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jueves, 3 de mayo de 2007

EN MEXICO Y EN EL MUNDO SE CELERBRO EL "DIA SIN TRABAJO"

"Ricardo Monreal Avila*


El día del "sin trabajo"

Más que conmemorar el "Día del Trabajo", en el país y en muchas otras partes del planeta se podría celebrar el día del "sin trabajo". No sólo por el número de desempleados que crece año con año, sino por los cambios en el concepto del empleo. En efecto, entre las transformaciones más dramáticos introducidas por la globalización y la tecnología de la información de las últimas tres décadas, se encuentra la modificación de la estructura laboral y del empleo mismo.

El trabajo, tal como fue desarrollado por la sociedad industrial y las grandes producciones en línea (un empleo fijo, con horarios preestablecidos, jornadas continuas, divisiones rígidas del trabajo conjunto y capacitación estandarizada), se encuentra en abierta transformación. La llamada "nueva economía" o economía del conocimiento se mueve bajo paradigmas diferentes: desmasificación de la producción, individualización de los productos, segmentación de los mercados y focalización del consumo. Es la diferencia entre una economía jalada por mastodontes dentro de territorios y rutas predefinidas, y una economía movida por una miriada de hormigas a través de redes y telarañas globales.
El trabajador en línea tiende a ser sustituido por el trabajador in situ (hogar, oficina, calle o parcela). El trabajo automatizado por el empleo multinivel. El salario por el "ingreso personal". El trabajador de "planta" por el "nómada". Los empleos de largo plazo (con 30 años de duración y heredables a los hijos) son crecientemente suplantados por empleos de corto plazo, rescindibles y altamente "renovables". No en balde, en las últimas décadas, en todo el mundo ha crecido más el empleo en el sector de los servicios que en el campo o en la industria. Así como la llamada "economía del sector social" sobre los sectores públicos y privados.
Las categorías clásicas para explicar la función económica del desempleo como regulador del precio de la mano de obra (por ejemplo, "ejército industrial de reserva"), también se modifican. No se diga conceptos tan apreciados en una época como "políticas de pleno empleo" y "Estado de Bienestar", que marcaron a toda una generación de luchas políticas y sociales reivindicatorias. Hasta los demógrafos tradicionales, con sus planteamientos sobre la relación causal entre una menor tasa de natalidad y una mayor ocupación laboral se han venido abajo. Gran Bretaña y Alemania han tenido sus tasas más altas de desempleo justo cuando han gozado de tasas más bajas de crecimiento demográfico. En suma, los paradigmas del mundo laboral se han modificado.
Si tuviéramos que resumir en un concepto los retos que plantea esta nueva realidad, ese término sería flexibilización. Esta situación induce estructuras laborales ágiles, unidades productivas convertibles y empleos susceptibles de ser realizados en diversas dimensiones temporales, espaciales y contractuales. Es justo al llegar a este punto, donde empiezan las diferencias políticas, jurídicas e ideológicas sobre qué hacer ante los cambios que implica la transformación del empleo y de la estructura laboral.
Una postura plantea la liberalización total de las relaciones entre los trabajadores y los patrones. Bajo el argumento de la flexibilización, algunos pretenden que los empresarios puedan, por ejemplo, despedir a sus empleados con más facilidad, sin indemnización alguna. Ninguna instancia estatal o sindical debe intervenir entre el "trabajo" y el "capital", ya que no son actores económicos los que intervienen en un contrato laboral, sino ciudadanos privados independientes, que pueden arreglar de manera casuística su contratación libre y voluntaria. El Estado sólo debe participar para afrontar los costes sociales que genera un empleado en términos de salud, educación, vivienda y prestaciones; con cargo fiscal a los propios trabajadores y a la sociedad, pero no a las empresas. Son los promotores del trabajo sin contrato y con "cero" riesgo para los empleadores; trabajos que se hallan entre la frontera del trabajo informal y el desempleo. Lo que en México se conoce como "chambismo". Sobre los sindicatos, plantean su inmediata y absoluta desaparición.
Otra postura señala la corporativización de las relaciones laborales. Ningún trabajador puede ser contratado individualmente, sino a través de la mediación sindical. Se reconocen únicamente los contratos colectivos, no los contratos personales. Se plantea reforzar tribunales especiales y de protección plena a los trabajadores, así como el incremento de las tasas y organizaciones sindicales. En esta concepción, el trabajador requiere de apoyos especiales y extraordinarios, tutelados por un régimen jurídico laboral de excepción. En esta concepción, los costes sociales corren a cargo de la empresa y del Estado. Es la concepción laboral de la época de la economía, la sociedad y la cultura industrial, con fuertes resabios de proudhonismo, paternalismo y clientelismo político obrero.
Una tercera opción es reconocer el carácter flexible de los empleos de la nueva economía y la naturaleza cambiante de las relaciones laborales que caracterizan a las empresas de la mundialización económica. No hay "pleno empleo" sino "empleo sustentable". En lugar de un empleo fijo, una creciente movilidad laboral. En lugar del trabajo a perpetuidad, una serie de empleos temporales, con habilidades diversificadas. En vez de una profesión para sólo una empresa, una capacitación continua y calificada para toda una vida productiva. En lugar de un salario de hambre, un ingreso personal mejor, indexado a la productividad más que a la inflación, con menos horas laborables en un mayor número de ocupaciones. En lugar del sindicato corporativo, el sindicato democrático y participativo. En lugar del Estado ausente, el Estado Juez. En lugar del Estado corporativo, el Estado vigía de la nueva estructura laboral.
En México, el día del "sin trabajo" debe ser motivo para reflexionar sobre el rumbo que está tomando el país en materia económica y laboral. No hay crecimiento suficiente y, por lo tanto, tampoco empleo remunerador y estable. En el 2007, por ejemplo, se crearán menos empleos que en el 2006. A lo mucho se generará un 10% del millón 200 mil nuevos empleos que demanda el país.
Si no se salda la deuda con los trabajadores y se define por consenso el futuro de las relaciones laborales en el país, seguiremos celebrando el día del "sin trabajo" y no el día del empleo con rostro y desarrollo humanos.