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lunes, 12 de marzo de 2007

COMUNICADO DEL PARTIDO POPULAR SOCIALISTA A BUSH

Carta abierta del Partido Popular Socialista de México

George W. Bush,
Presidente de los Estados Unidos de América.

Señor
:

El pueblo de México, igual que todos los pueblos del mundo, tiene una identidad construida a lo largo de su historia, identidad que influye de manera determinante de sus actos, conductas y decisiones. Algunos rasgos significativos de la identidad de los mexicanos son su carácter fraternal, amable y proverbialmente hospitalario; pero no se equivoque usted, señor Bush: el pueblo de México no abre su casa ni entrega su confianza a cualquier persona.

Usted no es bienvenido a México, señor Bush. Explicamos porqué:

Sepa usted que uno de los principales rasgos definitorios de este pueblo es su firme apego a la libertad, a la defensa de su propia soberanía y su derecho a la autodeterminació n, porque forjó tales derechos con luchas heroicas y los signó con su sangre. La Revolución de Independencia de 1810; la defensa de la Patria contra la invasión yanqui de 1847 y contra la del ejército de Napoleón III, en 1862; la propia Revolución Democrático Burguesa y de Liberación Nacional, de 1910, fueron combates que costaron centenares de miles de vidas de nuestros padres y abuelos, cuyo ejemplo nunca olvidaremos ni traicionaremos jamás; fueron gestas en las que estuvieron en juego el derecho a la autodeterminació n de los mexicanos, el logro y la defensa de la independencia plena, política y también económica, y el rechazo a la injerencia de las potencias extrajeras. Y es el caso, señor Bush, que usted representa a la potencia imperialista que día con día atenta contra la independencia, la soberanía y la autodeterminació n de nuestro pueblo. ¿Acaso cualquier mexicano consecuente podría recibirlo bien?

El antiimperialismo de los mexicanos tiene hondas raíces, señor Bush; la vieja vocación expansionista y afán de dominación de su país, de sus clases dominantes, hicieron que arrebatara al nuestro más de la mitad de su territorio. Esa mutilación gravísima constituye uno de tantos atracos que Estados Unidos ha realizado contra México –no el único- y que ha influido decisivamente para forjar el carácter digno, libertario y antiyanqui de nuestro pueblo.

Siendo totalmente justos esos reclamos históricos, señor Bush, no son sin embargo los que determinan el rechazo actual de nuestro pueblo a usted y todo lo que usted simboliza; sí lo son, en cambio, las nuevas y graves ofensas que le asestan usted mismo, su gobierno y los intereses a los que sirve; por ejemplo, cuando los monopolios y consorcios de Estados Unidos, con el pleno apoyo de su gobierno, se apoderan de fuentes fundamentales de riqueza de los mexicanos: de su industria, de sus servicios, de sus recursos naturales, y con ello descapitalizan al país y provocan su ruina y la miseria de sus habitantes. Y todavía usted y quienes le sirven tienen el descaro de presentar tan graves hechos como si tales inversiones leoninas fueran algo justo y hasta entrañaran una forma de ayuda a México. Hoy mismo, los monopolios a cuyos intereses obedecen usted y su gobierno tienen en la mira nuestros energéticos, nuestra agua, nuestro oxígeno, nuestro patrimonio cultural; nada detiene sus ambiciones.

El poder político y económico que usted representa hoy, señor Bush, lesiona al pueblo de México, por ejemplo, cuando contando con la complicidad de mexicanos entreguistas le impone a nuestro país un Tratado de “Libre” Comercio por el cual acentúa su saqueo de manera impune. Y por ejemplo, cuando el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, instancias que más allá de su disfraz, en los hechos ustedes dominan y a ustedes obedecen, nos recetan e imponen políticas neoliberales que nos van arrebatando la Patria y convirtiéndola en una neocolonia, cuya metrópoli está en Washington o en Wall Street.

Ofende y lastima a nuestro pueblo, señor Bush, cuando su gobierno persigue de manera despiadada, como lo hace, a nuestros connacionales que migran hacia su territorio –que históricamente es nuestro- huyendo de la miseria a la que los monopolios de su país los condenan en nuestra tierra; son mexicanos valiosos que van buscando formas de ganarse la vida, que aquí ustedes mismos les han cancelado, y que van a generar plusvalía y riqueza allá, en su país; y aun a pesar de eso, las políticas de su gobierno y los que le han antecedido, los prejuicios que han fomentado, hacen que se les trate como si fueran peligrosos delincuentes y, con ello, se constituyen ustedes en los causantes de la muerte de cientos de compatriotas mexicanos, hombres mujeres y niños. Y no podemos olvidar que también son ustedes reos de la violación de los derechos humanos de nuestros connacionales. Y para colmo, hasta edifican un muro en la frontera entre nuestros dos países, símbolo de la ignominia.

Nuestro pueblo no le perdonará jamás, señor Bush, las agresiones que usted y su gobierno han desencadenado contra los pueblos de Afganistán e Iraq. Se trata de crímenes de guerra tipificados por el derecho internacional, sólo equiparables a los que cometió en nazifascismo. Sepa usted que el pueblo de México jamás en su historia secular ha participado en guerra de agresión alguna; tenemos ese orgullo y ese honor, porque somos un pueblo que ama profundamente la paz, la convivencia y la colaboración entre todos los pueblos del mundo. Y por eso mismo, nuestro pueblo no tolera actos criminales como los que usted y su gobierno han cometido en los casos citados y en otros más.

Duelen mucho a los mexicanos sus constantes agresiones a los pueblos hermanos de América Latina y el Caribe. Son nuestra familia, nuestra sangre, nuestra cultura; forman parte de nuestra historia y de nuestro porvenir. No podemos tolerar su criminal conducta de bloqueo económico al pueblo de Cuba, quizá el pueblo más entrañablemente unido al nuestro, desde siempre. Un bloqueo que vulnera todos los principios y normas del derecho internacional y que ya es el más largo que registre la historia universal contra pueblo alguno. ¿No le da vergüenza, señor Bush, ser usted el causante directo de la pérdida de la vida de miles de hombres y mujeres, de niños y ancianos de este pueblo hermano, que es ejemplar en tantos aspectos? Siendo usted un fundamentalista religioso, como es sabido que lo es, ¿no le causa algún conflicto de conciencia esa conducta suya, de su gobierno y de los inmorales intereses a los que sirve? Y todo porque usted y el sistema que usted representa no pueden tolerar que un pueblo actúe con dignidad, como lo viene haciendo el pueblo de Cuba; que se niegue a vivir de rodillas, que se ponga de pie y ejerza su derecho a la autodeterminació n, diseñando sus propias instituciones y construyéndolas democráticamente, a su propio gusto, sin admitir las imposiciones de la potencia imperialista más poderosa y quizá la más criminal de la historia, cuyo gobierno encabeza usted.

Los mexicanos consecuentes tampoco podemos admitir que trate usted de impedir el ejercicio de su soberanía al hermano pueblo de Venezuela, como lo ha venido haciendo de modo contumaz, fomentando golpes de Estado, acciones encubiertas, sabotajes e intentos de magnicidio contra el jefe del gobierno que con toda pulcritud democrática –incluso desde el punto de vista de la democracia formal- se ha dado ese pueblo hermano en la persona de Hugo Chávez. Ni los que vienen intentando contra Bolivia ni otros pueblos dignos de la región que dan pasos firmes hacia su liberación.

Todos estos pueblos hermanos cuentan con la solidaridad de los mexicanos, de manera inquebrantable, sépalo bien, señor Bush. Usted, en tanto, sólo tiene nuestro repudio.

Habrá personajes que le digan lo contrario de lo que le expresamos en esta carta, siempre los hay así, al servicio del poderoso. De seguro Felipe Calderón elogiará a usted y a su gobierno, como también lo habrán hecho algunos otros “gobernantes” de su tipo en América Latina. En México los conocemos bien; ya padecimos a Vicente Fox, Ernesto Zedillo y Carlos Salinas de Gortari, en los tiempos recientes, y a Porfirio Díaz y Antonio López de Santa Anna, tiempo atrás. Pero esos personajes no representan ni representaron a sus pueblos, sino que actúan y actuaron en contra de sus intereses, a contrapelo de su historia gloriosa, como entreguistas que fueron y que son. No se engañe usted, señor Bush, porque los intercambios de elogios que formulen usted y personajes como los señalados, en modo alguno engañarán al pueblo de México ni a otros pueblos de la región y del mundo.

Por todo lo dicho, señor Bush, usted no es usted bienvenido a México. Su visita es una afrenta a un pueblo que tiene la historia del nuestro y que es heredero de Cuauhtémoc, de Hidalgo, de Morelos, de los Niños Héroes de Chapultepec, de Juárez, de Pancho Villa y de Zapata.

¡Váyase usted del suelo mexicano peor de como vino, señor Bush, sin gloria alguna y con más pena todavía, que es lo único que merece y con sus actos han ganado usted y su gobierno!

Ciudad de México, 9 de marzo de 2007

La Dirección Nacional del Partido Popular Socialista de México