanajuatense, tal como documentó fotográficamente Proceso en su más reciente edición.

Como vemos, el escándalo, lejos de aminorar, apenas comienza. Fox y Marta pudieron pasar a la historia solamente como una pareja inculta llena de soberbia y falta de mesura. Ahora se le agregará a esta hoguera de vulgaridades un expediente que día a día revela que la corrupción no se quedó solamente en el “hijastro incómodo”, sino que cubre a los dos tórtolos que quisieron presumir su cercanía y resultó que exhibieron su impudicia.

La pregunta fundamental sigue siendo si el gobierno de Felipe Calderón se conformará solamente con el juicio de la opinión pública, con los gritos de “ratero” que panistas inconformes le endilgan a su expresidente, o si realmente investigará y procesará lo que desde hace más de un año se ha documentado con los casos de la Megabiblioteca, los contratos sospechosos en Pemex o la renovación del aeropuerto de la Ciudad de México, entre otras obras del foxismo: la corrupción rampante de quien en quince minutos de vulgaridad destruyó seis años de vanidades.