Vasconcelos, otro desatino de Calderón
Humberto Musacchio
El desgobierno que sufre el país tiene múltiples causas, pero una muy principal es la falta de tino para nombrar colaboradores. Felipe Calderón tiene un gabinete en el que están amigos leales, colaboradores de otros tiempos y niveles o empresarios que lo respaldaron económicamente cuando estaba en el desempleo y luego patrocinaron la campaña electoral y la guerra sucia de 2006.
Son todos ellos hombres y mujeres que gozan del afecto presidencial, y con las excepciones de rigor, entes sumisos, seres sin estatura política, mediocridades conocidas, muy al nivel de quien los dirige; grisuras incapaces de atender trámites de ventanilla, medianías apenas animadas por los prejuicios, burócratas a ras de suelo, fauna afanada en mostrar su ignorancia y su ineptitud.
Hace unos días, el señor José Luis Santiago Vasconcelos, quien fuera alto funcionario de la Procuraduría General de la República, fue echado a la calle. Por orden de Los Pinos, la PGR debía reorganizarse para ganar en eficiencia, y uno de los primeros sacrificados fue Santiago Vasconcelos por razones que para muchos son obvias.
Se trata del funcionario que, en el sexenio pasado, abusando del poder que le confería el cargo, levantó acusaciones absurdas contra una mujer que solamente cumplía con su trabajo y la mantuvo en prisión. La víctima —seguramente no la única de Santiago Vasconcelos— es la suegra de Santiago Pando, el publicista de la campaña de Vicente Fox. Pando, abandonado por Fox, señaló reiterada y públicamente la injusticia del caso y fue demandado por Vasconcelos, quien consiguió un juez a modo que condenó a Pando, pese que su suegra quedó en libertad porque no pudieron probarse las peregrinas acusaciones que se le hicieron.
Los periodistas que comentaron la injusticia de tales procesos fueron objeto de la hostilidad del señor Vasconcelos, quien demandó a señores que son orgullo de nuestro gremio, como Miguel Angel Granados Chapa, Ricardo Rocha, Carlos Marín y varios más.
Ahora, Calderón acaba de otorgar a José Luis Santiago Vasconcelos el nombramiento de secretario técnico de la comisión encargada de la reforma sobre seguridad y justicia penal. La Iglesia en manos del útero, como decía un amigo. Por fortuna ya César Camacho Quiroz le recordó a Calderón que no tiene la facultad de nombrar al secretario técnico de una comisión que, por cierto, tampoco existe jurídicamente.
Pero el problema, más allá de lo legal, es político. ¿Así espera Calderón hacer frente a la inseguridad pública?
El desgobierno que sufre el país tiene múltiples causas, pero una muy principal es la falta de tino para nombrar colaboradores. Felipe Calderón tiene un gabinete en el que están amigos leales, colaboradores de otros tiempos y niveles o empresarios que lo respaldaron económicamente cuando estaba en el desempleo y luego patrocinaron la campaña electoral y la guerra sucia de 2006.
Son todos ellos hombres y mujeres que gozan del afecto presidencial, y con las excepciones de rigor, entes sumisos, seres sin estatura política, mediocridades conocidas, muy al nivel de quien los dirige; grisuras incapaces de atender trámites de ventanilla, medianías apenas animadas por los prejuicios, burócratas a ras de suelo, fauna afanada en mostrar su ignorancia y su ineptitud.
Hace unos días, el señor José Luis Santiago Vasconcelos, quien fuera alto funcionario de la Procuraduría General de la República, fue echado a la calle. Por orden de Los Pinos, la PGR debía reorganizarse para ganar en eficiencia, y uno de los primeros sacrificados fue Santiago Vasconcelos por razones que para muchos son obvias.
Se trata del funcionario que, en el sexenio pasado, abusando del poder que le confería el cargo, levantó acusaciones absurdas contra una mujer que solamente cumplía con su trabajo y la mantuvo en prisión. La víctima —seguramente no la única de Santiago Vasconcelos— es la suegra de Santiago Pando, el publicista de la campaña de Vicente Fox. Pando, abandonado por Fox, señaló reiterada y públicamente la injusticia del caso y fue demandado por Vasconcelos, quien consiguió un juez a modo que condenó a Pando, pese que su suegra quedó en libertad porque no pudieron probarse las peregrinas acusaciones que se le hicieron.
Los periodistas que comentaron la injusticia de tales procesos fueron objeto de la hostilidad del señor Vasconcelos, quien demandó a señores que son orgullo de nuestro gremio, como Miguel Angel Granados Chapa, Ricardo Rocha, Carlos Marín y varios más.
Ahora, Calderón acaba de otorgar a José Luis Santiago Vasconcelos el nombramiento de secretario técnico de la comisión encargada de la reforma sobre seguridad y justicia penal. La Iglesia en manos del útero, como decía un amigo. Por fortuna ya César Camacho Quiroz le recordó a Calderón que no tiene la facultad de nombrar al secretario técnico de una comisión que, por cierto, tampoco existe jurídicamente.
Pero el problema, más allá de lo legal, es político. ¿Así espera Calderón hacer frente a la inseguridad pública?