MEXICO EN GUERRA? SI, PERO GUERRA ENTRE NARCOS Y GOBIERNO ESPURIO
Vladimir Galeana
10/05/2007 12:10:58 a.m.
Quizá esta afirmación sea un exceso, pero desde la Segunda Guerra Mundial el Estado Mexicano no había enfrentado una guerra tan sangrienta como la que ahora tiene con los cárteles del narcotráfico. Desconozco cuantas bajas hayan generado las incursiones del Escuadrón 201 en Las Filipinas, pero el hundimiento de los barcos “Potrero del Llano” y “Faja de Oro”, que dieron el motivo para que nuestro país declarara la guerra al Eje Alemania-Japón-Italia, pusieron la cuota más importante. La declaración de guerra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional que provocó más de setenta muertos indígenas, como lo he señalado en entregas anteriores, sirvió al encapuchado mayor para hacerse de un nombre como reivindicador de las causas que él mismo ha olvidado. Lo que ocurre con el crimen organizado es distinto, porque en ello nos va no tan sólo la defensa de la seguridad nacional, sino de la parte más importante de los pilares fundamentales del Estado: la población.
A la decisión del Presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, de erradicar de una vez por todas las operaciones que hacían las bandas organizadas de criminales en la mayor parte del territorio nacional para transportar y distribuir su nefasto producto, éstas han respondido de forma inusual ya que la violencia utilizada ha llegado a rebasar la respuesta de los cuerpos policiales. Estamos viviendo una guerra sin cuartel en la que por desgracia, los garantes de la seguridad de los mexicanos son quienes están obligados a conducirse dentro del marco de respeto al estado de derecho.
A los adversarios de los mexicanos, porque esta guerra la enfrentamos todos, les resulta fácil determinar cuales son los blancos en los que centrarán sus ataques, los movimientos que deberán realizar para alejarse de las zonas de peligro, y las vías que habrán de transitar para seguir manteniendo vigente su cuota de entregas a los distribuidores de la droga y a los adictos. Por el contrario las fuerzas policiales tienen que realizar un doble esfuerzo para investigar el territorio hacia donde se mueven, quienes son los que encabezan a los grupos de sicarios, quienes los capos, cual es la estrategia de traslado y distribución del producto, y precisar los blancos que hay que atacar. Por eso los constantes cateos sin que se obtengan resultados.
No se puede decir que es el juego del gato y el ratón, pero así lo han querido dejar establecido en la percepción de los ciudadanos los criminales para que éstos pongan la cuota de presión ante el gobierno para el establecimiento de una negociación. Pero habrá que dejar establecido que ésta es una guerra sin regreso porque cualquier titubeo o componenda significaría la abdicación de su responsabilidad más importante: la defensa y protección de la población. El narco no hace distingos, lo mismo ultima a civiles que a policías, y el los últimos días ha declarado la guerra al Ejército Mexicano cuyos miembros han sabido responder con valentía y energía porque saben lo que está en riesgo: México.
Ojalá y así lo entendieran todos, pero he observado que en las oposiciones y la propia Iglesia Católica se comienzan a presentar velados reclamos por los magros avances obtenidos. No quiero decir con esto que tengan la obligación de avalar todas las decisiones del Jefe del Estado Mexicano porque perderían la esencia que los sitúa en la esfera del antagonismo político los primeros, condición indispensable en un sistema de partidos como el nuestro, y como guía espiritual la segunda, pero en este rubro no caben las ambivalencias o las ambigüedades: se es o no se es, esa es la cuestión más determinante. En esta cruzada nos la estamos jugando todos: los policías y soldados arriesgando la vida por defender la salud del pueblo; los gobernantes que tienen la responsabilidad de conducir a las instituciones en medio de la crisis que estamos viviendo; los partidos políticos porque son detentadores de la representación popular que elabora las leyes; los medios de comunicación porque coadyuvamos a difundir lo que ocurre y a reforzar los programas de prevención, y finalmente; el pueblo, porque resulta directamente afectado por las actividades de los cárteles de la droga.
El Ejército mexicano fue emboscado el pasado fin de semana y tuvo 5 bajas entre sus elementos. Fueron enterrados con los honores que corresponde a los héroes y nadie puede en su desgracia escatimarles esa circunstancia. El lunes se replicaron los enfrentamientos y fueron ultimados 4 sicarios cuya memoria debe ser recordada como lo que son: enemigos de los mexicanos. Si bien es cierto que los criminales cuentan con recursos infinitos producto de las enormes utilidades que obtienen de su ilícita actividad, el Estado debe mantener la decisión de seguir adelante con todos los riesgos que ello implica porque vuelvo a repetir, no hay regreso.
México está en guerra, hay que reconocerlo para dimensionar el tamaño del problema. Es la hora de la unidad en torno al fin más inmediato y urgente: erradicar la actividad del crimen organizado. La inseguridad y la carencia de empleo se han identificado como los mayores retos del país en los últimos quince años, y mientras no logremos abatir el primero no habrá oportunidad para el segundo. Por eso resulta imperiosa esa unidad de la que hablo, después vendrán las oportunidades para que continuemos la lucha política. De no ser así, no habrá lucha política que valga porque las decisiones habrán dejado de pertenecer a la sociedad y a su forma de gobierno como la conocemos ahora. México no puede convertirse en un narco-Estado como ha ocurrido en otras latitudes, por eso tenemos que seguir siendo persistentes. Nos va la vida en ello. Al tiempo.