SER Y PARECER
La miopía política y los intereses económicos han querido vendernos hasta el cansancio que el pasado viernes 1 de diciembre en que Felipe Calderón Hinojosa rindió, contra viento y marea, protesta a su cargo de presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, representa un triunfo democrático, frente a la rispidez y cerrazón de una fuerza política que bajo las órdenes de López Obrador intentaba desestabilizar a la nación e imponer su propio toque de queda.
Como sociedad, estaríamos cometiendo un grave error si nos limitáramos a centrar nuestra preocupación o satisfacción con base en el manipulado punto de vista que nos ofrece la televisión que, ante todo, nos sigue presentado una realidad muy limitada del acontecer político nacional que interesa a pocos pero afecta a la gran mayoría.
Sí se pudo, era la voz unánime ! de los legisladores panistas que veían en el muy desgastado y lamentable acto republicano de toma de protesta un triunfo más, otra imposición del partido en el poder frente a las múltiples voces y actitudes de inconformidad, frente al terrible estado de crisis en que Fox dejó al país.
“Sí se pudo” y “Obrador” coreaban aquellos que convencidos de que el fin justifica los medios, olvidaban que su responsabilidad de legisladores no radica en el reparto de golpes e insultos sino en la construcción de consensos que posibiliten la construcción de un país más justo y equitativo.
Sí se pudo, comentaron los magos del Centro de Producción de Programas Informativos y Especiales (Cepropie) que se encargan de producir y controlar los contenidos audiovisuales de Presidencia de la República, manipulando mañosamente la imagen televisiva, transmitiendo de manera diferida aspectos p! revios al evento, para engañar a propios y extrañ! ;os con los tiempos y procedimientos en que Felipe Calderón, por obra y gracia de la televisión santa, aparecía sorpresivamente en el pleno del recinto ante los ojos atónitos de la mayoría de los legisladores.
Sí se pudo, dijeron en Televisa, donde la principal consigna era transmitir lo estrictamente necesario para seguir llenando nuestros pensamientos de banalidades con programas de entretenimiento que no permitieran la reflexión ni la crítica, de lo que millones de mexicanos tristemente pudimos constatar.
Sí se pudo, comentó Felipe Calderón, como si el mayor triunfo de su administración consistiera precisamente en el exclusivo acto de ponerse la banda presidencial y festejar con comida y cena al lado de sus incondicionales, de quienes lo respaldaron financiera y políticamente, de los mismos que sexenio tras sexenio ven aumentar terriblemente sus fortunas.
Sí se pudo, como si! la prioridad, el interés y las expectativas de un pueblo mexicano, amenazado por la pobreza y el crimen organizado estuvieran puestas en la capacidad que tuvieran los grupos parlamentarios del PAN y PRD por lograr o impedir que el presidente Calderón rindiera protesta en el recinto de San Lázaro.
Sí se pudo, pero no. Señor Presidente, los mexicanos que no estuvieron invitados al Auditorio Nacional, a su comida en el Museo Nacional de Antropología e Historia ni a su cena en el Castillo de Chapultepec, que supongo son la gran mayoría, no han podido aún luchar contra la pobreza y el desempleo, no tienen todavía acceso a servicios médicos y educativos de calidad, siguen siendo víctimas de añejos rezagos sociales, continúan esperando respuestas y soluciones a sus demandas más acuciantes.
De modo que, señor Presidente, señores legisladores, dejen de seguir manipulando nuestra realidad política y ofrezcan de inmediato resultados concretos en beneficio de la sociedad, porque por ahora, lo único que sí han podido, es seguir alimentando el encono de un pueblo que no merece seguir siendo rehén de sus intereses.
Quehacer Político