MEDIDA TARDIA CONTRA LOS ESPECULADORES DEL MAIZ (QUE ES EL MISMO GOBIERNO)

El jueves pasado hubo un anuncio oficial: la tortilla, el alimento básico de los millones de mexicanos más pobres, no regresaría a su precio, disparado y sometido a las presiones de los especuladores durante diez días.

El presidente Felipe Calderón oficializó el aumento: 8.50 pesos el kilo de tortilla entre quienes aceptaron participar en el acuerdo.

Pero sin subsidio de por medio ni obligatoriedad de cumplimiento, el Acuerdo para Estabilizar el Precio de la Tortilla se firmó por la sexta parte de las tortillerías y una ventaja de 2.50 pesos respecto al precio anterior para la principal productora de harina de maíz, el Grupo Industrial Maseca.

Además, es una medida tardía, coinciden especialistas: “El daño ya está hecho”.


Por Humberto Padgett
padgett@eme-equis.com.mx

El alza de la base alimenticia de 70 millones de mexicanos se pudo amortiguar desde el año pasado.

Pero al mismo tiempo que el presidente electo Felipe Calderón hablaba de empleo y Vicente Fox de que el país sería entregado en inmejorables condiciones, los gabinetes en funciones y de transición ignoraron claras señales del alza del grano.

Y los mexicanos iniciaron el año con el kilo de tortilla 50 por ciento más caro, en un par de días pasó de seis a nueve pesos el kilo, en algunos lugares. Detrás vino el huevo 25 por ciento arriba. Luego, necesariamente, vendrán la carne y la leche.

Cuatro economistas de la UNAM, El Colegio de México y la Universidad Autónoma de Chapingo coinciden: los responsables del súbito aumento de la tortilla no son sólo
los acaparadores, como el gobierno ha señalado.

También lo es el gobierno federal a través de las secretarías de Agricultura y la de Economía. Para los investigadores, deben dar explicaciones tanto sus actuales titulares, Alberto Cárdenas y Eduardo Sojo –quienes tuvieron cargos en la pasada administración–, respectivamente, como los anteriores, Francisco Javier Mayorga Castañeda y Fernando Canales.

Los funcionarios ignoraron las alarmas encendidas que desde el año indicaban una insuficiente producción nacional y la utilización del maíz amarillo como fuente de energía ante el alza de los precios del petróleo.

Y es que, para el caso de la posible escalada de precios a los productos básicos, los 150 millones de pesos destinados a las labores de transición administrativa poco importaron.

Los funcionarios entrantes y salientes parecía concentrados únicamente en el conflicto político generado tras las elecciones.

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El precio internacional del maíz creció 65 por ciento durante 2006 y alcanzó así su valor más alto de los últimos diez años.

Hoy México es más dependiente del maíz estadunidense que nunca y Estados Unidos, más que nunca, busca en el maíz una alternativa para la obtención de biocombustibles.

Según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, la producción de maíz en ese país fue de 267 millones de toneladas. La décima parte se utilizó para la industria del etanol y este se espera que sea cerca de 15 por ciento.
Esta es una tendencia mundial. El mercado internacional del maíz cambia a favor de los proyectos de reconversión para producir etanol y se pudo observar desde el año pasado. “A la vez, un grupo de acaparadores especularon con los precios”, explica el economista Rolando Cordera, coordinador del Centro de Estudios del Desarrollo de México de la Facultad de Economía de la UNAM.

“Lo que ocurrió es que el gobierno mexicano anterior y el que se inició en diciembre no tenían previsto que esto fuera ocurrir y no crearon reservas efectivas de maíz para contrarrestar estos fenómenos especulativos.
“Es una falla del mercado realmente existente, del gobierno realmente existente y del que ya no existe”, expresa Cordera.

Tampoco se tomaron providencias para revisar la política de fomento para la producción de maíz que ahora, para sorpresas de muchos, se vuelve una cosecha atractiva por el cambio de los precios internacionales, detalla el ex director de la revista Nexos.

Políticamente, dice Cordera, resulta preocupante que un país que se declara moderno y globalizado enfrente nuevamente problemas de abasto de bienes, en particular el bien histórico y cultural de los mexicanos, la tortilla misma.