Calderón en España ... El viaje de las mentiras
Revista Siempre
Uno se pregunta, con gran nerviosismo, ¿qué fue a hacer Felipe Calderón a España, qué recurso nacional fue a entregar a sus socios españoles del Partido Popular y del voraz empresariado hispano? Se habla, entre otras cosas, del agua que los españoles privatizarían como ya lo han hecho en alguna ciudad de México con resultados deplorables.
Alguien tendría que hacer un seguimiento de cómo han funcionado las inversiones de la reconquista española como en el caso escandaloso de los aeropuertos de la región del Pacífico incluyendo el caótico de Guadalajara. Como que estamos demasiado atentos al avance del imperio yanqui en el país y olvidamos al otro imperialismo, el español que avanza tan ominosamente.
España, con su reconquista económica, cultural, religiosa de este pobre país donde el nacionalismo parecería ser algo vergonzoso y pasado de moda. Un viaje a España, el de Calderón, envuelto en la falacia engaña a tontos de que ese país “es la puerta de Europa”, como si el ir a Madrid fuera a poner a nuestro alcance el mercado alemán, francés o el del Reino Unido. Hay que ser ingenuo… o de mala fe para afirmar eso.
Pero en torno al viaje de Calderón hay una perla que no podemos descuidar y es su declaración que para el 2030 o para el 2050 (me he enterado de dos versiones) México será la quinta economía del mundo sólo atrás de la de Estados Unidos, China, Brasil y la India (se le olvidó a Rusia en el famoso BRIC) afirmación que, como la anterior, es de nuevo o ingenua o de perversa mala fé.
Es cierto que los mexicanos ya estamos acostumbrados a esas promesas presidenciales —recordar a López Portillo—, pero la de Calderón es particularmente demencial. Pensar que México, con sus recursos entregados al extranjero, su agricultura colapsada, su sobrepoblación, su nivel educativo, su ciencia y tecnología, sus recursos financieros, sus cincuenta millones de pobres, por arte de magia neoliberal va a alcanzar y a superar a economías como las de Francia, Reino Unido, Alemania, Rusia , Japón y la misma España, sólo para mencionar las más obvias, resulta absolutamente increíble y demencial. ¿De veras lo cree Calderón o se trata de una mentira de tan inmensa, absurda o, si andamos de buen humor, hilarante?
Imaginémonos en el no muy lejano 2030 a México con un ingreso per cápita superior al de los alemanes, a la tecnología mexicana superando a la japonesa y a las finanzas nacionales poniendo a temblar a la City londinense, exportando granos a Rusia, superando en su industria de lujo a la francesa y viendo cómo Telmex hace a un lado a Telefónica en la madre patria. El juego mental es divertido si en el fondo no fuese tan indignante. ¿O piensa Calderón que somos retrasados mentales?
Uno se pregunta, con gran nerviosismo, ¿qué fue a hacer Felipe Calderón a España, qué recurso nacional fue a entregar a sus socios españoles del Partido Popular y del voraz empresariado hispano? Se habla, entre otras cosas, del agua que los españoles privatizarían como ya lo han hecho en alguna ciudad de México con resultados deplorables.
Alguien tendría que hacer un seguimiento de cómo han funcionado las inversiones de la reconquista española como en el caso escandaloso de los aeropuertos de la región del Pacífico incluyendo el caótico de Guadalajara. Como que estamos demasiado atentos al avance del imperio yanqui en el país y olvidamos al otro imperialismo, el español que avanza tan ominosamente.
España, con su reconquista económica, cultural, religiosa de este pobre país donde el nacionalismo parecería ser algo vergonzoso y pasado de moda. Un viaje a España, el de Calderón, envuelto en la falacia engaña a tontos de que ese país “es la puerta de Europa”, como si el ir a Madrid fuera a poner a nuestro alcance el mercado alemán, francés o el del Reino Unido. Hay que ser ingenuo… o de mala fe para afirmar eso.
Pero en torno al viaje de Calderón hay una perla que no podemos descuidar y es su declaración que para el 2030 o para el 2050 (me he enterado de dos versiones) México será la quinta economía del mundo sólo atrás de la de Estados Unidos, China, Brasil y la India (se le olvidó a Rusia en el famoso BRIC) afirmación que, como la anterior, es de nuevo o ingenua o de perversa mala fé.
Es cierto que los mexicanos ya estamos acostumbrados a esas promesas presidenciales —recordar a López Portillo—, pero la de Calderón es particularmente demencial. Pensar que México, con sus recursos entregados al extranjero, su agricultura colapsada, su sobrepoblación, su nivel educativo, su ciencia y tecnología, sus recursos financieros, sus cincuenta millones de pobres, por arte de magia neoliberal va a alcanzar y a superar a economías como las de Francia, Reino Unido, Alemania, Rusia , Japón y la misma España, sólo para mencionar las más obvias, resulta absolutamente increíble y demencial. ¿De veras lo cree Calderón o se trata de una mentira de tan inmensa, absurda o, si andamos de buen humor, hilarante?
Imaginémonos en el no muy lejano 2030 a México con un ingreso per cápita superior al de los alemanes, a la tecnología mexicana superando a la japonesa y a las finanzas nacionales poniendo a temblar a la City londinense, exportando granos a Rusia, superando en su industria de lujo a la francesa y viendo cómo Telmex hace a un lado a Telefónica en la madre patria. El juego mental es divertido si en el fondo no fuese tan indignante. ¿O piensa Calderón que somos retrasados mentales?