EL PRESIDENTE DE LA PUERTA TRASERA OSEA FeCAL
Con la protesta de un sector del Congreso, la mañana del 1 de diciembre Felipe Calderón rindió protesta ante el Congreso como presidente constitucional de México.
Más tarde, en el Auditorio Nacional, leyó su mensaje a la nación donde convocó al diálogo a todas las fuerzas políticas para encontrar soluciones a los grandes problemas nacionales. Su principal desafío –dijo– es sumar esfuerzos y voluntades para la transformación de la patria.
La arenga presidencial está cargada de buenos propósitos, sobre todo si plantea no refundar al país sexenalmente, sin embargo su principal debilidad se encuentra en la incapacidad del Ejecutivo, y de su equipo de asesores para tender puentes de diálogo-negociación con las fuerzas políticas que configuran la actual oposición al Gobierno federal, convirtiendo su propuesta en un proyecto inco! mpleto de reconciliación política.
Los nubarrones en relación con la toma de protesta de Felipe Calderón pusieron en evidencia que en México no se pueden procesar todos los problemas de la política en armonía y cordialidad. Y es que la diferencia entre el ambiente político en que se dio la toma de posesión de Vicente Fox y el que rodeó a la de Felipe, mide muy bien la regresión política que sufrimos durante este sexenio: El encono, el reclamo, la polarización y la duda en torno de la elección presidencial y su veredicto.
Hoy, al protestar, Felipe Calderón tuvo que ingresar al Palacio Legislativo por la puerta trasera, proyectando involuntariamente nuestra realidad, es decir, que el avance y progreso de México, se cocina y se proyecta por puertas traseras, negando todo principio de transparencia, justicia y equidad.
Ver los colores patrios frac! cionados en rojo y blanco, intercalados con un gris que repres! enta la sombra del inconsciente del ser humano, en ausencia del verde que no sólo simboliza la esperanza sino el propio amor. Esto permite visualizar un futuro aciago, porque quienes están detrás, muestran no tener amor por México y los mexicanos, moviéndose entre las sombras y para beneficio de éstas.
Suena bonito el llamado al patriotismo, la convicción democrática, la lealtad, el compromiso de servir a México y la participación conjunta en la solución de todos los problemas de nuestro país. La proclama felipista es como el canto de las sirenas, pero qué difícil será sumarnos cuando el ambiente que vivimos es de confrontación y choque.
Hace seis años Fox estaba convencido de haber sumado voluntades ciudadanas a su causa, convencido que empezaba la diversión, el trabajo y la construcción de ese México maravilloso, exitoso y triunfador, lo grave no es sólo la realidad que evidencia su fracaso, sino que el señor se va satisfecho y convencido de que cumplió.
Ahora Calderón, ante el mismo escenario, ofrece privilegiar el diálogo y el acuerdo en busca de caminos que integren y cohesionen los intereses y aspiraciones de todos los mexicanos. Esperemos por el bien de todos que pronto cumpla con hechos, porque con sueños y proclamas fundados en dobles discursos, el pueblo de México difícilmente soportará otros seis años.
Quehacer Político