De mujeres, represión y petróleo
La Jornada
No todas las mujeres son feministas ni todos los hombres aprecian ese movimiento; sin embargo, hay una construcción histórica de “lo femenino” y una reivindicación feminista que abre un ángulo particular de análisis en las formas actuales de movilización social.
Hoy las mujeres están muy activas en las movilizaciones sociales y están siendo víctimas selectas de las peores formas de represión. ¿Qué decir del asesinato a balazos de las dos jovencitas triques en San Juan Copala? Mataron a las locutoras de la radioemisora La Voz que Rompe el Silencio cuando se dirigían al encuentro estatal por la Defensa de los Pueblos de Oaxaca.
Acabo de regresar de Matías Romero y volví a tomar conciencia de que Oaxaca ejemplifica las peores formas de criminalización y represión de las y los activistas de derechos humanos. Se ha dejado de hablar en los medios de esa situación, como si las condiciones hubieran cambiado y cuando los poderes fácticos que se impusieron –léase gobernador, empresarios y narcos– están silenciando toda organización o intento de resistencia civil.
Trabajando en el Centro de Derechos de las Mujeres mixes, Nääxwiin, quienes apoyan a mujeres víctimas de violencia y a la educación sexual en las telesecundarias, pude saludar a mi amiga Dora Ávila, una de las mentoras de este centro con amplia trayectoria en la defensa de los derechos de las mujeres rurales e indígenas de la región.
El pasado 7 de febrero Dora fue injustamente detenida por agentes de la AFI, después de fabricarle el delito de “ataques a las vías generales de comunicación”, lo cual ocurrió después de una manifestación que interfirió por más de una hora los caminos, y en la cual ni siquiera ella participó. Gracias a la inmediata movilización de las redes sociales, solamente estuvo detenida ocho horas, pero su proceso no ha concluido, aunque, afortunadamente, sigue en libertad bajo caución.
Si esto ocurre antes de que entre en vigor la reforma judicial, ésa con la cual nos podrán detener y declarar culpables antes de demostrar nuestra inocencia, ¿qué nos espera en el futuro próximo? Por lo pronto sabemos que existe un amplia campaña de radio y televisión para descalificar toda forma de expresión de protesta de la ciudadanía, con objeto de silenciarnos y quitarnos el derecho a disentir, a expresar pacíficamente nuestro desacuerdo con las políticas públicas.
Las cosas están llegando muy lejos. Ahora no quieren movilizaciones cuando el encargado del Ejecutivo y su partido tienen mucha prisa por privatizar nuestra más importante fuente de ingreso: compartir las utilidades y hacer socios a sus familiares y amigos –paisanos o extranjeros. En vez de limpiar la administración y acceder a la tecnología mundial mediante contratos que permitan mantener el control sobre nuestras ganancias, quieren convencernos de que el deterioro de Pemex no tiene que ver con la negligencia burocrática ni con la destrucción técnica ni con la ilimitada corrupción que ha caracterizado a sus funcionarios y líderes sindicales en las últimas décadas.
Las mujeres estamos siendo tan visibles y activas en la defensa del petróleo porque hemos internalizado nuestra capacidad para decidir al evitar que otros controlen y hagan mal uso de los recursos materiales. Hoy y siempre la independencia económica es la vía para fortalecer la autonomía y garantizar nuestra libertad.
A 100 años del nacimiento de Simon de Beauvoir las mujeres sabemos que la raíz de la desigualdad es la dependencia económica y que la mejor forma de eliminar la opresión es trabajar y defender lo nuestro, en el espacio privado y en el espacio publico, pero de manera pacífica. Nos hicimos mujeres defendiendo lo que nos pertenece, la biografía personal se forjó deteniendo el abuso y tomando decisiones adentro y afuera: en nuestro cuerpo y nuestra casa, en la comunidad, en el trabajo productivo y en el espacio político, hemos aprendido a ser libres sin recurrir a mecanismos violentos.
Las mujeres somos más sensibles al abuso de poder y a la corrupción porque nos costó caro el acceso a los recursos y ya no nos engañan con bonitas palabras. Nos atrae mucho la coherencia y la honestidad, por eso las brigadistas elegimos a Andrés Manuel López Obrador como líder; sabemos que los hombres también pueden ser compañeros, no solamente adversarios.
Hoy es fundamental que todas y todos participemos para conocer a detalle las iniciativas económicas, para exigir transparencia, control y rendición de cuentas. ¡O para tomar las calles! No creemos en promesas masculinas, no tememos expresar nuestro desacuerdo, sabemos mejor que nadie el riesgo que significa perder el control de nuestros recursos. Como dice la canción de Liliana Felipe: “Nos tienen miedo porque no tenemos miedo”.
No todas las mujeres son feministas ni todos los hombres aprecian ese movimiento; sin embargo, hay una construcción histórica de “lo femenino” y una reivindicación feminista que abre un ángulo particular de análisis en las formas actuales de movilización social.
Hoy las mujeres están muy activas en las movilizaciones sociales y están siendo víctimas selectas de las peores formas de represión. ¿Qué decir del asesinato a balazos de las dos jovencitas triques en San Juan Copala? Mataron a las locutoras de la radioemisora La Voz que Rompe el Silencio cuando se dirigían al encuentro estatal por la Defensa de los Pueblos de Oaxaca.
Acabo de regresar de Matías Romero y volví a tomar conciencia de que Oaxaca ejemplifica las peores formas de criminalización y represión de las y los activistas de derechos humanos. Se ha dejado de hablar en los medios de esa situación, como si las condiciones hubieran cambiado y cuando los poderes fácticos que se impusieron –léase gobernador, empresarios y narcos– están silenciando toda organización o intento de resistencia civil.
Trabajando en el Centro de Derechos de las Mujeres mixes, Nääxwiin, quienes apoyan a mujeres víctimas de violencia y a la educación sexual en las telesecundarias, pude saludar a mi amiga Dora Ávila, una de las mentoras de este centro con amplia trayectoria en la defensa de los derechos de las mujeres rurales e indígenas de la región.
El pasado 7 de febrero Dora fue injustamente detenida por agentes de la AFI, después de fabricarle el delito de “ataques a las vías generales de comunicación”, lo cual ocurrió después de una manifestación que interfirió por más de una hora los caminos, y en la cual ni siquiera ella participó. Gracias a la inmediata movilización de las redes sociales, solamente estuvo detenida ocho horas, pero su proceso no ha concluido, aunque, afortunadamente, sigue en libertad bajo caución.
Si esto ocurre antes de que entre en vigor la reforma judicial, ésa con la cual nos podrán detener y declarar culpables antes de demostrar nuestra inocencia, ¿qué nos espera en el futuro próximo? Por lo pronto sabemos que existe un amplia campaña de radio y televisión para descalificar toda forma de expresión de protesta de la ciudadanía, con objeto de silenciarnos y quitarnos el derecho a disentir, a expresar pacíficamente nuestro desacuerdo con las políticas públicas.
Las cosas están llegando muy lejos. Ahora no quieren movilizaciones cuando el encargado del Ejecutivo y su partido tienen mucha prisa por privatizar nuestra más importante fuente de ingreso: compartir las utilidades y hacer socios a sus familiares y amigos –paisanos o extranjeros. En vez de limpiar la administración y acceder a la tecnología mundial mediante contratos que permitan mantener el control sobre nuestras ganancias, quieren convencernos de que el deterioro de Pemex no tiene que ver con la negligencia burocrática ni con la destrucción técnica ni con la ilimitada corrupción que ha caracterizado a sus funcionarios y líderes sindicales en las últimas décadas.
Las mujeres estamos siendo tan visibles y activas en la defensa del petróleo porque hemos internalizado nuestra capacidad para decidir al evitar que otros controlen y hagan mal uso de los recursos materiales. Hoy y siempre la independencia económica es la vía para fortalecer la autonomía y garantizar nuestra libertad.
A 100 años del nacimiento de Simon de Beauvoir las mujeres sabemos que la raíz de la desigualdad es la dependencia económica y que la mejor forma de eliminar la opresión es trabajar y defender lo nuestro, en el espacio privado y en el espacio publico, pero de manera pacífica. Nos hicimos mujeres defendiendo lo que nos pertenece, la biografía personal se forjó deteniendo el abuso y tomando decisiones adentro y afuera: en nuestro cuerpo y nuestra casa, en la comunidad, en el trabajo productivo y en el espacio político, hemos aprendido a ser libres sin recurrir a mecanismos violentos.
Las mujeres somos más sensibles al abuso de poder y a la corrupción porque nos costó caro el acceso a los recursos y ya no nos engañan con bonitas palabras. Nos atrae mucho la coherencia y la honestidad, por eso las brigadistas elegimos a Andrés Manuel López Obrador como líder; sabemos que los hombres también pueden ser compañeros, no solamente adversarios.
Hoy es fundamental que todas y todos participemos para conocer a detalle las iniciativas económicas, para exigir transparencia, control y rendición de cuentas. ¡O para tomar las calles! No creemos en promesas masculinas, no tememos expresar nuestro desacuerdo, sabemos mejor que nadie el riesgo que significa perder el control de nuestros recursos. Como dice la canción de Liliana Felipe: “Nos tienen miedo porque no tenemos miedo”.