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jueves, 30 de agosto de 2007

TIEMPO DE ALACRANES

1 de septiembre: Herencias malditas de un ranchero enamorado

* Revolución y esperanza: Las memorias copeteadas de Vicente
* “Felipe, te destapan y te vas”
* Las mil y una noches sexenales de Alí Babotas


Honestidad, trabajar un chingo
y ser poco pendejo”.
(Lo que Vicente Fox ofreció
a México en abril de 2000
)

CRISPACIÓN, NARCOTRÁFICO, DESEMPLEO: SEXENIO DEL NAUFRAGIO

El ex presidente Vicente Fox anunció que en octubre próximo dará a conocer su libro autobiográfico titulado Revolución y esperanza, donde presentará “algunos momentos difíciles” que vivió durante su sexenio.

El texto será editado en inglés, “después se va a traducir al español”, puntualizó el hombre de las botas de charol, y para promover el libro realizará una gira por Estados Unidos.

Al ser cuestionado sobre la fecha de su boda con Martita, quien ya luce en las publicaciones de color su sortija de compromiso, Fox dio por concluida su entrevista con los “contreras y malintencionados” periodistas.

No hay vuelta de hoja, mientras la ex pareja presidencial va por el mundo divulgando su amor y sus fantasías –con el debido patrocinio de los norteamericanos–, en México el Gobierno de Felipe Calderón enfrentará el 1 de septiembre próximo la herencia maldita del Ranchero Enamorado: Crispación política, narcotráfico, desempleo, guerrilla, crisis en la salud, educación, etcétera.

Pero así se las gastó Fox, quien priorizó durante su Gobierno la consolidación de la derecha ideológica, y no la democracia. A casi una semana de culminar su periodo, declaraba confiado que esperaba “el implacable juicio de la historia”.

Aunque varias frases célebres de su lengua chocarrera sintetizarían mejor los saldos de su Revolución y esperanza: “Los pactos de civilidad entre los partidos son una mamada”. Y esta otra: “A mí no me gusta andar de lloroncito ni rajoncito, lo que me gusta es prepararme para competir”.

CALDERÓN VS LA GENERACIÓN CORNEJO

Cómo olvidar el 31 de mayo de 2004 cuando el fugaz secretario de Energía, Felipe Calderón Hinojosa, anunciaba su renuncia al cargo que había ejercido durante nueve meses, indignado por “el injusto y desmedido” regaño presidencial.

Y es que después del albazo dado por Francisco Ramírez Acuña, entonces gobernador de Jalisco, al apadrinar el destape nacional de Calderón, en el rancho Las Palmas, Fox y Martita

reaccionaron con dureza, el primero considerando que el autodestape de Felipe había sido “más que imprudente” y “fuera de lugar y tiempo”. Sin embargo, este hecho marcaría el futuro político de Calderón y las bombas de tiempo que le sembraría su antecesor.

Al final, Fox ganó y él mismo lo reconoció en un acto de cinismo al declarar que entre sus logros estaba el haber ganado “dos elecciones”: La propia y la de su sucesor. Sin embargo, su fragmentada e inconstante capacidad de atención lo impulsó a saltar de escena en escena con el propósito de obtener mayor satisfacción emocional. Para ello contó con un arma supuestamente todopoderosa: Una supersecretaría de Comunicación Social.

En términos estrictos, esta suerte de Presidencia mediática eligió dentro de un menú prefijado de opciones su pretendido empoderamiento. No obstante, este simulacro de la videopolítica funcionó como válvula de escape de una emergente e inexperta nueva clase gobernante, que también fue bautizada como la “Generación Cornejo”: Conservadora, empresarial, ambiciosa, depredadora y, sobre todo, depositaria de una tradición ultraderechista.

EL ALTO VACÍO: MAÑOSO, AMBICIOSO E IMPROVISADO

“Gobierno que deja comer de más a sus barones es, a la postre, un rehén, un esclavo de esos insaciables empresarios”, decía Almeida Garret. El Gobierno de Fox, desde que inició, se entregó a los barones y rindió las armas ante el poder imperial:
Acabó tibio y mediocre, con un estilo frívolo y divertido de hacer política. Un “Gobierno del cambio” que preservó, en vez de transformar.

Todavía se recuerda la mañana del 6 de julio de 1997, después de votar en una casilla de San Cristóbal, a Vicente Fox anunciando su decisión de ir por la Presidencia de la República. Con un lenguaje populista, días después le explicó a Ciro Gómez Leyva y a Óscar Hinojosa las cinco razones de su autodestape:
1) Porque así ganó en Guanajuato, “sin andarme por las ramas”;
2) No tenía sentido ocultar lo obvio;
3) Para descontrolar al adversario;
4) Para impedir que Cuauhtémoc se “fuera solito”, y
5) Porque llegar a la Presidencia “no es enchílame otra”; había que hacerlo con tiempo para evitar llegar “todo atarantado, desgastado, sin un plan, sin una definición”.

Hoy, al evaluar la herencia maldita que le dejó a Calderón, existe consenso en que Fox es un personaje burdo e inconsistente, locuaz e ignorante, visceral y sectario, mañoso e improvisado, que recuerda el mote que circuló por los caminos de Guanajuato cuando competía por la gubernatura: El alto vacío. Definición lapidaria, que el tiempo confirmó.

Más aún, el poeta David Huerta, al hacer referencia de las ocurrencias del ingenio mexicano sobre Fox, complementa lo anterior con el apodo propinado a éste en recuerdo de Las Mil y una noches: Alí Babotas.

Lo trágico del universo político –dice E. M. Cioran– reside en esa fuerza oculta que conduce a todo movimiento a negarse a sí mismo, a traicionar su inspiración original y corromperse a medida que se afirma y se avanza. Eso ocurrió con el primer Gobierno de la alternancia.