Ahora resulta que el apoyo del Gobierno Legítimo a Tabasco, es OPORTUNISMO, pobre alcohólico pendejete, pelele y usurpador
Adalberto Carvajal
Aunque todo indica que la campaña para culpar a los gobernadores priístas de Tabasco de haber usado en las campañas políticas las partidas presupuestarias para infraestructura hidráulica, fue alentada desde Los Pinos, la presencia de Andrés Manuel López Obrador en su estado natal puso nervioso al gobierno de Felipe Calderón.
Así lo evidenciaron los comentaristas de las estaciones de radio de derecha, como Pablo Hiriart que tiene un nuevo programa en Imagen tan reaccionario como el que conduce en TV Azteca con Jaime Sánchez Susarrey. El ex director del periódico La Crónica, cuya propiedad se atribuye a Carlos Salinas de Gortari, llamó oportunista al Peje e hizo eco de las palabras de Calderón Hinojosa, quien pidió no usufructuar la tragedia.
La administración federal panista hará lo imposible por librarse de los costos políticos de la devastación tabasqueña, a la que ahora debemos sumar el desastre en Chiapas donde un deslave, provocado por las lluvias torrenciales, sepultó a un pueblo entero, cegando un número indeterminado de vidas.
Culpar a los priístas de las obras que no se hicieron es una buena manera de evadir la responsabilidad que tuvieron las autoridades federales de la Conagua y Protección Civil en las labores preventivas. Y decir que López Obrador está lucrando con la desgracia de sus paisanos funciona muy bien como cortina de humo ante el inminente estallido social.
Supone Felipe Calderón que los tabasqueños dirigirán su rabia y desesperación en contra de Roberto Madrazo. Y que el resto de los mexicanos asumiremos que las muestras de inconformidad ciudadana que ya se están viendo en las inundadas calles de Villahermosa, no son sino parte de la agitación promovida por López Obrador.
Al desviar la atención pública hacia los dos líderes políticos más poderosos del sureste, los mismos que le disputaron la Presidencia de la República el año pasado, Calderón Hinojosa busca convencer a la opinión pública que el malestar en Tabasco se debe a la corrupción de los priístas y a la provocación perredista, no al hecho de que las acciones del gobierno panista se han concentrado en impedir los saqueos más que en asegurar el abasto de agua potable y alimentos.
Por supuesto, es criminal que los gobiernos de Roberto Madrazo, Manuel Andrade y Andrés Granier hayan gastado en conservar el poder el dinero los cuantiosos recursos que Pemex aportó a Tabasco para que fueran usados en la construcción de represas, canales y diques. Luego de las inundaciones de 1999, los gobiernos federal y estatal aprobaron un plan de emergencia para la construcción de infraestructura hidráulica que, obviamente, nunca se cumplió.
Como también es innegable que López Obrador fue muy listo al presentarse en Macuspana, uno de los dos municipios tabasqueños gobernados por el PRD y de donde él mismo es oriundo, para encabezar un mitin que tiene el claro propósito de capitalizar políticamente la irritación popular. Y hasta podemos reconocer como una falta de sensibilidad que el gobierno del Distrito Federal haya enviado a Tabasco víveres etiquetados para los ayuntamientos perredistas de la entidad.
Sin embargo, eso no nos debe llevar a negar que se estén tendiendo cortinas de humo para ocultar la reticencia del gobierno federal a anunciar recursos extraordinarios para Tabasco. Antes de eso, Felipe Calderón dijo estar dispuesto a recibir ayuda humanitaria del extranjero pero nada dijo de modificar el esquema de inversión pública.
Y es que el presidente en funciones les tiene más miedo a los gobernadores de los otros 30 estados de la República, amén del jefe de Gobierno capitalino, que a Madrazo y a López Obrador juntos.
Destinar recursos fiscales a la reconstrucción de Tabasco (sobre todo cuando se trata de apoyos a fondo perdido pues la gente quiere recuperar de entrada sus enseres domésticos y no, necesariamente, obtener créditos para la microempresa), tiene como gran inconveniente que despertará la codicia de los otros mexicanos.