Gasolina y Salarios
Francisco Rodríguez
POR SI USTED no se acordaba, el señor Felipe Calderón sí tiene un secretario de Economía. Se apellida Ruiz Mateos como aquél del histórico fraude español (Rumasa). Y cual su antecesor Sojo, se hace bolas con los precios de las gasolinas, pues dice que la que aquí nos vende la Administración "es la más barata del mundo" y, por tal, los recientes aumentos en su precio no tienen porqué impactar en los de las mercancías.
Discutible, para empezar, que la Extra y la Nova, el diesel, sean los más baratos del mundo. En Venezuela, por citar un ejemplo cercano, sí que es una ganga. Pero aquí se encarece todavía más, debido al bajo nivel de percepciones de la inmensa mayoría de la población.
Aplauden los teóricos de la actual Administración la desaparición del subsidio a los combustibles que, dicen, cuesta al erario público dos puntos del PIB o algo así como 200 mil millones de pesos anuales, pero soslayan que el mayor subsidio lo otorga la población misma al percibir salarios que en nada se equiparan a los del resto del mundo desarrollado o en vías se serlo.
Es este subsidio a los ricos, el de los bajos salarios para los trabajadores, el que se presenta por doquier como el mayor de los atractivos que aquí se ofrecen a la inversión extranjera, a costa del empobrecimiento de los mexicanos que tienen la fortuna de contar con un empleo.
Un estudio muestra, por ejemplo, que aunque fueron creados muchos empleos manufactureros en las maquiladoras en la frontera antes de la aprobación del TLCAN, éstos pagan entre US $5.00 y $8.00 al día; insuficiente para mantener a una familia. Tras la aprobación del TLCAN, las maquiladoras empezaron a desplazarse hacia comunidades del interior de México, pagando salarios aún más bajos. Las pequeñas y medianas empresas enfrentan ahora una competencia directa de las trasnacionales y muchas fueron devastadas. Hubo hasta antes del 2000 un cierto crecimiento de la manufactura, pero esto no estimuló a otros sectores, ya que la mayoría de las empresas que exportan son extranjeras y utilizan insumos que no se producen en México. Además, el valor real del salario promedio en la manufactura mexicana cayó 9% entre 1994 y 2003, a pesar de que la productividad creció casi 50% entre 1993 y 2000 (Jason Wallach, Red de Solidaridad con México y Susan Williams, Centro de Investigación y Educación Highlander).
Peor aún, lo que sería "la Presidencia del empleo" ha fracasado estrepitosamente en el cumplimiento de su jingle de campaña. El desempleo crece, mientras más empresas quiebran. En años recientes, el sector de la maquila ha estado despidiendo gente. De 1994 a 2000, el número de empleos en la maquila de exportación creció a más del doble, de 550 mil en 1994 a 1.3 millones en 2000, pero desde 2000 ha habido una pérdida de 230 mil empleos, de acuerdo a los mismos investigadores.
Y aún así, Ruiz Mateos tiene la desfachatez de decir que en México se vende "la gasolina más barata del mundo", mientras los teóricos del aparato gubernamental aplauden por el fin de los subisidios… a los pobres asalariados, que para los ricos aún hay muchos.
Compare, señor secretario, precios y salarios. Después de ello, entonces sí, salga a dar declaraciones que sólo ovacionan los suyos.
POR SI USTED no se acordaba, el señor Felipe Calderón sí tiene un secretario de Economía. Se apellida Ruiz Mateos como aquél del histórico fraude español (Rumasa). Y cual su antecesor Sojo, se hace bolas con los precios de las gasolinas, pues dice que la que aquí nos vende la Administración "es la más barata del mundo" y, por tal, los recientes aumentos en su precio no tienen porqué impactar en los de las mercancías.
Discutible, para empezar, que la Extra y la Nova, el diesel, sean los más baratos del mundo. En Venezuela, por citar un ejemplo cercano, sí que es una ganga. Pero aquí se encarece todavía más, debido al bajo nivel de percepciones de la inmensa mayoría de la población.
Aplauden los teóricos de la actual Administración la desaparición del subsidio a los combustibles que, dicen, cuesta al erario público dos puntos del PIB o algo así como 200 mil millones de pesos anuales, pero soslayan que el mayor subsidio lo otorga la población misma al percibir salarios que en nada se equiparan a los del resto del mundo desarrollado o en vías se serlo.
Es este subsidio a los ricos, el de los bajos salarios para los trabajadores, el que se presenta por doquier como el mayor de los atractivos que aquí se ofrecen a la inversión extranjera, a costa del empobrecimiento de los mexicanos que tienen la fortuna de contar con un empleo.
Un estudio muestra, por ejemplo, que aunque fueron creados muchos empleos manufactureros en las maquiladoras en la frontera antes de la aprobación del TLCAN, éstos pagan entre US $5.00 y $8.00 al día; insuficiente para mantener a una familia. Tras la aprobación del TLCAN, las maquiladoras empezaron a desplazarse hacia comunidades del interior de México, pagando salarios aún más bajos. Las pequeñas y medianas empresas enfrentan ahora una competencia directa de las trasnacionales y muchas fueron devastadas. Hubo hasta antes del 2000 un cierto crecimiento de la manufactura, pero esto no estimuló a otros sectores, ya que la mayoría de las empresas que exportan son extranjeras y utilizan insumos que no se producen en México. Además, el valor real del salario promedio en la manufactura mexicana cayó 9% entre 1994 y 2003, a pesar de que la productividad creció casi 50% entre 1993 y 2000 (Jason Wallach, Red de Solidaridad con México y Susan Williams, Centro de Investigación y Educación Highlander).
Peor aún, lo que sería "la Presidencia del empleo" ha fracasado estrepitosamente en el cumplimiento de su jingle de campaña. El desempleo crece, mientras más empresas quiebran. En años recientes, el sector de la maquila ha estado despidiendo gente. De 1994 a 2000, el número de empleos en la maquila de exportación creció a más del doble, de 550 mil en 1994 a 1.3 millones en 2000, pero desde 2000 ha habido una pérdida de 230 mil empleos, de acuerdo a los mismos investigadores.
Y aún así, Ruiz Mateos tiene la desfachatez de decir que en México se vende "la gasolina más barata del mundo", mientras los teóricos del aparato gubernamental aplauden por el fin de los subisidios… a los pobres asalariados, que para los ricos aún hay muchos.
Compare, señor secretario, precios y salarios. Después de ello, entonces sí, salga a dar declaraciones que sólo ovacionan los suyos.