ARROZ CON HUEVOS

Muchos destrozos
A la báscula

José M. Murià

A la ingenuidad de quienes se la creyeron.


Guadalajara.- La salud de la sociedad mexicana requiere no sólo un buen balance de la pésima gestión presidencial de Vicente Fox y del gran daño que le hizo a la nación, sino también que las violaciones a la ley en el transcurso de su sexenio sean puestas en claro.

De no haber sido por la manera de lastimar al país, hubiéramos podido disfrutar de sus desfiguros como los de un magnífico ejemplar de la moderna picaresca mexicana, sin embargo, una nube de denso humo se ha ido formando en torno a este personaje.

Ni siquiera las casi cotidianas aclaraciones de su vocero quien, en efecto, desquitó su salario como el que más, pudieron mitigar la mala imagen que se fue forjando por doquier. Tampoco ayudan en su favor los recientes desaguisados que ahora el presidente Calderón tiene que ir recomponiendo.

Ni el enriquecimiento propio, ni el de sus “hijos políticos” o hijastros —como se les quiera llamar a los jóvenes Bribiesca—, ni los muy diversos negocitos en los que se dice que participa solapadamente la ex primera dama, se han ventilado debidamente. ¡Tanto hablar de transparencia y de cambio!, para acabar así...
El señor que iba a “limpiar la gran casa de los mexicanos”, al parecer lo que hizo mejor fue ensuciar la propia.

El Congreso de la Unión, que representa a la población mexicana y al territorio, tiene la obligación de hacer hasta lo imposible para aclarar estos asuntos. Si el señor sale limpio y su gran capital resulta que lo ahorró pesito a pesito y nos tenemos que morder la lengua todos los que le damos crédito a las sospechas, tanto mejor: es preferible el descrédito de un columnista que el de un ex presidente.

Si los miembros de la familia presidencial resultan de una probidad diáfana, mejor aún. Pero si no es así, después de todo lo que se ha dicho y hecho, Felipe Calderón deberá velar porque la ley se aplique y las sanciones del caso se impongan, “tope en donde tope”, como decía el ingeniero Alberto Cárdenas cuando fue gobernador de Jalisco.

No dejaría de ser un caso de excepcional cinismo, después de todo lo vociferado por Fox como candidato, que ahora resulte que con el paso del sexenio sus uñas se fueron alargando y, a fin de cuentas, arrimó a su cochinito centavitos que no le correspondían. A él mismo le conviene que las cosas queden bien aclaradas.

Sin embargo, aun cuando saliera bien librado del juicio que se hiciera sobre sus haberes, el hombre no se librará de la mala opinión de las generaciones venideras. Fue demasiado lo que deshizo.