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miércoles, 23 de mayo de 2007

Y SE PUEDE SABER CUAL ACIERTO HA TENIDO? NINGUNO!!!

Error presidencial

En Línea Directa
jreyna@colmex.mx

La institución mejor librada durante el sexenio anterior fue el Ejército mexicano, pese a Fox. Las fuerzas armadas son percibidas, por la sociedad mexicana, como una de las instituciones más confiables si se le compara, por ejemplo, con los poderes constituidos o los partidos políticos que conforman el actual sistema mexicano. Por esta razón, Calderón le apostó al Ejército como el medio para superar su déficit de legitimidad política. Calderón, comandante de las fuerzas armadas, involucró a esta institución en una guerra contra el crimen organizado. Es probable que en esa apuesta considerara que la policía de este país no podía responder al flagelo que representa el crimen organizado. Por eso, en su ánimo de ganar legitimidad política, usó al Ejército en términos mediáticos sin considerar las consecuencias que ello le traería: una guerra que no tiene visos de ganarse. Error presidencial.

Cinco militares fueron asesinados la semana pasada en Michoacán. Agréguensele las 255 víctimas que cayeron, durante el mes de abril, ante el embate del crimen organizado. Un promedio de 8.5 ejecuciones diarias que se concentran, en su mayoría, en entidades federativas que colindan con el Océano “Pacífico”, como son Guerrero, Michoacán y Sinaloa. El Distrito Federal, por el alto número de ejecuciones que ocurrieron en abril, parece funcionar como centro de operaciones (R. López. MILENIO Diario, 3/V/07). Es muy probable que en este mes de mayo, la cifra rebase los cuatro dígitos tan solo para 2007: faltan alrededor de 60 ejecuciones para llegar a los mil. Una guerra, sin duda alguna.

En lo que va de este sexenio, el crimen organizado ha atentado contra militares o personas relacionadas con ellos. Ahí está el caso de una hija de un general a quien se liquidó junto con su esposo hace un par de meses. Ahí está el caso de un jefe de Seguridad Pública de Tabasco que salió ileso, no sin escabullir más de cien balazos que no dieron en el blanco. Y ahora ahí está el caso de cinco militares que son abatidos por un comando que, de acuerdo con los datos, fueron enfrentados por 30 hombres con armamento de alto calibre. Pregunta: ¿midió esto el señor Calderón para resarcir su imagen ante la sociedad mexicana? La respuesta, desde mi punto de vista, es negativa.

De acuerdo con Calderón, los militares caídos en Michoacán la semana pasada son héroes y como tal se tratarán. Sin embargo, eso es retórica hueca pues el punto fundamental es que una de las instituciones mejor evaluadas del Estado mexicano se le está poniendo en riesgo al asignarle una función policiaca. Al día de hoy se encuentran en Michoacán, lugar del asesinato de los cinco militares caídos, 1200 elementos considerados de elite para dar con los perpetradores. Calderón encabezará las honras fúnebres de los caídos, lo que nada abona en la resolución del problema.

Declarar una guerra en aras de ganar legitimidad política es una decisión absurda que no resolverá el problema. Por el contrario, el Estado mexicano tendrá que diseñar estrategias que diagnostiquen la profundidad del problema, que ubiquen dónde están las células principales de los delincuentes y emprendan un combate en el que el Ejército no tenga la responsabilidad que se le ha encomendado. Si la policía no es confiable, tendrán que organizarse grupos especializados, libres de las ataduras de la corrupción, para combatir la violencia que azota al país.

No se trata de una guerra convencional donde dos cuerpos organizados, con sus respectivas tácticas y estrategias, se enfrentan. No es la batalla de un ejército contra otro. Es la lucha contra células que van y vienen, que aparecen y desparecen, que son fugaces y que disponen de cuantiosos recursos económicos. Haber metido al Ejército en este tipo de batallas constituye un sinsentido que se explica por la avidez de legitimidad de la persona que encabeza nuestro Estado.

Sin duda habrá que replantear este conflicto. La violencia se vuelve un acto cotidiano cuando tendría que ser excepcional. El error de Calderón ha hecho que en los distintos grupos del crimen organizado se encuentren los factores que tienen más probabilidad de desestabilizar al sistema político en su conjunto. Si esto ocurre, difícilmente saldremos de la medianía económica que nos envuelve y aumentará el grado de dificultad para construir una sociedad democrática. Seremos rehenes de grupos que están mejor preparados, mejor armados y que actúan con inteligencia. Los cinco militares en Michoacán demuestran que Calderón cometió un grave error presidencial.