QUE HAY DETRAS DE LAS EJECUCIONES?
María Teresa Jardí
Ningún grupo criminal por poderoso que sea...
Las ejecuciones hace tiempo que parecen una tapadera de algo mucho más profundo que una simple lucha por el territorio entre bandas de mafiosos. Si sólo fuera eso, con la impunidad que impera, ya se habrían puesto de acuerdo. Los mafiosos, como la derecha que también es mafiosa, entienden muy bien aquello, imposible para la izquierda porque su sensibilidad es otra, de que unidos jamás serán vencidos.
Ningún grupo criminal, por poderoso que sea, se enfrenta de manera frontal a un ejército a menos que sepa que le va a ganar a ese ejército. Ningún grupo criminal desafía al ejército y menos aún en un país militarizado. Los criminales no son locos y menos de atar.
En la historia hay casos de criminales que dejan mensajes a la policía. Pero se trata en general de inteligentes asesinos en serie que retan la mente de tal o cuál policía competente. Lo que nada tiene que ver con lo que aquí está ocurriendo. Más allá de que es absurdo pensar en la necesidad de desatar una guerra para un grupo vinculado a la delincuencia organizada, en un país donde la corrupción permite convencer a muchos y comprar a la mayoría. Y es público que eso incluye a la milicia.
Sin dejar de reconocer cómo se las gastan las mafias cuando la corrupción dicta las reglas y ahí está, como ejemplo, el atentado contra los hijos de Peña Nieto, que puede ser un llamado de atención de la mafia a otro mafioso. Pero que también puede ser un llamado de la derecha que usurpa el poder para que deje de apoyar a la candidata priísta que compite en la elección yucateca, por ejemplo. Son demasiadas las ejecuciones para achacarlas solamente al crimen organizado.
En México tenemos tres ejércitos en la calle: los marinos, el Estado Mayor Presidencial y el Ejército Nacional. Y no deja de ser, digamos, curioso que de ese lado --de los otros no sabemos nada porque como basta con decir que son ejecuciones entre narcos para dejar impune el crimen no hay manera de saber realmente de lo que va el asunto--, no deja de ser curioso que los muertos sean siempre militares que pertenecen a la parte, digamos, más popular del Ejército Nacional.
Los últimos acontecimientos van dejando un tufo a que lo que estamos contemplando, azorados los ciudadanos, con todo y las cabezas cortadas, es una guerra más bien entre ejércitos que buscan el control de la militarización en marcha. Ni un voto al PAN por amor a la Patria.
Las ejecuciones hace tiempo que parecen una tapadera de algo mucho más profundo que una simple lucha por el territorio entre bandas de mafiosos. Si sólo fuera eso, con la impunidad que impera, ya se habrían puesto de acuerdo. Los mafiosos, como la derecha que también es mafiosa, entienden muy bien aquello, imposible para la izquierda porque su sensibilidad es otra, de que unidos jamás serán vencidos.
Ningún grupo criminal, por poderoso que sea, se enfrenta de manera frontal a un ejército a menos que sepa que le va a ganar a ese ejército. Ningún grupo criminal desafía al ejército y menos aún en un país militarizado. Los criminales no son locos y menos de atar.
En la historia hay casos de criminales que dejan mensajes a la policía. Pero se trata en general de inteligentes asesinos en serie que retan la mente de tal o cuál policía competente. Lo que nada tiene que ver con lo que aquí está ocurriendo. Más allá de que es absurdo pensar en la necesidad de desatar una guerra para un grupo vinculado a la delincuencia organizada, en un país donde la corrupción permite convencer a muchos y comprar a la mayoría. Y es público que eso incluye a la milicia.
Sin dejar de reconocer cómo se las gastan las mafias cuando la corrupción dicta las reglas y ahí está, como ejemplo, el atentado contra los hijos de Peña Nieto, que puede ser un llamado de atención de la mafia a otro mafioso. Pero que también puede ser un llamado de la derecha que usurpa el poder para que deje de apoyar a la candidata priísta que compite en la elección yucateca, por ejemplo. Son demasiadas las ejecuciones para achacarlas solamente al crimen organizado.
En México tenemos tres ejércitos en la calle: los marinos, el Estado Mayor Presidencial y el Ejército Nacional. Y no deja de ser, digamos, curioso que de ese lado --de los otros no sabemos nada porque como basta con decir que son ejecuciones entre narcos para dejar impune el crimen no hay manera de saber realmente de lo que va el asunto--, no deja de ser curioso que los muertos sean siempre militares que pertenecen a la parte, digamos, más popular del Ejército Nacional.
Los últimos acontecimientos van dejando un tufo a que lo que estamos contemplando, azorados los ciudadanos, con todo y las cabezas cortadas, es una guerra más bien entre ejércitos que buscan el control de la militarización en marcha. Ni un voto al PAN por amor a la Patria.