Paramilitares y bandidaje
Alberto Híjar
El Ministro de Defensa de Colombia, Juan Manuel Santos, fue entrevistado por Silvia Lemus en el Canal 22. Entrevistar es un decir, porque mal leyó con rostro de palo preguntas preparadas por algún mejorador de imágenes públicas. En una Universidad colombiana de la que no salió referencia alguna, Jorge Volpi, el más eficaz agente cultural de relaciones exteriores contrainsurgentes en tiempos de Jorge Castañeda, acordó de autoridad a autoridad el lavado de imagen de quien declaró que los asesinados en Sucumbíos no eran ningunos angelitos. Nada nuevo en la entrevista, que si el terrorismo, la democracia y demás zarandajas, pero entre la palabrería apareció una declaración importante. Yo dormí con un “guerrillero”, dijo el Ministro y casualmente se tenían a la mano fotos del personaje protegido en una de las haciendas de la familia Santos. De aquí puede colegirse que hijos de terrateniente como Uribe, su padre y su hermano o la familia Santos, encontraron en los grupos bandoleros el embrión del paramilitarismo. Bastó con asegurarles sueldo, equipo militar actualizado e impunidad, para organizarlos en el cumplimiento de misiones especiales de exterminio de poblaciones enteras en resistencia civil o, más aún, de grupos y dirigentes revolucionarios. El enlace yanqui cayó solito con embajadores pendientes de los movimientos sociales y dispuestos a intervenir con expertos, equipo y muchos dólares sin control. El bandolerismo adquirió así una dimensión moderna estratégica, más allá de tácticas de control social, tal cual ha ocurrido en todo el mundo a raíz de la experiencia en Vietnam y Africa al organizar aldeas estratégicas para generar poblaciones con autodefensa civil entrenada y dirigida por paramilitares a su vez subordinados a los mandos regulares del ejército. La apariencia respetable de las fuerzas armadas del Estado, queda a salvo de inculpaciones a cambio de señalar a bandas sin control falsamente apoyadas por civiles hartos de la guerrilla. Un concepto de autodefensa contrainsurgente ha crecido así con dimensión estratégica porque puede masacrar, practicar el arrasamiento de tierras, torturar, violar, ejecutar con crueldad extrema, sin tocar el prestigio del Estado benefactor que reparte despensas, corta el pelo, vacuna, arregla vados y coquetea con los pobladores. Alcalde de Medellín en 1982, Alvaro Uribe a la par de organizar el paramilitarismo, inauguró un programa de vivienda financiado por Pablo Escobar mientras la empresa “GMP Productos Químicos” de Pedro Juan Moreno Villa, quien sería jefe de su campaña presidencial y luego Secretario de Gobierno, recibía sustancias para procesar coca en aeropuertos clandestinos, todo gracias a las grandes extensiones de los terratenientes.
Esto genera instituciones sociales de enlace no consideradas por historiadores del bandolerismo como Eric Hobsbawn o el comunista peruano Alfredo Flores Galindo. Acá en Morelos y estados vecinos, los llamados rebeldes fe por Víctor Hugo Sánchez Reséndiz, ocultaron en leyendas religiosas sus identidades de insurgentes, juaristas y zapatistas eventuales resistentes a los mandos revolucionarios, como Genovevo de la O que terminó fusilado. Las instituciones crecen a partir de la tiendita donde la soldadesca y los paras encuentran todo, hasta droga, alcohol y música para engendrar prostitución y violencia cotidiana. Los violadores de niños y niñas, mujeres, adolescentes y ancianas son los paras y sus reclutas, nadie es culpable, así es la vida entre desarrapados dispuestos a hacer cualquier mandado y de paso delatar, traicionar y matar. Jóvenes sin esperanza encuentran la profesión de sicarios bien armados como vida que da dinero y poder. Todo esto requiere control relativo para que no afecte a la gente decente, a las niñas y niños educados en escuelas de monjas y curas. Recuerdo mi paso de universitario en colectivo por la ciudad de Cuenca en Ecuador. Al hotel nos fue a buscar un enviado para invitarnos a cenar con los señores, que mandaron por nosotros al automóvil más lujoso en que he viajado para recorrer unas cuantas calles y llegar a la residencia donde la señora nos mostró a indígenas tejiendo en el taller con tienda de artesanías para probar su filantropía, antes de la cena rociada con finos vinos europeos. Un muchachón vestido como play boy, presumió de no conocer de Quito y Guayaquil sino sus aeropuertos desde donde viajaba a París, Londres, Madrid o Roma según le acomodara. Ni hablar con él de su país, como en el caso de los enrolados para el intento fracasado de invasión a Cuba derrotado en Playa Girón en 1961.
Autodefensas Unidas de Colombia tiene en familias como las de Uribe y el Ministro Santos, organizadores a nivel trasnacional. Más allá de la nación, desde que fue gobernador de Antioquia (1995-1997), Alvaro Uribe marcó el paso paramilitar recomendado por los asesores yanquis, israelíes, argentinos. Al Giordano de Narco News y José Steinsleger han precisado los negocios del hermano y del padre de Uribe hasta el punto de destinar zonas reservadas de sus haciendas para los entrenamientos de paramilitares y para bodegas a su cuidado. Tradición de la lucha entre liberales y conservadores dice Santos, el exministro de Comercio Exterior, quien tuvo a Ingrid Betancourt de eficiente empleada. Buen cargo para facilitar importaciones y exportaciones de todo tipo. La tradición concreta los asaltos bandoleros en los caminos donde cualquier señal es suficiente para que el para luzca su sangre fría y dispare. Hacerse de la vista gorda ante los crímenes, incluye la garantía de impunidad para los negocios ilícitos, el contrabando, el despojo a los débiles y, por supuesto, el rentable narcotráfico. Como acá en Chiapas, Oaxaca o Yucatán, con el tráfico de indocumentados y otras cosas bajo la protección del PRI o el PRD como muestra de amplitud democrática clientelar que no duda en masacrar poblaciones enteras en resistencia contra el sistema del crimen organizado y las ejecuciones intimidatorias.
Ha llegado el tiempo medido por la contrainformación del Estado y la industria del espectáculo para retirar las noticias sobre la masacre de Sucumbíos en proceso de denuncia internacional por el gobierno de Ecuador. Ahora es cuando hay que profundizar en las raíces del terrorismo de Estado, la impunidad de los criminales y las complicidades trasnacionales donde los proyectos de dictadura financiera y comercial van acompañados de la generalización del Plan Colombia. Por esto es de celebrarse la reapertura de la Cátedra Bolivariana el jueves 8 de mayo y del cartel que la anuncia con los rostros de los masacrados y la sobreviviente. Sigue el debate a partir de la película Los héroes visten de luto donde Salvador Díaz y Odette Castelao dan cuenta de esta historia que exige mantener el alerta máxima.
El Ministro de Defensa de Colombia, Juan Manuel Santos, fue entrevistado por Silvia Lemus en el Canal 22. Entrevistar es un decir, porque mal leyó con rostro de palo preguntas preparadas por algún mejorador de imágenes públicas. En una Universidad colombiana de la que no salió referencia alguna, Jorge Volpi, el más eficaz agente cultural de relaciones exteriores contrainsurgentes en tiempos de Jorge Castañeda, acordó de autoridad a autoridad el lavado de imagen de quien declaró que los asesinados en Sucumbíos no eran ningunos angelitos. Nada nuevo en la entrevista, que si el terrorismo, la democracia y demás zarandajas, pero entre la palabrería apareció una declaración importante. Yo dormí con un “guerrillero”, dijo el Ministro y casualmente se tenían a la mano fotos del personaje protegido en una de las haciendas de la familia Santos. De aquí puede colegirse que hijos de terrateniente como Uribe, su padre y su hermano o la familia Santos, encontraron en los grupos bandoleros el embrión del paramilitarismo. Bastó con asegurarles sueldo, equipo militar actualizado e impunidad, para organizarlos en el cumplimiento de misiones especiales de exterminio de poblaciones enteras en resistencia civil o, más aún, de grupos y dirigentes revolucionarios. El enlace yanqui cayó solito con embajadores pendientes de los movimientos sociales y dispuestos a intervenir con expertos, equipo y muchos dólares sin control. El bandolerismo adquirió así una dimensión moderna estratégica, más allá de tácticas de control social, tal cual ha ocurrido en todo el mundo a raíz de la experiencia en Vietnam y Africa al organizar aldeas estratégicas para generar poblaciones con autodefensa civil entrenada y dirigida por paramilitares a su vez subordinados a los mandos regulares del ejército. La apariencia respetable de las fuerzas armadas del Estado, queda a salvo de inculpaciones a cambio de señalar a bandas sin control falsamente apoyadas por civiles hartos de la guerrilla. Un concepto de autodefensa contrainsurgente ha crecido así con dimensión estratégica porque puede masacrar, practicar el arrasamiento de tierras, torturar, violar, ejecutar con crueldad extrema, sin tocar el prestigio del Estado benefactor que reparte despensas, corta el pelo, vacuna, arregla vados y coquetea con los pobladores. Alcalde de Medellín en 1982, Alvaro Uribe a la par de organizar el paramilitarismo, inauguró un programa de vivienda financiado por Pablo Escobar mientras la empresa “GMP Productos Químicos” de Pedro Juan Moreno Villa, quien sería jefe de su campaña presidencial y luego Secretario de Gobierno, recibía sustancias para procesar coca en aeropuertos clandestinos, todo gracias a las grandes extensiones de los terratenientes.
Esto genera instituciones sociales de enlace no consideradas por historiadores del bandolerismo como Eric Hobsbawn o el comunista peruano Alfredo Flores Galindo. Acá en Morelos y estados vecinos, los llamados rebeldes fe por Víctor Hugo Sánchez Reséndiz, ocultaron en leyendas religiosas sus identidades de insurgentes, juaristas y zapatistas eventuales resistentes a los mandos revolucionarios, como Genovevo de la O que terminó fusilado. Las instituciones crecen a partir de la tiendita donde la soldadesca y los paras encuentran todo, hasta droga, alcohol y música para engendrar prostitución y violencia cotidiana. Los violadores de niños y niñas, mujeres, adolescentes y ancianas son los paras y sus reclutas, nadie es culpable, así es la vida entre desarrapados dispuestos a hacer cualquier mandado y de paso delatar, traicionar y matar. Jóvenes sin esperanza encuentran la profesión de sicarios bien armados como vida que da dinero y poder. Todo esto requiere control relativo para que no afecte a la gente decente, a las niñas y niños educados en escuelas de monjas y curas. Recuerdo mi paso de universitario en colectivo por la ciudad de Cuenca en Ecuador. Al hotel nos fue a buscar un enviado para invitarnos a cenar con los señores, que mandaron por nosotros al automóvil más lujoso en que he viajado para recorrer unas cuantas calles y llegar a la residencia donde la señora nos mostró a indígenas tejiendo en el taller con tienda de artesanías para probar su filantropía, antes de la cena rociada con finos vinos europeos. Un muchachón vestido como play boy, presumió de no conocer de Quito y Guayaquil sino sus aeropuertos desde donde viajaba a París, Londres, Madrid o Roma según le acomodara. Ni hablar con él de su país, como en el caso de los enrolados para el intento fracasado de invasión a Cuba derrotado en Playa Girón en 1961.
Autodefensas Unidas de Colombia tiene en familias como las de Uribe y el Ministro Santos, organizadores a nivel trasnacional. Más allá de la nación, desde que fue gobernador de Antioquia (1995-1997), Alvaro Uribe marcó el paso paramilitar recomendado por los asesores yanquis, israelíes, argentinos. Al Giordano de Narco News y José Steinsleger han precisado los negocios del hermano y del padre de Uribe hasta el punto de destinar zonas reservadas de sus haciendas para los entrenamientos de paramilitares y para bodegas a su cuidado. Tradición de la lucha entre liberales y conservadores dice Santos, el exministro de Comercio Exterior, quien tuvo a Ingrid Betancourt de eficiente empleada. Buen cargo para facilitar importaciones y exportaciones de todo tipo. La tradición concreta los asaltos bandoleros en los caminos donde cualquier señal es suficiente para que el para luzca su sangre fría y dispare. Hacerse de la vista gorda ante los crímenes, incluye la garantía de impunidad para los negocios ilícitos, el contrabando, el despojo a los débiles y, por supuesto, el rentable narcotráfico. Como acá en Chiapas, Oaxaca o Yucatán, con el tráfico de indocumentados y otras cosas bajo la protección del PRI o el PRD como muestra de amplitud democrática clientelar que no duda en masacrar poblaciones enteras en resistencia contra el sistema del crimen organizado y las ejecuciones intimidatorias.
Ha llegado el tiempo medido por la contrainformación del Estado y la industria del espectáculo para retirar las noticias sobre la masacre de Sucumbíos en proceso de denuncia internacional por el gobierno de Ecuador. Ahora es cuando hay que profundizar en las raíces del terrorismo de Estado, la impunidad de los criminales y las complicidades trasnacionales donde los proyectos de dictadura financiera y comercial van acompañados de la generalización del Plan Colombia. Por esto es de celebrarse la reapertura de la Cátedra Bolivariana el jueves 8 de mayo y del cartel que la anuncia con los rostros de los masacrados y la sobreviviente. Sigue el debate a partir de la película Los héroes visten de luto donde Salvador Díaz y Odette Castelao dan cuenta de esta historia que exige mantener el alerta máxima.