FeCAL ENSOMBRECIDO POR LAS TRAMPAS Y LOS FRAUDES
jenaro villamil
México, D.F., 4 de septiembre (apro).- Frente al fraude electoral del 2006, se dijo que lo único que se registraron fueron “fallas técnicas” en el PREP; para justificar la censura a los programas del IFE sobre el Frente Amplio Progresista (FAP), la Secretaría de Gobernación adujo que se trataba de “fallas técnicas”, y para no investigar a los elementos del Ejército que presuntamente abusaron de la indígena Ernestina Ascensió, prácticamente nos dijeron que la anciana de Zongolica murió por “fallas técnicas” gastrointestinales.
Ahora el titular de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, vuelve a recetarnos la misma frase para hacernos creer que la suspensión de la señal en televisión abierta durante el breve discurso de Ruth Zavaleta, presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, durante la sesión de apertura de sesiones del 1 de septiembre, también se debió a una “falla técnica”.
No sólo eso, Ramírez Acuña, con el carisma que lo caracteriza desde que mandó a darle de catorrazos a los ‘altermundistas’ en Guadalajara, nos ordena que quien piense lo contrario puede caer en algo similar al delito de perjurio:
“Aquel que diga que hay censura está mintiendo. No hay elemento alguno. Se cometió un error que desde el primer momento se aceptó y se ofrecieron las disculpas correspondientes”, declaró airado el actual ocupante de las oficinas de Bucareli.
Cree el señor Ramírez Acuña que con la renuncia ipso facto del director de Cepropie, René Antonio Palavicini, excamarógrafo durante la campaña de Felipe Calderón, todos quedarán felices y contentos.
Sin embargo, el problema técnico más grave para el autoritarismo anacrónico es que sus explicaciones no evitan las consecuencias políticas de sus desplantes y abusos, por más torpes que éstos sean.
La censura a las palabras de la perredista Ruth Zavaleta fue documentada en vivo y en directo. No había razón alguna para que Cepropie cortara la transmisión y menos para que las dos grandes cadenas de televisión abierta, Televisa y TV Azteca, no utilizaran la señal del Canal del Congreso, observada por todos a través del sistema de televisión por cable y satelital.
Una “falla técnica” de tal puntería sólo es posible si alguien da la orden expresa de que se corte la transmisión. Y ese tipo de órdenes, en medio de un informe presidencial, con el alto grado de sensibilidad política que se generó en los días previos, no son atribuibles al director de un centro de producción televisiva dependiente de Los Pinos, sino a sus jefes de mucho más arriba.
En otras palabras, lo sucedido el 1 de septiembre no se trata de una “falla técnica”, sino del indicio de una nueva traición política, al estilo que nos tiene acostumbrados el calderonismo en sus nueve meses de administración.
La decisión de “enmendar” o escurrir el bulto de la responsabilidad ante esta censura se tomó después que Televisa denunció el hecho y se deslindó.
En el programa especial transmitido por el Canal 9 de esta empresa, el conductor Joaquín López Dóriga fue lo suficientemente enfático para aclarar que Televisa no era la responsable de que se hubiera cortado la señal.
Incluso le aclaró al líder nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Leonel Cota Montaño, que esa decisión se tomó en la esfera gubernamental.
A las 21:35 horas, después del airado deslinde de Televisa, Los Pinos ordenó un nuevo encadenamiento nacional que resultó tan fallido como autoincupaltorio.
Sin explicación alguna de por medio, los televidentes que observaban en ese momento El bombero atómico de Cantinflas, en Canal 2, o Historias engarzadas, en Canal 13, vieron interrumpida las transmisiones para escuchar dos minutos del mensaje en el que Ruth Zavaleta, diputada por el PRD, explicaba que abandonaba la Mesa Directiva para no avalar la ceremonia con un presidente carente de legitimidad.
Las reacciones en contra fueron muchas. El mismo director de Canal Once, Julio Di Bella, calificó de “absurda e inexplicable” la suspensión de la señal. El escritor Carlos Monsiváis afirmó que fue un acto “pueril”; el jefe de gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, insistió en que se trató de un acto de censura, y el coordinador de los diputados del PRI, Emilio Gamboa Patrón, declaró que se trató de un agravio no al PRD sino al Poder Legislativo.
Las consecuencias políticas se ven ahora. En el seno de las coordinaciones del PAN en San Lázaro y Xicoténcatl hay descontento porque la “falla técnica” puso en riesgo todas las negociaciones en torno de las reformas fiscal y electoral.
Y el PRD tuvo un largo encuentro con su excandidato presidencial y dirigente más importante, Andrés Manuel López Obrador, para actuar en consecuencia.
Ahora sólo falta que Los Pinos nos haga creer que los incrementos a la gasolina serán simples “fallas técnicas” en la recaudación impositiva que merecen ser enmendadas y que el cuento de que existen 630 mil nuevos empleos son una realidad, a pesar de las “fallas técnicas” del INEGI que apuntan en sentido contrario.
En política las “fallas técnicas” se traducen como agravios. O como el verdadero mensaje más allá de las frases huecas que hablan de reconciliación, diálogo y negociación.