EL GUSANO DE LA GORDILLO, MOVIENDO SUS PIEZAS
Elba Esther Gordillo se ha convertido en un tumor canceroso de la política. Saben el daño que hace, pero nadie se atreve a extirparlo por miedo a ser víctima de un ejército magisterial que está al servicio de la desestabilización y el torcimiento de la democracia.
A Felipe Calderón le fue útil para ganar el 2006, pero ya comienza a estorbarle. El poder no se comparte y mientras la maestra siga encabezando el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y controle los enormes recursos económicos del sindicato magisterial, el Presidente de la República fungirá como un cero a la izquierda en materia educativa.
Ya se lo han advertido desde el exterior: la reforma y modernización que necesita México en ese ámbito tiene que pasar necesariamente por la transformación del SNTE.
Esto que es muy claro, incluso para los extranjeros, no lo es, por ejemplo, para una fracción del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Enrique Jackson, candidato del PRI a la dirigencia de ese partido, dijo al registrarse que jamás le permitiría a la señora Gordillo entrometerse en la contienda interna, que ella ya tiene otro órgano político, pero que debe reconocerla como su amiga porque él nunca niega a sus amistades.
Muy bien por la parte humana, sólo que Jackson, al igual que cualquier otro candidato que pretenda unificar al PRI utilizando el poder de la maestra, fracasará en su intento.
Una cosa es que el ejército magisterial de Elba Esther Gordillo sirva para ganar elecciones y otra muy distinta que su presencia, influencia o poder, lleve a legitimar un triunfo y propicie la unidad partidista requerida.
El estilo y los métodos de la lideresa magisterial son de sobra conocidos. A Felipe Calderón no le ha podido cobrar toda, aunque sí parte de la ayuda. Ella, que se dice la gran electora del presidente actual, querrá, en su momento, pasarle el resto de las facturas. Cosa de tiempo.
Por lo pronto, ya apunta sus baterías para regresar al PRI y esta vez quedarse con él. En Sinaloa dio la orden a los maestros que forman parte del PRI, y son consejeros, votar el próximo 18 de febrero por Enrique Jackson.
El sinaloense cometerá un error similar al de Roberto Madrazo: se pondrá en la bolsa del pantalón un escorpión. Con la gravedad adicional de que hoy Elba Esther Gordillo representa para la gran militancia priísta —esa que no podrá votar— un símbolo de deslealtad y alta traición.
Pero más allá de símbolos, el interés de Gordillo por regresar al PRI sólo puede explicarse de una sola forma: quiere darle el tiro de gracia a ese partido. Una vez que las hordas magisteriales ayuden con su voto a uno de los candidatos, se trepará en el lomo del próximo presidente para vender la cabeza del PRI al PAN. Y colorín colorado, ese cuento se habrá acabado.