SACANDO CONJETURAS
Por Alvaro Cepeda Neri
viernes, 27 de abril de 2007
I.- El triunfo del foxismo, cuando la voltereta electoral azuzada por Zedillo, permitió que un grupo clerical de raíces religiosamente fanáticas, en el conflicto cristero de 1926-1929, ocupara cargos camouflageados como político-burocráticos, para empezar una labor de zapa al interior de las instituciones laicas del Gobierno Federal y del Estado en lo que corresponde al Poder Judicial, lo cual generó que dos poderes, en contra de la división del poder, estuvieran como uno sólo.
II.- Fox y Azuela, desde las cúpulas de los Poderes Ejecutivo y Judicial federales, se unieron en una mancuerna que tenía como factor común a la cúpula del clero político encabezada por el cardenal Rivera Carrera, integrando un poderoso frente para, con esa complicidad, iniciar la embestida contra las conquistas, de 1857 a 1917, consignadas constitucionalmente y que giran en torno a las libertades políticas de todos los mexicanos. Así empezó el ataque que, desde el PAN con Manuel Espino, sigue su curso a la sombra, con todas sus diferencias personales, del calderonismo.
III.- Así que la nación, superficialmente, no viva lo que en sus profundidades se está gestando y que bien podría ser un ajuste de cuentas de la derecha-conservadora para iniciar la venganza histórica de quienes se dicen herederos de la segunda guerra religiosa tras la victoria de la Revolución de 1910-1917, ya que la primera se escenificó cuando la llamada Guerra de Reforma, a mediados del siglo XVIII y que fijó la separación del Estado y las iglesias en un contexto de laicidad.
IV.- El clero, la cleptocracia, avivada virulentamente por el ascenso de las derechas al poder presidencial (y el respaldo papal desde El Vaticano), se ha mostrado retador desde hace seis años y pico, como buscando poner las condiciones para quitar de la Constitución la libertad religiosa y la tolerancia de cultos que garantizan la pluralidad de creencias y sus manifestaciones, una vez reconocidas las iglesias, que son asociaciones religiosas, como instituciones jurídicas.
V.- Facciones del PAN y facciones religiosas consideran que ha llegado el momento de imponer una sola religión y con ella sus preceptos, en lugar de las libertades democráticas y republicanas, para que los mexicanos escojan y decidan en qué iglesia militar. El señor Rivera Carrera, desde el púlpito, lanzó su anatema: "los poderes del infierno no prevalecerán sobre la iglesia", refiriéndose a la que representa. Se está buscando un enfrentamiento.
VI.- Las provocaciones clericales, creyendo que tienen vía libre, han llegado no solamente a querer suplantar un órgano legislativo, como lo es la Asamblea del Distrito Federal y donde se discuten, para su aprobación o rechazo, leyes para esa Entidad, para prohibir que se ventile el problema del aborto. Y ese mismo clero político guarda silencio ante los casos probados de abusos sexuales contra niños, cometidos por sus ministros.
VII.- Y otro colmo de sus desafíos es la fotografía, aparecida en internet, mostrando el vestido "típico" que los organizadores del concurso Señorita Universo 2007, pretendían que llevara puesto la representante mexicana. Confeccionado con manta, aparecen en él, pintadas a mano, figuras de campesinos colgados de postes telegráficos; mujeres en misas clandestinas y, por supuesto, una imagen de la Guadalupana; rosarios, escapularios y milagritos. Todo es para reavivar motivos de la guerra religiosa y que sobre todo en 1929 los cristeros pretendieron imponer como única su religión y un Estado teocrático.
VIII.- Se trata de revivir un conflicto, cuya historia y análisis ha sido publicada en tres tomos, de la autoría de Jean Meyer, con el título de La cristiada (en Siglo Veintiuno Editores). Quieren los del clero político ensayar una venganza, atizando y tensando las relaciones de las iglesias con el gobierno y el Estado, para arrastrar a los mexicanos a la tercera guerra religiosa.
IX.- La insolencia clerical en ese vestido es para actualizar, como problema social y político con visos religiosos, cuya solución ya está dada y como tal está vigente en la Constitución Política, haciendo válidas las libertades religiosas y su más amplia tolerancia, para garantizar lo que en ese aspecto ha sido, hasta ahora, garantía de una pacífica convivencia entre creyentes y entre las diversas iglesias, con sus mayorías y minorías respetándose mutuamente.
X.- Si se permite que el vestido sea usado oficialmente por la representante, en un acto público, con todo y que el concurso sea un evento patrocinado privadamente, más leña se le echará a la hoguera del fanatismo y la nación puede estar siendo llevada, otra vez, al callejón sin salida racional y pacífica de otro conflicto religioso. La tolerancia y libertad religiosa pueden cuestionarse y entonces un enfrentamiento puede conducirnos a otro nuevo desastre.