DEL EDITORIAL DE DIARIO LIBERTAD
Qué tan impopular, pero sobre todo perjudicial habrá de resultar el impuesto del 5.5 a las gasolinas, que ahora nadie quiere aparecer como su promotor. El primero en deslindarse fue el líder de los priístas en el Senado de la República, Manlio Fabio Beltrones, quien responsabilizó directamente a la Presidencia de la República de dicha propuesta.
El líder camaral, por cierto, cree que los medios no nos dimos cuenta de que la propuesta fue conjunta.
Y como si se tratara de una culpa que nadie quiere cargar, Manuel Espino, el conflictivo y desacreditado líder nacional del PAN, acusó a los gobernadores del PRI y del PAN, de ser los promotores de tan aberrante despropósito.
La respuesta no se hizo esperar, y tanto el dirigente nacional del PRD, Leonel Cota Montaño, y la vocera del PRI, Beatriz Pagés Rebollar, desmintieron al yunquista.
Este debate cuya característica fundamental es responsabilizar al adversario de la autoría de esta propuesta de tributo, revela por sí mismo la delicadeza de este asunto; no se puede decretar un aumento a la gasolina y asegurar que no pasará nada.
Eso es un engaño criminal, pues hasta uno de los Santos Varones del neoliberalismo mexicano, Guillermo Ortiz Martínez, advierte de los perjucios.
El gobernador del Banco de México, cuya militancia en las filas de los promotores del libre mercado no esta a discusión, ha advertido sobre el carácter inflacionario del mencionado tributo.
Primero tendría efecto directo en la inflación, y luego sobre el costo final de productos al consumidor como resultado del incremento en el costo del transporte.
Lo de menos es que el nuevo impuesto sea inflacionario, pero de ahí a que nos quieran convencer de que es por nuestro bien, hay un insulto de por medio.