POR MAS QUE QUIERE, NO LO LOGRA, SIEMPRE SERA UN ESPURIO ALCOHOLICO Y DESQUICIADO ENANO PELON
Jorge A. Franco Cáceres
El gobierno calderonista ha sido incapaz de establecer, en casi un año al frente del Estado federal, políticas que incluyan a los desempleados y a los productores marginados a los que dirigió sus ofertas de empleo pagado y desarrollo económico familiar y colectivo. Sus discursos y el "informe presidencial" no hablan de acciones emprendidas y menos de resultados concretos al respecto, sino que intentan convencer a la opinión pública de que, conforme a los promesas de la doble campaña de Felipe Calderón (la primera y la sucia), pueden atenderse satisfactoriamente sus necesidades familiares y sociales.
Es falso que los programas calderonistas, en los que se involucran varias Secretarías de Estado y algunos gobiernos de los estados, cuenten con especificaciones técnicas y respaldos sociales que los acrediten como políticas de inclusión de los sectores "improductivos" o de los grupos de "incipientes" o "deficientes" productores. Lo extraño del asunto no es tanto que el calderonismo siga con estas duplicidades heredadas del salinismo, sino que las masas de desempleados y las organizaciones de productores no las hayan quebrado mediante protestas y movilizaciones, porque de verdad nomás se trata de dejarlos fuera de los presupuestos públicos y las gestiones federales. ¿Tendrá que esperarse a que pase otro huracán para que se decreten otros siete municipios en zona de desastre? Parece ser la lógica de este caldero-salinismo a ultranza.
Apurado por la situación de incredulidad creada por el fraude electoral, las promesas falaces y la subsecuente crisis de legitimidad que padece, la intención del espurio Calderón es decirle a su gobierno, al Congreso y a los partidos que lo ayuden con los desempleados y los productores ahora que, además de los estragos de pobreza galopante y los conflictos latentes o desatados, se trata de utilizar los desastres naturales para incorporarlos a las políticas neoliberales que pretenden eliminarlos. Está claro que el calderonismo quiere que el Congreso de la Unión y los Congresos locales le otorguen respaldos especiales para mantenerlos ansiosos pero esperanzados ante las circunstancias apremiantes. Para esto, los agentes del gobierno federal, en esa lógica de espadachines del presidencialismo autoritario que no muere, van y vienen por todo el país y ofrecen y negocian a partir de estas dobleces y otras duplicidades manejadas siempre en lo oscurito. ¿Qué acaso no se hicieron bolas con la censura del discurso de la presidenta de la Mesa Directiva cuando, bajo mandato del fascista al mando de Gobernación, se ordenó bajar el switch de la transparencia?
Además, los desastres naturales en el Sureste de México han evidenciado las inconsistencias de las políticas calderonistas en materia de empleo temporal y auxilio inmediato a los damnificados, mientras el gobierno federal sólo evidencia ineptitud y franco desprecio a los mexicanos pobres al señalar que poco puede hacerse contra sucesos como los huracanes y las tormentas tropicales. Con todos los fracasos de su proyecto neoliberal, por cierto acumulados por doquier, el calderonismo sigue afanándose en las estrategias de rescate económico como eje del desarrollo y dejando de lado la urgencia de profundizar en los procedimientos sociales y democráticos que incidan en la generación de riqueza así como en su justa distribución en las zonas siniestradas o libres de siniestros.
Existen infinidad de regiones de México en las que los desastres naturales se han sumado a la pobreza extrema y los conflictos ancestrales, en un momento en que el gobierno federal se plantea la duplicidad de la ayuda inmediata pero no la asistencia comunitaria para superar el rezago estructural. Por efecto de tantas emergencias que se han presentado en el año en curso en más de 15 estados, el calderonismo se la ha pasado ensimismado y retraído en sus dobleces: entregando algunos millones de pesos a unos y negando unos cuantos a otros, pero manteniendo a todos sin planes de desarrollo reales y sin presupuestos que no dan siquiera para la subsistencia. Esta postura del calderonismo lo único que ha causado es la generación de conflictos locales y regionales, pues los apoyos dados o negados sin proyectos siguen apuntalando la carencia y la ignorancia al mismo tiempo que abren cauces a la violencia.
Entre tantas duplicidades peligrosas del gobierno espurio de Felipe Calderón, procede recomendar que los Congresos locales y el Congreso de la Unión pongan un alto a sus intromisiones en las situaciones de desastres, pues el calderonismo insulta a los desempleados y los productores marginados cuando pretende que esas dobleces del rescate económico van a restituirle la legitimidad al estilo de los gobiernos priístas que son parte de nuestra historia. Si ellos la perdieron por no discutir la generación de la riqueza y su distribución con los sectores abandonados y los grupos marginados cuando la crisis alcanzó a todos, el calderonismo está peor por no asumir que su condición de ilegitimidad sólo los está arrastrando a una situación de exclusión peor que esos descuidos.
No cabe duda de que procede continuar prestando mucha atención a los fenómenos naturales extremos que están ocurriendo en el Sureste de México, ya que están resultando aleccionadores sobre los dobleces de las políticas de empleo y producción del gobierno federal del espurio Felipe Calderón. Un seguimiento de sus acciones emergentes en los contextos impactados por los huracanes y las tormentas tropicales, nos enseñan que esta derecha carece de "mínima visión", incluso en los aspectos más puntuales e inmediatos del auxilio a desamparados en todo el territorio nacional.