LO QUE FUE NOTICIA EN LA SEMANA PASADA
Quien haya visitado recientemente la sede nacional del PRI se habrá dado cuenta de lo que ha quedado del partido: un edificio triste, medio sucio, lóbrego, habitado por fantasmas de mejores épocas, muebles remendados y un poder que languidece. Pero que el “partido” sea hoy apenas una sombra tenue, no significa que el priismo carezca de poder: los gobernadores, viejos y de nuevo cuño, y los liderazgos en las Cámaras de Diputados y de Senadores, son los nuevos patriarcas y necesitan de alguien que sea el árbitro de los encontronazos en la lucha por regresar a Los Pinos. Hace unos días, el PRI abrió el registro para renovar su dirigencia nacional. Y aunque hay varios que quieren, sólo dos podrán pelear de verdad: Enrique Jackson, apoyado por Elba Esther Gordillo y Emilio Gamboa, y Beatriz Paredes, con el visible respaldo de Manlio Fabio Beltrones y gobernadores que lo acompañan. No hay que perder de vista el proceso, pues no es descartable que si el choque termina con lo que aún queda de ese “partido”, se puedan obtener en renta los edificios del tricolor.
Su nombre empieza a ser leyenda. O por lo menos una gran piedra en el zapato de todo funcionario, comenzando por el presidente de la República, pasando por el procurador general y llegando hasta el director de la AFI. Ella se llama Isabel Miranda de Wallace y desde hace 18 meses dejó de ser ama de casa y maestra para meterse de lleno a la profesión de Sherlock Holmes. Su objetivo: encontrar a su hijo, Alberto Wallace, quien fuera secuestrado hace ya un año y medio, sin que las autoridades hayan hecho nada. Pero aunque no ha encontrado a su hijo, en su búsqueda ha logrado la identificación y detención de secuestradores como César Freyre (cabecilla de la banda), Alberto y Antonio Castillo, Antonio Malagón, Hilda González, y está en busca de Jacobo Tagle y Brenda Quevedo. La semana pasada su visita será inolvidable a Los Pinos. Primero, porque el Estado Mayor Presidencial le mandó 50 agentes para bloquearla y segundo, porque logró finalmente la promesa de que Felipe Calderón la recibiría. Habrá que verlo.
Aunque no hay nada escrito, las noticias de esta semana para Francisco Gil Díaz han comenzado a tomar un sabor amargo que le será inolvidable. A quien fuera secretario de Hacienda con Vicente Fox las cosas no le han salido tan sosegadas como esperaba: si en un principio se cuestionó la moralidad de que se incorporara al consejo del consorcio financiero británico HSBC meses después de dejar el cargo, el asunto ha tomado menos tonos éticos y se traslada al de eventuales responsabilidades jurídicas. Por lo pronto, y ante los reportes de la Auditoría Superior de la Federación que hablan de persistentes irregularidades en un fideicomiso llamado ISOSA, creado precisamente por Gil Díaz y en el que se manejaron miles de millones de pesos, el Congreso logró un consenso: exigir al gobierno de Felipe Calderón una investigación penal y administrativa contra este hombre, al que muchos caricaturistas pintan como un moderno Drácula. Habrá que ver qué dicen en Los Pinos.