Los chismes del güero y su clon
Conjeturas
Jorge Castañeda Gutman (aunque éste escribe su nombre al estilo gringo, anteponiendo como inicial el apellido materno al paterno), nunca ha escrito algo que valga la pena leer. Se las ha dado de intelectual, siempre "orgánico", porque de una u otra manera ha vivido prendido a la ubre gubernamental. Castañeda es de los que confunde Gobierno con Estado. Le da por publicar sus "sesudos" (y enfadosos) textos, que ni son ensayos ni trabajos periodísticos, con los que pretende "apantallar" a ingenuos.
Es un proestadounidense, no precisamente "de gratis" que se pasa de vivo, pues el "sueño mexicano" le ha redituado la fama efímera de politiquillo.
Hace unos días casi me iba de espaldas, cuando en un texto de Miguel Marín Bosch (La Jornada: 6/XII/07), leí que Jorge Castañeda había sido uno de los dos o tres mejores secretarios de Relaciones Exteriores de México del siglo XX. En primer lugar, no reparé en lo del Siglo XX y me fui con la finta de que se refería al "Güero" foxista, hasta que me enteré de que era a Jorge Castañeda y Álvarez de la Rosa (1921-1997) y quien honró la titularidad de Relaciones Exteriores de 1979 a 1982, después de un inteligente, leal, patriótico y eficaz desempeño diplomático.
En cambio el "güero" Castañeda Gutman deshornó su fugaz y bilioso nombramiento foxista en Relaciones Exteriores, del que desertó porque estaba enloquecido de soberbia. Pues bien, este Castañeda y su comparsa, ex vocero del burro Fox (acabo de ver una escultura, en un inmueble frente al monumento a El Ángel de la Independencia, donde un burro, echado sobre unos libros, simula estar leyendo otro libro y de inmediato lo asocié con Fox) el tal Rubén Valenzuela (metido a periodista) escribieron un mamotreto, obviamente financiado por Fox y por éste revisado y censurado, para... ¡defender a Fox de Fox!
Valenzuela y Castañeda, el orden de los apellidos no altera el resultado: tal para cual, en ese libraco, cuya portada es la radiografía de la mano de Fox con la señal de la V, es decir, de la victoria, no tiene sustancia. Se titula: La diferencia. Y por sus páginas, el ex guerrillero Valenzuela y el ex comunista Castañeda, encuentran que Fox tiene "convicciones democráticas", cuando no tiene ni idea de la democracia y mucho menos convicciones. Y ya cuando de plano no se miden, es al referirse, constantemente, a la entrada de Fox a la historia, como si ésta fuera una cantina, para entrar y salir, como un bravucón ebrio de poder.
No hay nada interesante, salvo uno que otro chisme sin mayor importancia. Un amigo de los dos, amigo mío, me conminó a leer el libro, y la verdad que Luis Martínez (lector con criterio crítico) por amistad a Castañeda y Valenzuela y querer ayudarlos en la venta de ese novelón de chisme, casi me obligó a comprarlo y, lo peor, a leerlo, lo cual ha puesto en crisis mi amistad de toda la vida, con Luis Martínez, al que cuando menos debo reclamarle que me deje con mis lecturas habituales y donde no están los Castañeda.
Jorge Castañeda Gutman (aunque éste escribe su nombre al estilo gringo, anteponiendo como inicial el apellido materno al paterno), nunca ha escrito algo que valga la pena leer. Se las ha dado de intelectual, siempre "orgánico", porque de una u otra manera ha vivido prendido a la ubre gubernamental. Castañeda es de los que confunde Gobierno con Estado. Le da por publicar sus "sesudos" (y enfadosos) textos, que ni son ensayos ni trabajos periodísticos, con los que pretende "apantallar" a ingenuos.
Es un proestadounidense, no precisamente "de gratis" que se pasa de vivo, pues el "sueño mexicano" le ha redituado la fama efímera de politiquillo.
Hace unos días casi me iba de espaldas, cuando en un texto de Miguel Marín Bosch (La Jornada: 6/XII/07), leí que Jorge Castañeda había sido uno de los dos o tres mejores secretarios de Relaciones Exteriores de México del siglo XX. En primer lugar, no reparé en lo del Siglo XX y me fui con la finta de que se refería al "Güero" foxista, hasta que me enteré de que era a Jorge Castañeda y Álvarez de la Rosa (1921-1997) y quien honró la titularidad de Relaciones Exteriores de 1979 a 1982, después de un inteligente, leal, patriótico y eficaz desempeño diplomático.
En cambio el "güero" Castañeda Gutman deshornó su fugaz y bilioso nombramiento foxista en Relaciones Exteriores, del que desertó porque estaba enloquecido de soberbia. Pues bien, este Castañeda y su comparsa, ex vocero del burro Fox (acabo de ver una escultura, en un inmueble frente al monumento a El Ángel de la Independencia, donde un burro, echado sobre unos libros, simula estar leyendo otro libro y de inmediato lo asocié con Fox) el tal Rubén Valenzuela (metido a periodista) escribieron un mamotreto, obviamente financiado por Fox y por éste revisado y censurado, para... ¡defender a Fox de Fox!
Valenzuela y Castañeda, el orden de los apellidos no altera el resultado: tal para cual, en ese libraco, cuya portada es la radiografía de la mano de Fox con la señal de la V, es decir, de la victoria, no tiene sustancia. Se titula: La diferencia. Y por sus páginas, el ex guerrillero Valenzuela y el ex comunista Castañeda, encuentran que Fox tiene "convicciones democráticas", cuando no tiene ni idea de la democracia y mucho menos convicciones. Y ya cuando de plano no se miden, es al referirse, constantemente, a la entrada de Fox a la historia, como si ésta fuera una cantina, para entrar y salir, como un bravucón ebrio de poder.
No hay nada interesante, salvo uno que otro chisme sin mayor importancia. Un amigo de los dos, amigo mío, me conminó a leer el libro, y la verdad que Luis Martínez (lector con criterio crítico) por amistad a Castañeda y Valenzuela y querer ayudarlos en la venta de ese novelón de chisme, casi me obligó a comprarlo y, lo peor, a leerlo, lo cual ha puesto en crisis mi amistad de toda la vida, con Luis Martínez, al que cuando menos debo reclamarle que me deje con mis lecturas habituales y donde no están los Castañeda.