El PRD se dividirá
Gilberto Balam Pereira
La historia de los Chuchos es conocida desde sus antecedentes tétricos con grupos de viejo membrete de izquierda que, aunque se decían antiimperialistas, apoyaron incondicionalmente las políticas priístas y a otros grupos oportunistas y siniestros como el de Vicente Lombardo Toledano y el PST de Aguilar Talamantes. Estos fueron los padrinos de toda esa caterva de individuos que se incrustaron finalmente en las filas del perredismo, ostentándose izquierdistas identificados falsamente con la política de López Obrador. Su militancia despertó siempre desconfianza por sus discrepancias sin fundamentos.
Los principios del cambio revolucionario nunca figuraron en sus planes, por el contrario, nunca propiciaron la unidad, incrustaron en las bases las semillas de la discordia, la confusión, la calumnia y la insidia entre la membresía perredista.
Se recuerda que en una visita de AMLO a Yucatán la nefasta tribu lo abucheó con huevos y tomates. Alguien propuso la expulsión inmediata de los irracionales montoneros. AMLO optó entonces por una posición conciliatoria y de tolerancia, que no debe repetirse.
En la vida diaria eran comunes las discusiones bizantinas que provocaban a López Obrador. De lo más reciente rescatamos la actitud de esta nefasta tribu, una vez que se oficializó el fraude de 2006. Declararon a los medios su desacuerdo con los plantones de resistencia de Reforma.
La diputada Padierna desenmascaró la vocación fecalista de la Nueva Izquierda advirtiendo a los miembros de la Cámara, de que había denuncias personales contra Erick Villanueva por los panfletos que hacía circular éste en la Cámara llamando al reconocimiento de Felipe Calderón como presidente legítimo de México.
Desde entonces ya se veía venir la línea divisionista de los Chuchos y el FAP. La línea de AMLO no iba con la visión oportunista y entreguista de estos autollamados social-demócratas, que no tienen ni lo uno ni lo otro. Más bien han sido simples aliados de la derecha, aliados tradicionales. Hoy han sido arropados emocional y financieramente por el ilegítimo presidente Fecal.
El 18 de marzo pasado la tribu no asistió a la concentración en la plaza de Pemex para conmemorar el Aniversario de la expropiación petrolera. Nunca se conocieron las razones de la inasistencia.
Cuando se planteó la toma de las tribunas de las Cámaras Legislativas, se opusieron contundentemente los de Nueva Izquierda. Es una nueva izquierda conciliadora, educada, modosita, moderna, light, negociadora con Fecal y demás órganos de poder derechista. Jesús Ortega, ese nuevo izquierdista (NI), aseveró que “somos gente de convicción, de cualidades para las concertaciones y no alborotadores callejeros –sin hacer alusión a AMLO– como los del FAP que han violado las máximas tribunas de la nación”.
En Mérida hemos organizado los de la Gran Brigada Académica algunos foros en los que se discuten las reformas fecalistas sobre el petróleo y ninguno ha hecho acto de presencia.
En resumen, no se encuentra alguna razón para que funcionen plegados al gobierno espurio más que por su oportunismo, aunque orgánicamente se dicen figurar y militar en un partido que fue paradigma de la izquierda en México con el que esta Nueva Izquierda no tuvo ninguna identidad. No es la primera vez que los Chuchos tienen la misma actitud de pataleta, porque ya es la tercera ocasión en que la base perredista los mandan a freír espárragos y quesadillas de coliflor. Así ocurrió con las elecciones internas de ese partido al competir el mismo Jesús Ortega contra Amalia García en 1999, contra Rosario Robles tres años después y ahora la perdió con Encinas, pobre; aunque, para variar, le hacen otra vez los Chuchos al teatro alegando inconsistencias en el conteo de los votos de su elección interna.
La división formal del PRD.- Desde hace tiempo los Chuchos se han deslindado de todo lo que huele a izquierda, renegando de la democracia consecuente, por el contrario, se han sumado a las huestes fecalistas, se han ubicado bien, donde les corresponde.
Qué hacían en el FAP, simulando, mintiendo, traicionando cual Judas que se vende por dádivas que les asegura al menos su sobrevivencia.
La alianza entre Encinas y Ortega, que tanto se comenta, no existe como tal. Ocurrió que ambos fueron entrevistados por reporteros de la revista Proceso que publicó ambas entrevistas en su mismo número de ejemplar. Tuvieron coincidencia en cuanto a que el PRD ya no sirve como partido reivindicador de la población y que hay que refundarlo por otro que represente los intereses y aspiraciones de los grupos marginados. Aquí es donde surge la pregunta obligatoria: ¿será que la gente de Nueva Izquierda pudiera tener cabida en un nuevo partido democrático, incorruptible, honesto en los principios sociales de una izquierda que se constituya como paradigma del interés del pueblo depredado? No hay razón para creer en esa posibilidad. La experiencia ha demostrado que los militantes de Nueva Izquierda deben suscribirse en un Partido Social Demócrata cuyo perfil como los de su clase les queda a la medida.
Por cierto, 18 diputados de la LVI Legislatura del Estado de México, con motivo de unas aclaraciones que le hacen a Alejandro Encinas (Rev. Proceso No. 1646), incurren en tremenda incoherencia pueril y oportunista, al preguntarse “¿quién dice que no se puede apoyar a Jesús Ortega y a Andrés Manuel Obrador al mismo tiempo? Nosotros decimos que sí se puede. Votamos e impulsamos a Jesús Ortega para Presidente Nacional del PRD, no a una corriente política” –concluyen.
¿Podríamos llamar atraso político de estos flamantes legisladores al no distinguir que ambas figuras representan dos proyectos muy distintos de Nación? Uno retrógrado, de la corriente de Nueva Izquierda con Ortega a la cabeza y otro, el de Andrés Manuel López Obrador, democrático, reivindicador e identificado con los intereses del pueblo, de izquierda legítima.
Por tanto, señores legisladores, no se puede apoyar a dos elementos tan disímbolos e IRRECONCILIABLES.
Claro que sí se puede edificar un monumento a la ignorancia y al oportunismo en que frecuentemente incurren los legisladores de derecha aunque se presuman perredistas.
Comentario aparte.
Imaginemos, o hagamos cálculos de cuántas casas (a propósito de Caucel y Ucú), apoyos a campesinos y pescadores, más zapatos, más becas a gente discapacitada, albergues escolares remozados y con baños, recursos para el Hospital O’Horán se pudieron haber logrado en vez de regarle millonadas a uno de los consorcios más ricos del país. Televisa, Teletón, Ivonne. Un triste triunvirato para los yucatecos.
La historia de los Chuchos es conocida desde sus antecedentes tétricos con grupos de viejo membrete de izquierda que, aunque se decían antiimperialistas, apoyaron incondicionalmente las políticas priístas y a otros grupos oportunistas y siniestros como el de Vicente Lombardo Toledano y el PST de Aguilar Talamantes. Estos fueron los padrinos de toda esa caterva de individuos que se incrustaron finalmente en las filas del perredismo, ostentándose izquierdistas identificados falsamente con la política de López Obrador. Su militancia despertó siempre desconfianza por sus discrepancias sin fundamentos.
Los principios del cambio revolucionario nunca figuraron en sus planes, por el contrario, nunca propiciaron la unidad, incrustaron en las bases las semillas de la discordia, la confusión, la calumnia y la insidia entre la membresía perredista.
Se recuerda que en una visita de AMLO a Yucatán la nefasta tribu lo abucheó con huevos y tomates. Alguien propuso la expulsión inmediata de los irracionales montoneros. AMLO optó entonces por una posición conciliatoria y de tolerancia, que no debe repetirse.
En la vida diaria eran comunes las discusiones bizantinas que provocaban a López Obrador. De lo más reciente rescatamos la actitud de esta nefasta tribu, una vez que se oficializó el fraude de 2006. Declararon a los medios su desacuerdo con los plantones de resistencia de Reforma.
La diputada Padierna desenmascaró la vocación fecalista de la Nueva Izquierda advirtiendo a los miembros de la Cámara, de que había denuncias personales contra Erick Villanueva por los panfletos que hacía circular éste en la Cámara llamando al reconocimiento de Felipe Calderón como presidente legítimo de México.
Desde entonces ya se veía venir la línea divisionista de los Chuchos y el FAP. La línea de AMLO no iba con la visión oportunista y entreguista de estos autollamados social-demócratas, que no tienen ni lo uno ni lo otro. Más bien han sido simples aliados de la derecha, aliados tradicionales. Hoy han sido arropados emocional y financieramente por el ilegítimo presidente Fecal.
El 18 de marzo pasado la tribu no asistió a la concentración en la plaza de Pemex para conmemorar el Aniversario de la expropiación petrolera. Nunca se conocieron las razones de la inasistencia.
Cuando se planteó la toma de las tribunas de las Cámaras Legislativas, se opusieron contundentemente los de Nueva Izquierda. Es una nueva izquierda conciliadora, educada, modosita, moderna, light, negociadora con Fecal y demás órganos de poder derechista. Jesús Ortega, ese nuevo izquierdista (NI), aseveró que “somos gente de convicción, de cualidades para las concertaciones y no alborotadores callejeros –sin hacer alusión a AMLO– como los del FAP que han violado las máximas tribunas de la nación”.
En Mérida hemos organizado los de la Gran Brigada Académica algunos foros en los que se discuten las reformas fecalistas sobre el petróleo y ninguno ha hecho acto de presencia.
En resumen, no se encuentra alguna razón para que funcionen plegados al gobierno espurio más que por su oportunismo, aunque orgánicamente se dicen figurar y militar en un partido que fue paradigma de la izquierda en México con el que esta Nueva Izquierda no tuvo ninguna identidad. No es la primera vez que los Chuchos tienen la misma actitud de pataleta, porque ya es la tercera ocasión en que la base perredista los mandan a freír espárragos y quesadillas de coliflor. Así ocurrió con las elecciones internas de ese partido al competir el mismo Jesús Ortega contra Amalia García en 1999, contra Rosario Robles tres años después y ahora la perdió con Encinas, pobre; aunque, para variar, le hacen otra vez los Chuchos al teatro alegando inconsistencias en el conteo de los votos de su elección interna.
La división formal del PRD.- Desde hace tiempo los Chuchos se han deslindado de todo lo que huele a izquierda, renegando de la democracia consecuente, por el contrario, se han sumado a las huestes fecalistas, se han ubicado bien, donde les corresponde.
Qué hacían en el FAP, simulando, mintiendo, traicionando cual Judas que se vende por dádivas que les asegura al menos su sobrevivencia.
La alianza entre Encinas y Ortega, que tanto se comenta, no existe como tal. Ocurrió que ambos fueron entrevistados por reporteros de la revista Proceso que publicó ambas entrevistas en su mismo número de ejemplar. Tuvieron coincidencia en cuanto a que el PRD ya no sirve como partido reivindicador de la población y que hay que refundarlo por otro que represente los intereses y aspiraciones de los grupos marginados. Aquí es donde surge la pregunta obligatoria: ¿será que la gente de Nueva Izquierda pudiera tener cabida en un nuevo partido democrático, incorruptible, honesto en los principios sociales de una izquierda que se constituya como paradigma del interés del pueblo depredado? No hay razón para creer en esa posibilidad. La experiencia ha demostrado que los militantes de Nueva Izquierda deben suscribirse en un Partido Social Demócrata cuyo perfil como los de su clase les queda a la medida.
Por cierto, 18 diputados de la LVI Legislatura del Estado de México, con motivo de unas aclaraciones que le hacen a Alejandro Encinas (Rev. Proceso No. 1646), incurren en tremenda incoherencia pueril y oportunista, al preguntarse “¿quién dice que no se puede apoyar a Jesús Ortega y a Andrés Manuel Obrador al mismo tiempo? Nosotros decimos que sí se puede. Votamos e impulsamos a Jesús Ortega para Presidente Nacional del PRD, no a una corriente política” –concluyen.
¿Podríamos llamar atraso político de estos flamantes legisladores al no distinguir que ambas figuras representan dos proyectos muy distintos de Nación? Uno retrógrado, de la corriente de Nueva Izquierda con Ortega a la cabeza y otro, el de Andrés Manuel López Obrador, democrático, reivindicador e identificado con los intereses del pueblo, de izquierda legítima.
Por tanto, señores legisladores, no se puede apoyar a dos elementos tan disímbolos e IRRECONCILIABLES.
Claro que sí se puede edificar un monumento a la ignorancia y al oportunismo en que frecuentemente incurren los legisladores de derecha aunque se presuman perredistas.
Comentario aparte.
Imaginemos, o hagamos cálculos de cuántas casas (a propósito de Caucel y Ucú), apoyos a campesinos y pescadores, más zapatos, más becas a gente discapacitada, albergues escolares remozados y con baños, recursos para el Hospital O’Horán se pudieron haber logrado en vez de regarle millonadas a uno de los consorcios más ricos del país. Televisa, Teletón, Ivonne. Un triste triunvirato para los yucatecos.