El muro de la indiferencia oficial
Revista Proceso
México, D.F. 9 de junio (apro).- Una y otra vez, el presidente Felipe Calderón y los funcionarios del gabinete de Seguridad han sostenido que la batalla contra el narcotráfico se puede ganar si la sociedad hace su parte, es decir, si denuncia a los capos de la droga y a los operadores que estos últimos tienen distribuidos a lo largo y ancho del país.
Sin embargo, ese discurso no deja de ser mera retórica porque en la realidad las denuncias ciudadanas se estrellan ante el muro de la indiferencia oficial.
Lo anterior queda demostrado con el víacrucis que vivió el ciudadano José Manuel Duarte Villa, representante del Frente Cívico de San Luis Río Colorado, Sonora, quien desde febrero pasado a la fecha se ha estrellado en lo que él mismo llama “los muros de silencio” del poder político.
En entrevista con Apro, Duarte Villa cuenta que a principios de febrero solicitó audiencia con el presidente Felipe Calderón para entregarle información “relevante” sobre el narcotráfico y la corrupción policiaca que priva en los estados de Sonora y en Baja California, donde el narco –dice –opera a sus anchas con el apoyo oficial.
Su acercamiento a la Presidencia tenía una razón: no le habían respondido una carta, enviada a Calderón el 1 de agosto de 2007, en la que le advertía: “Usted tiene la cabeza de la serpiente en sus oficinas”.
Cuando se presentó al área de audiencias de la Presidencia, lo reconocieron como el signatario de la misiva y le pidieron que detallara sus comentarios, sobre todo, que explicara a qué se refería con aquello de que el presidente tiene “la cabeza de la serpiente en su oficina”.
--Yo no puedo hablar con nadie más que no sea el Ejecutivo –respondió Duarte Villa.
--El Presidente es una persona muy ocupada, por ello existe una oficina responsable de atender las denuncias ciudadanas. Le suplicamos escriba usted otra carta y de a conocer lo que sabe –le sugirieron.
Acto seguido, el activista social –quien dice haber participado como observador en la quema de droga y ser testigo de que muchos cargamentos de estupefacientes no se queman en realidad, sino que son comercializados por altos mandos policiacos y militares –procedió a escribir la carta al presidente Felipe Calderón.
Fechada el 13 de noviembre de 2007, la misiva hace mención de que su escrito de agosto no fue atendido, que fue recibido por Alejandro Rojas Flores, director General Adjunto de Audiencias y Atención a organizaciones sociales, quien lo recibió el 6 de noviembre de 2007 en el primer piso del edificio 10 de Palacio Nacional.
Duarte Villa también dice en la carta que ante su interlocutor planteó el problema del narcotráfico y de la corrupción en el país, y sugirió la necesidad de crear un frente amplio nacional ciudadano para denunciar a los capos del narco, sus vínculos con la policía y con altos funcionarios del gobierno.
La carta añade: “El mismo licenciado Alejandro Rojas Flores me solicitó que todo lo que personalmente le había planteado lo hiciera por escrito, a fin de poder presentárselo al secretario particular del Ejecutivo federal.
“Yo le dije que si en verdad se quiere combatir lo nefasto (del gobierno y del narco) tenemos que invitar a la ciudadanía para que participe y contribuya con todo tipo de información, que nos ayude a combatir todo lo que nos perjudica y nos ha perjudicado…”
En septiembre de 2007, el activista social Duarte Villa recibió respuesta en estos términos:
“Estimado Sr. Duarte Villa:
“El presidente Felipe Calderón está convencido de que la mejor vía para alcanzar un México justo, libre y democrático, parte del ejercicio de una ciudadanía exigente que nos obligue como Gobierno atender las necesidades de cada uno de los mexicanos, siempre respetando la Ley, buscando mejores condiciones que nos permitan convivir en igualdad y armonía en nuestro gran país. Es por ello que el principal compromiso contraído por este gobierno es trabajar por la ciudadanía.
“El presidente Calderón está atento a que ciudadanos como usted, deseen expresarle sus planteamientos en audiencia. Para esos fines, se ha acordado que el Director General Adjunto de Audiencias y Atención a Organizaciones Sociales, lic. Alejandro Rojas Flores previa cita, se quien le brinde la atención que su asunto requiere. Cabe señalar que el lic. Rojas presenta al Presidente Calderón un resumen de las audiencias que atiende en su representación…”
Durante los ocho meses siguientes, José Manuel Duarte Villa envió nueva información a la oficina de Rojas Flores, pero el funcionario de la Presidencia jamás respondió.
Dice, con el ceño fruncido y con un tono de desesperación:
“Me frustré. No entiendo por qué el presidente Calderón invita a la gente a denunciar y me dejan ocho meses sin señales. Yo iba y venía de San Luis Río Colorado a la ciudad de México, a fin de estar al pendiente de cualquier respuesta, pero como ya tenía muchos gastos tuve que cambiar de domicilio.
“Para estar más cerca de Los Pinos, me vine a radicar a la ciudad de México. Vivo en la calle de Mérida 188, en la colonia Roma. Y resulta que no me contestaban las llamadas ni recibía respuesta a mi propuesta de audiencia con el Presidente para informarle lo que se sobre el narcotráfico y los vínculos de la gente que lo rodea”.
--¿Es brutal la corrupción y la complicidad de los hombres del poder con el narco?
--No tiene límites. Mire: los retenes de la AFI, en realidad son puntos de terror; el Ejército Mexicano en realidad simula que destruye la droga: yo conozco a muchos militares de los que participan en la quema de cocaína o de marihuana y con sorpresa me entero que luego andan vendiendo la droga que supuestamente ya quemaron.
“Conozco a muchos vendedores de droga que le compran coca a los militares y le dicen: tráenos coca de la de abajo, porque la de arriba sabe y huele a diesel”.
--¿Y a qué se refieren los compradores con la coca de arriba y la de abajo?
--Piden coca que no esté contaminada con diesel y esa coca es la de los bultos de abajo.
--¿Esto le iba a usted a informar al presidente Felipe Calderón?
--No. Esto es una pequeña parte. Lo que le quiero informar se lo quiero decir a él, no a su gente, que sé que está ligada al narco. Pero, como le digo, en ocho meses no recibí ninguna noticia a mis peticiones ni a mis cartas.
El 14 de mayo último, mediante el folio 210109477-18, la Oficina de la Presidencia de la República, Coordinación General de Administración Red Federal de Servicio a la Ciudadanía, turnó el expediente de Duarte Villa (todas sus cartas, peticiones y denuncias) al secretario de la Función Pública, Salvador Vega Casillas.
Duarte Villa recibió copia del oficio firmado por Bernardo Altamirano Rodríguez, quien le pide atender el caso en estos términos:
“Como es de su conocimiento, el Titular del Ejecutivo Federal está convencido que la mejor vía para alcanzar un México justo, libre y democrático, parte del ejercicio de una ciudadanía exigente…Por ello, le solicito brinde atención que el caso amerite, a partir de los canales que Usted tenga a bien decidir, dando respuesta al Sr. José Manuel Duarte Villa…El presente asunto deberá ser respondido en breve término”.
Duarte Villa finalmente creyó que su asunto de atendería en las más altas instancias del gobierno y que por fin podría decirle al presidente Calderón qué funcionarios están implicados en el narcotráfico.
Pero el tiempo siguió transcurriendo. La desesperación lo volvió a invadir y continuó, insistente, solicitando audiencia con el Presidente de la República.
En una vieja y deshojada libreta, Duarte Villa tiene anotadas las fechas en las que pidió las audiencias, y las muestra al reportero. Con tinta azul, escribió: 5 de febrero, 5 de marzo y 4 de abril de 2008.
Finalmente, el pasado 22 de mayo fue citado por Saúl Arbor, funcionario de la Secretaría de la Función Pública. Duarte Villa acudió, eufórico, y llevó consigo el legajo de información que tiempo atrás había preparado. “Por mi mente pasó la certeza de que ya me habían agendado la cita con el presidente para hablar del narcotráfico y de la corrupción”, dijo.
Puntual, Duarte Villa acudió a la cita y, delante de Arbor, fundamentó las razones de su interés de hablar directamente con el presidente Calderón. Le dijo: “quiero enterarlo de que en sus oficinas tiene la cabeza de la serpiente y quizá no se da cuenta”.
El funcionario lo miró fijamente y lo desarmó:
“Le ruego que se regrese a su lugar de origen porque aquí no hay nada que hacer”.
--¿Y qué con la audiencia que solicité con el Presidente? –preguntó Duarte Villa.
--Le suplico que se regrese…, repitió el funcionario federal.
Duarte Villa reflexiona:
“Esto lo propuse porque es necesaria la denuncia de la sociedad, a fin de que el gobierno pueda actuar”.
--¿Y qué pasó? –le pregunta el reportero al entrevistado.
“Estoy frustrado, porque no me escuchan”, dice.
México, D.F. 9 de junio (apro).- Una y otra vez, el presidente Felipe Calderón y los funcionarios del gabinete de Seguridad han sostenido que la batalla contra el narcotráfico se puede ganar si la sociedad hace su parte, es decir, si denuncia a los capos de la droga y a los operadores que estos últimos tienen distribuidos a lo largo y ancho del país.
Sin embargo, ese discurso no deja de ser mera retórica porque en la realidad las denuncias ciudadanas se estrellan ante el muro de la indiferencia oficial.
Lo anterior queda demostrado con el víacrucis que vivió el ciudadano José Manuel Duarte Villa, representante del Frente Cívico de San Luis Río Colorado, Sonora, quien desde febrero pasado a la fecha se ha estrellado en lo que él mismo llama “los muros de silencio” del poder político.
En entrevista con Apro, Duarte Villa cuenta que a principios de febrero solicitó audiencia con el presidente Felipe Calderón para entregarle información “relevante” sobre el narcotráfico y la corrupción policiaca que priva en los estados de Sonora y en Baja California, donde el narco –dice –opera a sus anchas con el apoyo oficial.
Su acercamiento a la Presidencia tenía una razón: no le habían respondido una carta, enviada a Calderón el 1 de agosto de 2007, en la que le advertía: “Usted tiene la cabeza de la serpiente en sus oficinas”.
Cuando se presentó al área de audiencias de la Presidencia, lo reconocieron como el signatario de la misiva y le pidieron que detallara sus comentarios, sobre todo, que explicara a qué se refería con aquello de que el presidente tiene “la cabeza de la serpiente en su oficina”.
--Yo no puedo hablar con nadie más que no sea el Ejecutivo –respondió Duarte Villa.
--El Presidente es una persona muy ocupada, por ello existe una oficina responsable de atender las denuncias ciudadanas. Le suplicamos escriba usted otra carta y de a conocer lo que sabe –le sugirieron.
Acto seguido, el activista social –quien dice haber participado como observador en la quema de droga y ser testigo de que muchos cargamentos de estupefacientes no se queman en realidad, sino que son comercializados por altos mandos policiacos y militares –procedió a escribir la carta al presidente Felipe Calderón.
Fechada el 13 de noviembre de 2007, la misiva hace mención de que su escrito de agosto no fue atendido, que fue recibido por Alejandro Rojas Flores, director General Adjunto de Audiencias y Atención a organizaciones sociales, quien lo recibió el 6 de noviembre de 2007 en el primer piso del edificio 10 de Palacio Nacional.
Duarte Villa también dice en la carta que ante su interlocutor planteó el problema del narcotráfico y de la corrupción en el país, y sugirió la necesidad de crear un frente amplio nacional ciudadano para denunciar a los capos del narco, sus vínculos con la policía y con altos funcionarios del gobierno.
La carta añade: “El mismo licenciado Alejandro Rojas Flores me solicitó que todo lo que personalmente le había planteado lo hiciera por escrito, a fin de poder presentárselo al secretario particular del Ejecutivo federal.
“Yo le dije que si en verdad se quiere combatir lo nefasto (del gobierno y del narco) tenemos que invitar a la ciudadanía para que participe y contribuya con todo tipo de información, que nos ayude a combatir todo lo que nos perjudica y nos ha perjudicado…”
En septiembre de 2007, el activista social Duarte Villa recibió respuesta en estos términos:
“Estimado Sr. Duarte Villa:
“El presidente Felipe Calderón está convencido de que la mejor vía para alcanzar un México justo, libre y democrático, parte del ejercicio de una ciudadanía exigente que nos obligue como Gobierno atender las necesidades de cada uno de los mexicanos, siempre respetando la Ley, buscando mejores condiciones que nos permitan convivir en igualdad y armonía en nuestro gran país. Es por ello que el principal compromiso contraído por este gobierno es trabajar por la ciudadanía.
“El presidente Calderón está atento a que ciudadanos como usted, deseen expresarle sus planteamientos en audiencia. Para esos fines, se ha acordado que el Director General Adjunto de Audiencias y Atención a Organizaciones Sociales, lic. Alejandro Rojas Flores previa cita, se quien le brinde la atención que su asunto requiere. Cabe señalar que el lic. Rojas presenta al Presidente Calderón un resumen de las audiencias que atiende en su representación…”
Durante los ocho meses siguientes, José Manuel Duarte Villa envió nueva información a la oficina de Rojas Flores, pero el funcionario de la Presidencia jamás respondió.
Dice, con el ceño fruncido y con un tono de desesperación:
“Me frustré. No entiendo por qué el presidente Calderón invita a la gente a denunciar y me dejan ocho meses sin señales. Yo iba y venía de San Luis Río Colorado a la ciudad de México, a fin de estar al pendiente de cualquier respuesta, pero como ya tenía muchos gastos tuve que cambiar de domicilio.
“Para estar más cerca de Los Pinos, me vine a radicar a la ciudad de México. Vivo en la calle de Mérida 188, en la colonia Roma. Y resulta que no me contestaban las llamadas ni recibía respuesta a mi propuesta de audiencia con el Presidente para informarle lo que se sobre el narcotráfico y los vínculos de la gente que lo rodea”.
--¿Es brutal la corrupción y la complicidad de los hombres del poder con el narco?
--No tiene límites. Mire: los retenes de la AFI, en realidad son puntos de terror; el Ejército Mexicano en realidad simula que destruye la droga: yo conozco a muchos militares de los que participan en la quema de cocaína o de marihuana y con sorpresa me entero que luego andan vendiendo la droga que supuestamente ya quemaron.
“Conozco a muchos vendedores de droga que le compran coca a los militares y le dicen: tráenos coca de la de abajo, porque la de arriba sabe y huele a diesel”.
--¿Y a qué se refieren los compradores con la coca de arriba y la de abajo?
--Piden coca que no esté contaminada con diesel y esa coca es la de los bultos de abajo.
--¿Esto le iba a usted a informar al presidente Felipe Calderón?
--No. Esto es una pequeña parte. Lo que le quiero informar se lo quiero decir a él, no a su gente, que sé que está ligada al narco. Pero, como le digo, en ocho meses no recibí ninguna noticia a mis peticiones ni a mis cartas.
El 14 de mayo último, mediante el folio 210109477-18, la Oficina de la Presidencia de la República, Coordinación General de Administración Red Federal de Servicio a la Ciudadanía, turnó el expediente de Duarte Villa (todas sus cartas, peticiones y denuncias) al secretario de la Función Pública, Salvador Vega Casillas.
Duarte Villa recibió copia del oficio firmado por Bernardo Altamirano Rodríguez, quien le pide atender el caso en estos términos:
“Como es de su conocimiento, el Titular del Ejecutivo Federal está convencido que la mejor vía para alcanzar un México justo, libre y democrático, parte del ejercicio de una ciudadanía exigente…Por ello, le solicito brinde atención que el caso amerite, a partir de los canales que Usted tenga a bien decidir, dando respuesta al Sr. José Manuel Duarte Villa…El presente asunto deberá ser respondido en breve término”.
Duarte Villa finalmente creyó que su asunto de atendería en las más altas instancias del gobierno y que por fin podría decirle al presidente Calderón qué funcionarios están implicados en el narcotráfico.
Pero el tiempo siguió transcurriendo. La desesperación lo volvió a invadir y continuó, insistente, solicitando audiencia con el Presidente de la República.
En una vieja y deshojada libreta, Duarte Villa tiene anotadas las fechas en las que pidió las audiencias, y las muestra al reportero. Con tinta azul, escribió: 5 de febrero, 5 de marzo y 4 de abril de 2008.
Finalmente, el pasado 22 de mayo fue citado por Saúl Arbor, funcionario de la Secretaría de la Función Pública. Duarte Villa acudió, eufórico, y llevó consigo el legajo de información que tiempo atrás había preparado. “Por mi mente pasó la certeza de que ya me habían agendado la cita con el presidente para hablar del narcotráfico y de la corrupción”, dijo.
Puntual, Duarte Villa acudió a la cita y, delante de Arbor, fundamentó las razones de su interés de hablar directamente con el presidente Calderón. Le dijo: “quiero enterarlo de que en sus oficinas tiene la cabeza de la serpiente y quizá no se da cuenta”.
El funcionario lo miró fijamente y lo desarmó:
“Le ruego que se regrese a su lugar de origen porque aquí no hay nada que hacer”.
--¿Y qué con la audiencia que solicité con el Presidente? –preguntó Duarte Villa.
--Le suplico que se regrese…, repitió el funcionario federal.
Duarte Villa reflexiona:
“Esto lo propuse porque es necesaria la denuncia de la sociedad, a fin de que el gobierno pueda actuar”.
--¿Y qué pasó? –le pregunta el reportero al entrevistado.
“Estoy frustrado, porque no me escuchan”, dice.