Una última canallada
Por Esto: Jorge Lara Rivera
De modo por demás alevoso y engolosinándose en la impunidad desde su prepotencia, el gobierno federal panista escogió con perversidad el viernes 25 de este fugaz 2009, “un día que vivirá en la infamia” –plena Navidad–, para mostrar lo que le importa la opinión pública nacional y el respeto que le merecen los ciudadanos mexicanos, el sentir de todo este pueblo (empresarios incluidos) por cuyo bienestar ha jurado velar y sin el cual no disfrutaría de los exorbitantes privilegios que se otorga a sus altos funcionarios.
Con su nuevo golpe artero no sólo ha hecho saltar en pedazos las ilusiones de la época, ya bastante maltrechas por la pésima conducción que dio a la economía del país en la turbulencia de los mercados financieros, sino que, al perpetrar un segundo ‘gasolinazo’ en menos de una semana, arremete contra las posibilidades de recuperación –por remotas o excesivas que fueren– y comete una burla imperdonable contra los mexicanos.
No se habían diluido aún ni el malestar ni los temores por riesgos que entraña para la economía nacional y la de las familias el primer incremento a los precios de las gasolinas Magna y al Diesel, cuando ha sido asestado un nuevo y terrible mazazo al pueblo vía, otra vez, la Magna. Golpe que, por otra parte, exhibe el verdadero rostro ‘social’ del panismo; su total desprecio por la gente, dejando ver sin máscara su talante fascista en la manera de gobernar.
Queda por contextualizar esta nueva falta a la palabra empeñada y firmada por el titular del Ejecutivo federal, la cual debe alertar al pueblo acerca de quiénes son en realidad, a qué ralea de gente ha permitido encaramarse en el poder y la credibilidad que debe otorgarles.
Sin el menor escrúpulo ni rubor el régimen federal panista, acorde con la naturaleza antisocial de la ideología y el cinismo que representa, simple y llanamente ha procedido a deshonrar sus responsabilidades, incluso las solemnizadas, como el Acuerdo Nacional para la Defensa de la Economía, el Empleo y el Gasto Familiar, suscrito por su jerarca en enero de este declinante año con el expreso compromiso de NO aumentar las gasolinas ni el diesel en TODO el 2009.
Tal ‘estilo’ de conducirse, sin embargo, (ya se ha dicho) no es excepción sino regla en la presente administración federal prohijada por Acción Nacional; lo ha reiterado con su incumplimiento de los Programas Nacionales para Combatir la Corrupción y por la Seguridad; con la militarización de la vida social y su actitud despótica frente a los señalamientos de organismos internacionales para la Defensa de los Derechos Humanos que denuncian violaciones del Estado contra civiles en la guerra al Crimen Organizado; y no sólo negándose a hacer volver al Ejército a los cuarteles, sino inmiscuyendo ahora hasta a la Marina Armada en las tareas policiales, así como con la legalización del abuso y los atropellos contra las garantías del ciudadano mediante su llamada “Reforma Legal, Judicial y de Seguridad” que entronizó las aberrantes prácticas de la ‘denuncia anónima’ (la degradante delación), la condena previa o ‘arraigo’, los cateos sin orden judicial, etc. Y con su mezquina y antimexicana “propuesta de Reforma Energética de Segunda Generación” para entregar PEMEX y la CFE al capital extranjero.
Es inevitable que lo anterior traiga a la memoria las ‘ilustrativas’ palabras de Hitler respecto al valor concedido por el fascismo a los pactos, acuerdos y tratados suscritos, cuando, al ser cuestionado tras la invasión a Checoslovaquia, traicionando el Pacto de Munich, que a la postre habría de desatar la II Guerra Mundial, exclamó: “¡Bah!, un simple pedazo de papel mojado (con tinta)…”
Lo anterior debiera bastar para tener claro la clase de perversidad a la que nos enfrentamos desde el año 2000, por culpa del berrinchito electoral de unos resentidos inmaduros y una impensable timoratez azuzada por los curas –en una país que se la da de ‘machines’ y campeones en suspicacia alburera– al votar, válganos Dios, por la derecha; es decir, (y en esto tiene razón Andrés M. López Obrador.) contra los intereses del pueblo, sin parar mientes para recordar cómo hubieron de hacer nuestros abuelos para echarla, la última vez, del Palacio Nacional en medio de tiros y pagando un alto precio en sangre con más de un millón de muertos.
Es hora de aceptar el yerro y ponerse alerta, para no repetir ese error garrafal en el futuro.
Tozudo, contumaz, arrogante y necio, el Ejecutivo federal no sólo ha traicionado sus propias promesas de su gobierno (“bajaré los impuestos…”, “la economía crecerá…”, “crearé un millón y medio de empleos al año…”), sino compromisos sociales asumidos ante el pueblo en el ejercicio de la función pública y, por tanto, por su flagrante incumplimiento de obligaciones inherentes a su cargo, ha llegado el momento –tal cual reza la fórmula de su solemne toma de protesta– de “que la Nación se lo demande”.
De modo por demás alevoso y engolosinándose en la impunidad desde su prepotencia, el gobierno federal panista escogió con perversidad el viernes 25 de este fugaz 2009, “un día que vivirá en la infamia” –plena Navidad–, para mostrar lo que le importa la opinión pública nacional y el respeto que le merecen los ciudadanos mexicanos, el sentir de todo este pueblo (empresarios incluidos) por cuyo bienestar ha jurado velar y sin el cual no disfrutaría de los exorbitantes privilegios que se otorga a sus altos funcionarios.
Con su nuevo golpe artero no sólo ha hecho saltar en pedazos las ilusiones de la época, ya bastante maltrechas por la pésima conducción que dio a la economía del país en la turbulencia de los mercados financieros, sino que, al perpetrar un segundo ‘gasolinazo’ en menos de una semana, arremete contra las posibilidades de recuperación –por remotas o excesivas que fueren– y comete una burla imperdonable contra los mexicanos.
No se habían diluido aún ni el malestar ni los temores por riesgos que entraña para la economía nacional y la de las familias el primer incremento a los precios de las gasolinas Magna y al Diesel, cuando ha sido asestado un nuevo y terrible mazazo al pueblo vía, otra vez, la Magna. Golpe que, por otra parte, exhibe el verdadero rostro ‘social’ del panismo; su total desprecio por la gente, dejando ver sin máscara su talante fascista en la manera de gobernar.
Queda por contextualizar esta nueva falta a la palabra empeñada y firmada por el titular del Ejecutivo federal, la cual debe alertar al pueblo acerca de quiénes son en realidad, a qué ralea de gente ha permitido encaramarse en el poder y la credibilidad que debe otorgarles.
Sin el menor escrúpulo ni rubor el régimen federal panista, acorde con la naturaleza antisocial de la ideología y el cinismo que representa, simple y llanamente ha procedido a deshonrar sus responsabilidades, incluso las solemnizadas, como el Acuerdo Nacional para la Defensa de la Economía, el Empleo y el Gasto Familiar, suscrito por su jerarca en enero de este declinante año con el expreso compromiso de NO aumentar las gasolinas ni el diesel en TODO el 2009.
Tal ‘estilo’ de conducirse, sin embargo, (ya se ha dicho) no es excepción sino regla en la presente administración federal prohijada por Acción Nacional; lo ha reiterado con su incumplimiento de los Programas Nacionales para Combatir la Corrupción y por la Seguridad; con la militarización de la vida social y su actitud despótica frente a los señalamientos de organismos internacionales para la Defensa de los Derechos Humanos que denuncian violaciones del Estado contra civiles en la guerra al Crimen Organizado; y no sólo negándose a hacer volver al Ejército a los cuarteles, sino inmiscuyendo ahora hasta a la Marina Armada en las tareas policiales, así como con la legalización del abuso y los atropellos contra las garantías del ciudadano mediante su llamada “Reforma Legal, Judicial y de Seguridad” que entronizó las aberrantes prácticas de la ‘denuncia anónima’ (la degradante delación), la condena previa o ‘arraigo’, los cateos sin orden judicial, etc. Y con su mezquina y antimexicana “propuesta de Reforma Energética de Segunda Generación” para entregar PEMEX y la CFE al capital extranjero.
Es inevitable que lo anterior traiga a la memoria las ‘ilustrativas’ palabras de Hitler respecto al valor concedido por el fascismo a los pactos, acuerdos y tratados suscritos, cuando, al ser cuestionado tras la invasión a Checoslovaquia, traicionando el Pacto de Munich, que a la postre habría de desatar la II Guerra Mundial, exclamó: “¡Bah!, un simple pedazo de papel mojado (con tinta)…”
Lo anterior debiera bastar para tener claro la clase de perversidad a la que nos enfrentamos desde el año 2000, por culpa del berrinchito electoral de unos resentidos inmaduros y una impensable timoratez azuzada por los curas –en una país que se la da de ‘machines’ y campeones en suspicacia alburera– al votar, válganos Dios, por la derecha; es decir, (y en esto tiene razón Andrés M. López Obrador.) contra los intereses del pueblo, sin parar mientes para recordar cómo hubieron de hacer nuestros abuelos para echarla, la última vez, del Palacio Nacional en medio de tiros y pagando un alto precio en sangre con más de un millón de muertos.
Es hora de aceptar el yerro y ponerse alerta, para no repetir ese error garrafal en el futuro.
Tozudo, contumaz, arrogante y necio, el Ejecutivo federal no sólo ha traicionado sus propias promesas de su gobierno (“bajaré los impuestos…”, “la economía crecerá…”, “crearé un millón y medio de empleos al año…”), sino compromisos sociales asumidos ante el pueblo en el ejercicio de la función pública y, por tanto, por su flagrante incumplimiento de obligaciones inherentes a su cargo, ha llegado el momento –tal cual reza la fórmula de su solemne toma de protesta– de “que la Nación se lo demande”.