QUIERES SABER SI ERES UN CIUDADANO DE PRIMERA O DE SEGUNDA?
César Garizurieta
Querido lector: ¿Es usted de primera o de segunda
La respuesta es sencilla: ¿cuánto dinero tiene
Lo anterior, parece una obviedad; pero he aquí algunas diferencias de las que, quizá, el sufrido destinatario de esta columna no se haya percatado:
En el aspecto de salud: si usted es pobre no tiene derecho a enfermarse; o mejor dicho tiene derecho a enfermarse todo lo que quiera; lo que no podrá será curarse. Aunque la anterior afirmación no es del todo cierta; hay algunas enfermedades, como la gripe, cuyo tratamiento casi es igual para ricos y pobres: una gripe bien cuidada, con sus antiestamínicos, analgésicos y demás yerbas, se cura en siete días; en cambio, una gripe sin tomar medicinas, con sólo descansar ser cura en una semana; lo anterior, siempre y cuando pueda usted descansar, lujo que sólo los ricos se pueden dar (de los pocos millonarios que he conocido en mi vida, ninguno conozco cuyo horario laboral trabaja trascienda a las tres de la tarde). A excepción de la gripe y alguna que otra diarrea que pueda tratarse hasta con hueso de mango, los demás tratamientos son verdaderos lujos. Por ejemplo, si usted no quiere contraer el síndrome de papiloma humano, tendrá que perderle el amor a siete mil pesos, que es el precio de su vacuna. Si usted contrajo SIDA; tendrá que invertirle unos 10 mil pesillos al mes si quiere seguir consumiendo esmog en esta noble y vial ciudad de México. El pretexto de la carestía de los medicamentos es que para desarrollarlos los laboratorios tuvieron que invertir millonadas en investigación; suponiendo sin conceder que así sea (conozco a varios dueños de laboratorios millonarios; pero a ningún bioquímico rico), no podemos imaginar a los altos ejecutivos de la industria farmacéutica calculando cuántas mujeres deberán de morir de cáncer de útero –por no poder pagar- en tanto recuperan su inversión.
En materia de acceso a la justicia, ni hablar; si usted no tiene billete, mejor ni se meta; a lo más que puede aspirar es a una conciliación en la Profeco. Los procesos, por largos, son muy costosos ¡Y qué decir del amparo! Si el sufrido lector de esta columna se toma la molestia de consultar la página de la Suprema Corte de Justicia, notará que los amparos contra leyes los obtienen siempre los ricos: las inmobiliarias ganan los juicios de garantías para no pagar el impuesto predial; las grandes empresas logran la devolución del IVA y del Impuesto sobre la Renta; en cambio, los teporochos perdieron todos los amparos contra el alcoholímetro (la diferencia es que por un amparo contra leyes no se cobra menos de 100 mil pesos; en cambio, los amparos contra el alcoholímetro se daban por tres mil pesos).
Si usted es pobre y tiene una deuda, responderá con todo su patrimonio; en cambio, los ricos se adeudan a través de sus empresas constituidas en sociedades anónimas, así que ellos fijan unilateralmente hasta qué cantidad responderán frente a terceros (a eso se llama capital social); por eso México es un país de empresarios ricos y empresas pobres. Y si es un banco, ni hablar, la ley le da oportunidad hasta de fabricar sus propias pruebas: el artículo 65 de la Ley de Instituciones de Crédito, da presunción de veracidad a los estados de cuenta que los bancos presenten en juicio elaborados por sus contadores (o sea que pueden, unilateralmente, elaborar pruebas en contra de sus deudores).
En fin; por todo lo expuesto se llega a una conclusión ineluctable: es mejor ser rico que pobre...