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martes, 22 de julio de 2008

La guerra en el PAN, disputa entre capos

Antonio Cerda Ardura

La guerra interna que sufre el PAN por posiciones de poder, entre facciones que se consideran a sí mismas como integradas por capos, podría hundir a ese partido, comenzando en las elecciones de 2009 en las que estarán en juego la mayoría en el Congreso federal y seis gubernaturas.

Así lo advierte el periodista Alvaro Delgado, autor de El engaño. Prédica y práctica del PAN (Grijalbo), quien manifiesta que el libro presentado hace unos días por el ex presidente de ese organismo político, Manuel Espino, Señal de alerta: advertencia de una regresión política, es un instrumento para el combate político que pretende forzar al Presidente de la República a otorgarle concesiones.

Delgado, autor también de El Yunque: la ultraderecha en el poder (Plaza Janés) y El ejército de Dios: nuevas revelaciones sobre la ultraderecha en México (Plaza Janés), y periodista de la revista Proceso, indica que el nivel de la disputa panista ha llegado a los extremos del asesinato político, como lo demuestran tres casos perfectamente documentados.

Igual señala que las expresiones de Espino contra el senador priísta Manlio Fabio Beltrones actualiza el acoso que se hizo en contra del ex candidato de la Coalición por el bien de todos, Andrés Manuel López Obrador, para descarrilarlo en la carrera por la Presidencia, y demuestra que podría estarse gestando algo más allá de la legalidad y la moralidad para destruirlo.

Sin embargo, Delgado —quien opina que debería ponerse en la mesa de debate cómo quienes gobiernan utilizan su fuerza para someter a sus adversarios, comprar voluntades, impartir amenazas y acrecentar su poder— concluye como probable que Espino y Calderón, cabezas de esa guerra de mafias en el PAN, acaben pactando.
Simulación e hipocresía

¿Qué ocurre con el PAN? De pronto revive Manuel Espino, publica un libro y se pone a dictar recomendaciones de cómo debe de actuar el partido. Para muchos, el PAN vive una guerra intestina.

El PAN vive una guerra cruenta, pero encubierta por dos de las características de los panistas: la simulación y la hipocresía. Esta guerra de facciones, que es una disputa por el poder, incluso ya ha dejado algo inocultable: muertos. En esta nueva coyuntura, Espino exhibe esa guerra a partir de una acción poco vista entre los panistas, que es escribir un libro, supuestamente para hacer del conocimiento público sus puntos de vista, pero que, en realidad, es para el combate político.

Me llama la atención, y así se lo hice ver al propio Espino, que utilizara un término que, a mí parecer, resume el nivel de la disputa y las conductas delincuenciales de la facción gobernante: “capos del calderonismo”. Espino es un político profesional y sabe el significado de las palabras. Decir “capos del calderonismo”, significa denominarlos mafiosos y delincuentes.
Y asesinos…

Sí. Llama criminales a sus antagonistas del PAN que están en el ejercicio del poder gubernamental. Y eso no es una exageración porque se ha llegado a los extremos del asesinato político. Hay al menos tres casos en los que está acreditada la intervención de panistas en el asesinato de panistas. El primero es el homicidio de la regidora María de los Angeles Tamez, en Atizapán (Estado de México). El segundo es el asesinato del diputado Jorge Bajos Valverde, en Guerrero, perpetrado, de acuerdo con las investigaciones, por panistas. Y el tercero es la ejecución de un ex funcionario del municipio de Tonalá (Jalisco), Carlos Romo Guízar, cuya autoría intelectual se le atribuye al alcalde, Jorge Vízcarra Mayorga, que actualmente está sujeto a proceso. El diputado federal panista por Campeche, Jorge Rubén Nordhausen, reconocía que “los panistas nos matamos entre nosotros”. ¡Y tiene razón!
Todas las guerras causan muertos.

¡Es terrible que estemos hablando de una guerra! Es el término que Felipe Calderón usa en el combate al crimen organizado, pero también lo utilizó en la campaña del 2006 para referirse a uno de sus adversarios. Cuando se identifica a alguien como “un peligro para México”, como en ese momento era, para Calderón, Andrés Manuel López Obrador, lo que se deriva es una estrategia de exterminio, de aniquilamiento, como finalmente ocurrió con la colusión, más allá de lo legal, entre el aparato gubernamental y agrupaciones empresariales para impedir la victoria de López Obrador.

Esa misma conducta se actualiza ahora contra Beltrones, a quien Espino también llama “peligro para México”. A Beltrones le puede uno imputar comportamientos viciosos de la política. Pero si Espino actualiza en su contra esa expresión, puede estarse gestando algo más allá de la legalidad y la moralidad para destruirlo. No hay que tenerle miedo a las palabras, pero también hay que tomar en cuenta que las que usan los políticos tienen una significación mayor al lenguaje que usamos el común de los ciudadanos. De manera que cuando Espino dice que los allegados a Calderón, y Calderón mismo, son capos, obviamente les está diciendo mafiosos y criminales. Y cuando se refiere a Beltrones como un peligro para México, está llamando a su aniquilamiento, como ya lo vimos en el 2006.

¿Quiénes protagonizan esta guerra? ¿Los remanentes del foxismo contra Calderón?

¿Está El Yunque?

Como en todo partido político, en el PAN también hay facciones. Es otra de las cosas que, por décadas, se ocultaron en el victimismo panista. Hay concepciones distintas sobre el partido y el país, que se manifiestan en la disputa por el poder público. Y no me refiero solamente a la Presidencia de la República. A nivel de municipios y estados, eso ocurre desde hace muchos años. Por ejemplo: hace casi dos décadas, cuando el PAN ganó por primera vez un gobierno estatal, en Baja California, se produjo un choque intestino por las posiciones a nivel estatal y municipal. ¡No es un fenómeno nuevo! El caso más reciente es en Chiapas. Hace quince días, al renovarse la dirigencia estatal, surgió un choque entre facciones que aún prevalece.

Como actualmente sucede a nivel federal, los panistas que gobiernan utilizan el poder que da ostentar un cargo público para someter a sus adversarios, comprar voluntades, impartir amenazas y, evidentemente, acrecentar ese poder. Es una de las cuestiones que no se están discutiendo, como creo que debiera hacerse.
Cuando el PRI tenía la Presidencia, criticábamos el uso de la estructura gubernamental para propósitos electorales y partidistas, que todavía utiliza en los estados que gobierna. También se ha sido crítico respecto del uso faccioso del aparato gubernamental por parte de los perredistas. De la misma manera, deberíamos ser muy críticos sobre el uso del aparato gubernamental por parte de las autoridades panistas a favor del PAN. Eso es exactamente lo que está pasando también en el PAN y es parte de la pugna entre Espino y sus allegados, que en buena medida fueron desplazados por la facción que encabeza Calderón. ¿Quiénes son los que integran este grupo antagónico a Calderón? Es el foxismo, El Yunque… Es variopinto.
El Yunque, obviamente, representado por Espino.

Por supuesto. También hay una parte del Yunque en el ejercicio del poder, junto con Calderón. Pero los que fueron desplazados de las chambas en el poder público, son los que hoy están aliándose con Espino, no en un momento circunstancial, sino en un momento clave: la víspera de la discusión sobre cómo se van a procesar las contiendas internas para los candidatos a diputados. En menos de dos semanas, el 26 de julio, habrá sesión del Consejo Nacional en León, Guanajuato, curiosamente. En esa sesión se va a proponer a los integrantes del órgano electoral interno, ese IFE interno que aprobó la Asamblea Nacional, apenas en mayo, cuya función será ser el garante de que no haya privilegios para una facción o para otra. Ese es el primer paso de la disputa por las candidaturas a diputados federales y a los gobiernos estatales, a las alcaldías y regidurías, etcétera… Es la antesala de un combate cruento que será el procesamiento de las candidaturas. ¿Qué quiere Espino? Quiere ser diputado federal.

¿Cuál es el poder real que puede tener Espino? Es obvio que una de las facciones va a perder, pero también pueden negociar. Depende del tamaño de esa fuerza.

Sí. Evidentemente Espino ha hecho un cálculo político para esta guerra contra los capos del calderonismo, digámoslo como él los llama.

Esto no es a muerte. No va aniquilar políticamente al Presidente.

No. Pero Espino sabe muchas cosas sobre cómo Calderón fue impuesto en la Presidencia. En su libro, él muestra una pequeña parte de la vasta información que tiene, y lo hace para negociar.

Pero también debe tener la cola muy sucia.

¡Por supuesto! No sólo él, sino Fox, Marta Sahagún, sus hijos… Es una guerra entre mafiosos.

¿Qué sustenta su fuerza?

No solamente la información de la que dispone, sino la gran inconformidad al interior del PAN, más allá, inclusive, de facciones, sobre el rumbo no sólo del partido, sino del país.

Liquidar a Mouriño

¿Podemos pensar que tiene fuerza como para torcer el brazo del Presidente y sacar más concesiones de las que él acusa que, supuestamente, se le dan, por ejemplo, a Beltrones?

¡Claro! Espino está perfilando una guerra, pero también enviando el mensaje de que puede ponerse de acuerdo. Tan es así que Germán Martínez, con quien tiene una comunicación muy fluida, no lo ha descalificado en ningún momento. Ese es otro elemento, digamos que Espino y Germán Martínez estarían en una alianza, ciertamente coyuntural, contra un adversario común: Juan Camilo Mouriño. Es evidente que ambos anhelan ser candidatos presidenciales. Parece una barbaridad, pero así es. Y hay que liquidar a uno.

Por lo menos, a Martínez se le mira apuntadísimo.

La herencia negra de Fox es que cualquiera que no tenga ni siquiera aptitudes para ser regidor de un ayuntamiento puede aspirar a la Presidencia.

Parece que Mouriño está muy golpeado. Es una flor que no prendió tras el pisotón que le dieron.

Se le podría considerar como el próximo ex secretario de Gobernación, pero, ¿a dónde iría? Tiene dos posibles salidas: que mientras esté en Gobernación siga teniendo un poder importante y se vaya como candidato para gobernador de Campeche, pero es en el 2010 y difícilmente aguantará en su cargo, o ser diputado federal, Si se le da la salida de diputado federal, porque, además, necesita fuero, Espino exigirá no sólo ser inscrito como diputado federal plurinominal, sino que lo retará para disputarse la coordinación parlamentaria. Hasta dónde yo sé, por allí irá el asunto.

¿Qué tanto daña todo esto al PAN, ante el enemigo que ellos mismos reconocen: el PRI?
Estamos a poco menos de un año de las elecciones y pueden pasar muchas cosas. Falta ver cómo se va a resolver el proyecto petrolero de Calderón. Hoy, la facción que controla al PRD, los Chuchos, le están haciendo el maravilloso favor a Calderón. Eso tiene lógica, porque a los Chuchos no les interesa el poder, sino las migajas del poder. Esto es su historia. Si se concreta una reforma petrolera, cualquiera que sea, no importa si no son las iniciativas de Calderón, será un triunfo para Calderón.

¿Esto le daría armas a López Obrador?

No, porque su partido aprobaría también esa reforma. Lo que generaría sería una convulsión interna en el PRD y entonces sí, se configuraría una disputa solamente entre el PRI y el PAN. Creo que se emparejaría la contienda electoral por el control de la Cámara de Diputados.

PRI-PAN, la famosa concertacesión.

Así es. Pero esa concertacesión ya existe. La intervención de Espino al respecto de Beltrones, es también para decir a Calderón: “Le estás dando todo a este tipo. Y a nosotros, que somos los que te llevamos al poder, con todas las ilegalidades y los pactos mafiosos, no nos ofreces nada”. No hay que olvidar que, antes de su libro, Espino recordó cómo él mismo pactó con gobernadores priístas para que operaran en favor de Calderón. En esta guerra contra la facción de Calderón, en la que siempre hay posibilidad de un armisticio a cambio de posiciones, Espino tiene muchos obuses en su arsenal. Por ejemplo, tres cosas: los arreglos con Elba Esther Gordillo; la aprobación de la Ley Televisa, a cambio de qué, y el caso del cuñado de Calderón.

Eso no lo está ventilando públicamente porque su propósito es negociar.

¿Dónde queda Santiago Creel, luego de su destitución como coordinador de la bancada panista en el Senado?

Es parte de la guerra. Creel también quiere ser presidente. No ha desistido de esa aspiración que manifestó públicamente en el 2005. Dijo: “Si yo no ganó en 2006, voy por el 2012”. El argumentó que su remoción obedeció, entre otras razones, a las presiones de las televisoras. Pero quiere jugar a la manera de Calderón ante Fox.

Calderón se fortaleció cuando fue regañado por Fox y tuvo que presentar su renuncia.

Se hizo la víctima del despotismo foxista y encausó y robusteció su aspiración de ser Presidente. Ahora Creel, al asumirse como víctima de presiones y de una decisión de Calderón, está siguiendo el mismo esquema, que no es ajeno al propio Espino.

Creel y Espino están aprovechando la coyuntura que se está aprovechando en los estados, en la que Calderón no tiene el control de nada. El desgobierno que se manifiesta en el país así lo acredita. La delincuencia opera de manera impune y esto se traduce en más de 5 mil asesinatos en lo que va de este gobierno. La economía no solamente no crece, sino que la carestía se incrementa. Hay una involución en materia de derechos humanos y de libertad de expresión. Incluso, no hay resultados favorables al PAN.

Y el Presidente, ¿dónde está?

Por lo que se ve, no se ocupa de nada. A lo que llega, si acaso, es a medio controlar su partido a través de Germán Martínez. Pero ni así.

Entonces, el enemigo real es el PRI, como lo reconoce el PAN.

Germán Martínez reconoce que son sus adversarios, pero también sus aliados. Es la concertacesión de hace veinte años actualizada.
Unidos por el espanto

¿A dónde va México con estas guerritas?

Creo que se van a poner de acuerdo. Como decía Borges: “No los une el amor, sino el espanto”. Los capos del calderonismo, Espino y la horda que éste encabeza saben que su adversario es el PRI, sin perder de vista a López Obrador, y que sucumbirán si no se ponen de acuerdo. Eso es lo que busca Espino. Aun cuando en lo personal él y Calderón se detesten, van a terminar pactando, porque, de lo contrario, el PAN se hunde.