LOS ESPERANZADOS DE AYER ... HOY LO REPUDIAN!!
Conrado Trapero Rivas
Guadalajara.- Ayer, ocho de cada diez mexicanos creían en él; otros lo adulaban. Hoy, ocho de cada diez lo detestan y sus aduladores lo señalan.
Fox había logrado la hazaña de sacar al PRI de Los Pinos y de igual forma dio palabras a quienes carecían de ellas. Habló de setenta años de corrupción, de setenta años donde nada se había hecho. El ranchero feliz, el dicharachero, el simpático, se había convertido en el parteaguas de la nación, había logrado lo que meses antes parecía imposible: ¡ganar!
Fox insultó a Labastida, lo humilló, le colgó epítetos en forma desusada y mientras esto ocurría, el gran público reía con el circo en que convirtió la contienda electoral.
La raza lo consideraba como su voz, su guía, su líder. A otros, los menos, Fox nos atemorizaba, veíamos su inconsistencia, su frivolidad y su forma barata de actuar.
Durante su campaña no había programas ni proyectos. Unicamente existía ¡la mercadotecnia! Y así, de la misma forma en que se vende un producto que no es nada, que no se parece a otro y aunque éste sea malo o dañino logra colocarse en la mente del consumidor, así arribó Fox.
Así quiso gobernar, no haciendo nada y metiéndole a la publicidad una vergonzante millonada de pesos que bien hubieran podido servir para cosas más útiles y que tanta falta hacen en nuestro país, obras que de haberlas realizado le hubieran redituado la misma cantidad en impactos publicitarios que los que tuvo que comprar para hacerle creer al respetable que estaba trabajando.
En esas campañas, por demás jugosas y atractivas para cualquier estación de radio o TV, el desgobierno federal dilapidó una verdadera fortuna y se presentó como el salvador de los que no tienen a dónde ir.
Fox sigue empeñado en que no lo olvidemos. Ciertamente no lo podremos olvidar, puesto que tuvo todo el apoyo del pueblo para hacer de este México algo mejor de lo que ahora es, y lo único que en realidad mejoró fue su hacienda. Los esperanzados de ayer, hoy lo repudian.
A Fox le faltó lo que no se vende: ¡talento y vergüenza! Hoy pagará las onsecuencias de su ambición y sus torpezas.