Reflexión mínima en torno a la elección interna del PRD y el movimiento social
Por Esto / Ricardo Andrade Jardí
Si bien la izquierda institucionalizada ha perdido desde hace tiempo el trabajo de base y la construcción de ciudadanía como la forma de crear subjetividades de cambio, es decir condiciones subjetivas frente a las condiciones concretas, no deja de ser curioso cómo los diferentes grupúsculos que forman el PRD, partido extraviado por el consenso de Washington, en sus intentos, por parecer una izquierda madura, tal y como lo exige la norma telecrática, una izquierda come mierda, perdida en la falacia de conquistar, algún día, lo que en realidad ha conquistado antes, perdida en su enajenada dependencia del sistema que no sólo no ha sabido defenderla sino que ni siquiera ha querido hacerlo, en los próximos días se decidirá el rumbo que el PRD tomará ante el cúmulo de acontecimientos políticos y sociales y cabe dejar claro que si bien hay muchas izquierdas el rumbo que decida tomar ese partido, no significa un desgajamiento del movimiento social nacido a partir del mega fraude electoral 2006 y cada día más fortalecido ante un impuesto desgobierno que, cada minuto, hace patente que su único interés real es el de rematar México a las grandes corporaciones trasnacionales de la lamentable “Democracia Corporation S.A.” y el mejor ejemplo es de imponer también a un secretario de Gobernación extranjero violando la Constitución Mexicana y el cual hasta ahora no ha hecho otra cosa que intentar ocultar sus transas como subsecretario de energía; transas, sí, a favor de sus familiares empresas, al tiempo que el país se desmorona en una ya inocultable guerra por el poder político y económico del narcotráfico, al parecer el más rentable de los negocios del neoliberalismo y del que todos, absolutamente todos, los actores políticos buscan un beneficio.
Así pues la izquierda institucionalizada o una buena parte de ella, al menos, busca congraciarse con la telecracia, el verdadero poder de facto en el México de la imposición, descalificando toda legítima lucha social que no sea bien vista por el consenso de Washington y difundida por el duopolio televisivo.
Los escenarios posibles que plantea la próxima elección interna del PRD son el de la construcción de un partido que se sume a los millones de voces y acciones que se añaden al rearme ético de nuestra vida cotidiana donde nuevamente los hombres y mujeres valgan por lo que son y no por lo que no tienen, donde la agenda social y política no sea dictada por la mediocridad de los comentaristas de la mediocre telecracia o bien la de ser un partido de “izquierda” al estilo Televisa o, peor aún, si ello es posible, al estilo TVAzteca.
Y mientras tanto el movimiento social debe asegurar la infraestructura humana y logística que le permita, desde una posición crítica, analizar el resultado de la elección interna del PRD sin olvidar que una mayoría de sus legisladores y algunos de los que luchan por la dirección nacional de dicho partido se han sumado a las aberraciones de la Ley Televisa, de la reforma hacendaria, de la reforma judicial y coquetean con la apertura energética a los intereses de Mouriño.
El movimiento social debe seguir cimentando su autonomía de lucha en pos de la construcción de otro México posible, donde las mentiras y los odios se queden al interior de las decadentes instituciones (incluidos los partidos políticos actuales) de un sistema que de plano y siguiendo la norma global ha abandonado para siempre su interés en la igualdad social que es lo mismo que decir que su interés en la mayoría de los mexicanos.
Si bien la izquierda institucionalizada ha perdido desde hace tiempo el trabajo de base y la construcción de ciudadanía como la forma de crear subjetividades de cambio, es decir condiciones subjetivas frente a las condiciones concretas, no deja de ser curioso cómo los diferentes grupúsculos que forman el PRD, partido extraviado por el consenso de Washington, en sus intentos, por parecer una izquierda madura, tal y como lo exige la norma telecrática, una izquierda come mierda, perdida en la falacia de conquistar, algún día, lo que en realidad ha conquistado antes, perdida en su enajenada dependencia del sistema que no sólo no ha sabido defenderla sino que ni siquiera ha querido hacerlo, en los próximos días se decidirá el rumbo que el PRD tomará ante el cúmulo de acontecimientos políticos y sociales y cabe dejar claro que si bien hay muchas izquierdas el rumbo que decida tomar ese partido, no significa un desgajamiento del movimiento social nacido a partir del mega fraude electoral 2006 y cada día más fortalecido ante un impuesto desgobierno que, cada minuto, hace patente que su único interés real es el de rematar México a las grandes corporaciones trasnacionales de la lamentable “Democracia Corporation S.A.” y el mejor ejemplo es de imponer también a un secretario de Gobernación extranjero violando la Constitución Mexicana y el cual hasta ahora no ha hecho otra cosa que intentar ocultar sus transas como subsecretario de energía; transas, sí, a favor de sus familiares empresas, al tiempo que el país se desmorona en una ya inocultable guerra por el poder político y económico del narcotráfico, al parecer el más rentable de los negocios del neoliberalismo y del que todos, absolutamente todos, los actores políticos buscan un beneficio.
Así pues la izquierda institucionalizada o una buena parte de ella, al menos, busca congraciarse con la telecracia, el verdadero poder de facto en el México de la imposición, descalificando toda legítima lucha social que no sea bien vista por el consenso de Washington y difundida por el duopolio televisivo.
Los escenarios posibles que plantea la próxima elección interna del PRD son el de la construcción de un partido que se sume a los millones de voces y acciones que se añaden al rearme ético de nuestra vida cotidiana donde nuevamente los hombres y mujeres valgan por lo que son y no por lo que no tienen, donde la agenda social y política no sea dictada por la mediocridad de los comentaristas de la mediocre telecracia o bien la de ser un partido de “izquierda” al estilo Televisa o, peor aún, si ello es posible, al estilo TVAzteca.
Y mientras tanto el movimiento social debe asegurar la infraestructura humana y logística que le permita, desde una posición crítica, analizar el resultado de la elección interna del PRD sin olvidar que una mayoría de sus legisladores y algunos de los que luchan por la dirección nacional de dicho partido se han sumado a las aberraciones de la Ley Televisa, de la reforma hacendaria, de la reforma judicial y coquetean con la apertura energética a los intereses de Mouriño.
El movimiento social debe seguir cimentando su autonomía de lucha en pos de la construcción de otro México posible, donde las mentiras y los odios se queden al interior de las decadentes instituciones (incluidos los partidos políticos actuales) de un sistema que de plano y siguiendo la norma global ha abandonado para siempre su interés en la igualdad social que es lo mismo que decir que su interés en la mayoría de los mexicanos.