PRIMERO LOS POBRES?
“No ignoro la complejidad del momento político que vivimos ni nuestras diferencias, pero estoy convencido de que hoy debemos poner punto final a nuestros desencuentros…”. (Felipe Calderón al tomar protesta como presidente de México 1-Dic-2006.)
“Este viernes mejor ni salgan de sus casas”. (Advertencia de la PFP a vecinos de colonias aledañas al Palacio Legislativo, San Lázaro 30-Nov-2006.)
“Este viernes mejor ni salgan de sus casas”. (Advertencia de la PFP a vecinos de colonias aledañas al Palacio Legislativo, San Lázaro 30-Nov-2006.)
Entre el agua bendita y las mentadas de madre inició el mitin pejeobradorista en el Zócalo capitalino desde las siete de la mañana del 1 de diciembre.
Tamales, atolito, garnachas y cafecito inundaban el ambiente festivo de las aguerridas bases de perredistas que se dieron cita en el corazón de la capital. Obreros, vendedores ambulantes, amas de casa, estudiantes, feministas, maestros, gente pobre, mucha gente pobre que recita consignas e insultos al Presidente electo, a quien llam! an espurio.
Los renegados de la democracia, como los llamó Vicente Fox, aquí reunidos esperando la línea de acción que dicte López Obrador.
Todas las condiciones estaban dadas para repetir el mismo escenario del 1 de septiembre: Plantarse y no moverse de la Plaza de la Constitución. Pero la consigna cambió: Marchar hacia el casi militarizado Auditorio Nacional donde Calderón daría su mensaje a la nación.
Inició la caminata desordenadamente, teniendo como punto de convergencia avenida Juárez a un lado del Palacio de Bellas Artes. A las 10:30 de la mañana en punto, quién sabe de dónde, pero los marchistas se multiplicaron por cientos. Aparecían por todas partes con carteles, mantas y el puño en alto. AMLO a la cabeza de estos renegados, ahora calificados por la derecha panista como los nuevos jinetes de la incertidumbre y el encono, justo en el momen! to en que Felipe Calderón llega como el presidente m&aa! cute;s d ébil de la historia reciente de México, en cuyo mensaje a la nación reflejaría el analfabetismo político que caracterizó a su antecesor y la que será su prioridad (para que se lo aprendan muy bien los perredistas): “Primero los ricos”.
Llegó Calderón al cargo después de la campaña más sucia que se recuerde, dirigida por un publicista de la ultraderecha española (no es en vano que Mouriño, el español nacionalizado mexicano, sea el hombre de mayor confianza de Felipe) que, con el consentimiento del abanderado panista, descalificó a su principal contrincante al tacharlo de “peligro para México”, lo que se hizo extensivo a todos los que apoyaban al citado candidato.
Finalmente, tomó posesión como Presidente constitucional en una ceremonia accidentada, consecuencia de lo que inyectó, junto con sus asesores hi! tlerianos a la sociedad civil: Veneno y odio.
Felipe Calderón se fue cerrando las puertas de la negociación. Con un gabinetazo tecnocrático en lo económico y santurrón de ultraderecha en lo social, envió un mensaje de exclusión para que cualquier pacto se diera. De tal manera que los personajes que ocuparán los nuevos cargos parecen enviados para la confrontación.
Sobresale la figura de Juan Camilo Mouriño, cuya pluma se percibe en la redacción del mensaje presidencial del Auditorio Nacional. Parece pensado por el nuevo Maquiavelo de Los Pinos, quien dejó en claro que en política no había nada más difícil que lograr el arraigo de un nuevo régimen. Y que en esa coyuntura –anotaba el florentino– el objetivo justificaba los medios. Y estos últimos eran todas las conductas reprobadas por la moral cristiana pero muy efectivas en política: La ! mentira, el engaño, la corrupción, la injusticia! , el abu so del poder y la violencia, pues lo que en el ciudadano eran vicios en el gobernante que encabezaba un nuevo régimen eran virtudes.
Así, la gran promesa política del calderonismo y sus imaginarios, que son los imaginarios de la ultraderecha, parecen no tener conclusión, y eso sí remitirnos a la cita de José Lezama Lima: “El gozo del ciempiés es la encrucijada”.
REBASADO POR EL YUNQUE
Felipe Calderón fue candidato presidencial con el escepticismo de muchos ciudadanos, ganó dudosamente la elección y fue declarado presidente con la duda de casi la mitad de los electores, y el pasado 1 de diciembre se convirtió en Presidente constitucional y rindió protesta acompañado de la incertidumbre.
Llega como representante de una derecha históricamente dependiente de los poderes públicos; que ha seguido la sinuosidad de la política acrecentando sus intereses por! medio de privilegios fiscales, créditos internos y externos, concesiones discutibles o indebidas, sumisión de los trabajadores sindicalizados, explotación salvaje de los contratados individualmente, enriquecimiento compartido con funcionarios por medio de las obras públicas y política general de oposición, que partió de la unidad nacional a la del desarrollo compartido, la apertura, y la alianza para la producción.
Primero con Vicente Fox Quesada y ahora con Felipe Calderón Hinojosa, la derecha involuntariamente se ha desenmascarando después de varias décadas de simulación y de negarse a sí misma.
Surgida como opositora al ascenso constitucional del gobierno de Cárdenas, la derecha creció bajo Ávila Camacho en su programa de rectificaciones, acumulando capital, como un don divino, durante la Segunda Guerra Mundial; afirmó su posición de minor&! iacute;a bancaria e industrial con Miguel Alemán; oscil! ó entre el desafío y el tedio bajo Ruiz Cortines, para levantarse, airada frente a López Mateos y exaltar, en Díaz Ordaz, su concepto militar del orden público; oponerse a Echeverría a pesar de los beneficios recibidos y lanzarse con furia frente a López Portillo; se institucionalizó políticamente con De la Madrid y comenzó a crecer electoralmente; con Salinas comenzó a cogobernar el país; Zedillo le tendió la alfombra para que llegara a Los Pinos con Vicente Fox; y éste, jugando por partida doble hizo ganar a su partido y a su candidato, Felipe Calderón.
Felipe y sus circunstancias, Calderón y su condición antimediática y el nuevo presidente de México y su fascinación por la plutocracia: El poder de los ricos. Paradójicamente los pasos que dé su oponente, López Obrador, marcarán el rumbo que tome el país du! rante el sexenio que inicia.
Quehacer Político