LA AMANTE DE FOX SE HACE LA VICTIMA
* La ex primera dama llora en público ante la defensa que de ella hizo su marido tras el escándalo por la publicación de fotos del rancho familiar y las reacciones en contra por su riqueza inexplicable
Vicente Ulises Pérez Peñaflor
CELAYA, Gto.– Lo que son las cosas: Hace más de tres décadas una jovencita de 17 años, de nombre Marta Sahagún, anhelaba abrirse paso entre la elite celayense del brazo de Manuel Bribiesca Godoy.
Ahora suelta una lagrimita porque su segundo esposo, Vicente Fox Quesada, se ofreció de pararrayos ante la acusación de enriquecimiento ilícito, a causa de la publicación de fotos del rancho de San Cristóbal por parte de la revista Quién.
Las instalaciones de la Feria de Navidad de Celaya, Guanajuato, fueron engalanadas con la presencia de dos invitados de honor: La ex pareja presidencial, que entregó 200 sillas de ruedas a niños y jóvenes de los municipios de Comonfort, Juventino Rosas, Jaral del Progreso, Villagrán, San Miguel de Allende y Celaya. Este evento fue promovido por las fundaciones Vamos México, Nutrición y Vida, y Corporación Celaya Comunicaciones.
UNA MUJER QUE SONRÍE SIEMPRE
Las familias pudientes de Celaya recuerdan bien a Marta Sahagún como aquella jovencita proveniente de Zamora, llena de candidez y quien nunca se cansaba de sonreír. Entraba a la sociedad celayense de la mano de su esposo, el novel veterinario Manuel Bribiesca Godoy.
La pareja recién casada llegó en 1971, después de contraer nupcias en Zamora, Michoacán, una ciudad tan conservadora como Celaya, pero con mayor orden urbano. Ella de 17 y él de 22 años. Celaya era el lugar perfecto para la nueva empresa familiar: Una veterinaria.
A pesar de su alto grado de selectividad, la pareja no tuvo problemas para insertarse en la sociedad de Celaya: Eran atractivos, blancos, devotos, simpáticos y trabajadores. Además de que provenían de familias pudientes.
Pero el carisma de Marta fue un factor definitivo en este proceso, ya que coinciden que su personalidad les abrió muchas puertas. Era el prototipo de la mujer del Bajío en su tiempo: De su casa, devota cristiana y con vocación altruista. Para la vieja clase social celayense, Marta Sahagún es la misma de siempre aun años después.
Y la semana pasada, en un acto que se presumía iba a ser privado, porque a diferencia de otros que se han convocado y en los que se transportaban a corresponsales extranjeros, en esta ocasión los Fox se reservaron invitar a la prensa.
Tras el escándalo por la publicación de fotos de su modesto rancho en la revista Quién, y las reacciones en su contra por su riqueza inexplicable, el matrimonio no convocó a la prensa al acto en Celaya, aunque finalmente varios reporteros entramos para ser testigos de la escena en que Marta se conmovió ante la defensa que su marido hizo de ella, y soltó lágrimas de felicidad.
Al arribar con 20 minutos de retraso, varios niños los ovacionaron, llamando a Fox “presidente”, mientras el matrimonio saludaba de mano a los más de 300 asistentes, dándoles las gracias por haber ido.
RECIÉN DESEMPACADOS
Recién desempacados de Roma, donde recibieron la bendición del papa Benedicto XVI, el ex mandatario llegó con mezclilla y botas, y su esposa de traje sastre color crema. Vicente aclaró a los presentes que iba de “damo de compañía” de la autodenominada “celayense de corazón”, quien era la invitada especial en su calidad de presidenta de la Fundación Vamos México.
Remontándonos a la historia, en 1971 nadie en Celaya mostraba interés por la política. La pareja Sahagún-Bribiesca llegó a una ciudad apacible, campo fértil para el trabajo, donde en los diarios las notas de ocho planas eran las reuniones de los hombres de negocios o las fiestas de la clase pudiente.
El matrimonio se dejaba retratar con sus hijos durantes los bautizos, fiestas infantiles, bodas, quince años, confirmaciones o fiestas de sociedad. Como muchas mujeres de su edad y posición, Marta solía comprar la ropa en almacenes locales y se involucraba en actividades religiosas. No existía el discreto encanto de la burguesía.
El activismo religioso de Marta Sahagún se apoyó en la figura de Marcial Maciel, líder de la Congregación de los Legionarios de Cristo y personaje que, se dice, es el protector espiritual de Lilián de la Concha, ex esposa de Vicente Fox.
CARNITAS Y MOLE
Al tomar sus lugares en el evento, el ex mandatario mantuvo una charla con el presidente de Corporación Celaya Comunicaciones, José Bernal Vázquez, quien fue captado en el pasado con Manuel Bribiesca Sahagún, hijo mayor de la ex primera dama.
Intercambiaron números telefónicos con Fox, Héctor González González, ex líder del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Martín Rico Jiménez y el constructor Julián Malo Guevara, y quedaron de hacer una comida con carnitas y mole.
El presidente del patronato de la Feria de Navidad, Alberto Pérez Quiroga, invitó a la pareja a conocer el recinto después de la ceremonia, pero se excusaron explicando que tenían otro compromiso y que sería para otra ocasión.
Al acto acudieron autoridades de distintos municipios de la región y de salud. Sin embargo, el gran ausente fue el alcalde de Celaya, Gerardo Hernández Gutiérrez, quien ni siquiera envió a un representante.
Se dice en fuentes del Gobierno municipal que el temor a tomarse la foto con el ex mandatario fue el motivo por el que no asistió. La mayoría de los panistas ha preferido no estar presente en eventos con el ex Presidente incómodo para evitar darles elementos a sus enemigos políticos de cara a 2009.
LA REAL POLITIK
En los 70, Marta dividía su vida entre sus hijos, sus encomiendas religiosas y la empresa de su marido, cada vez más exitosa. Organización Farmacéutica Veterinaria, S. A. de C. V. (Ofavesa) se convirtió en el gran centro comercial de artículos para animales. Las utilidades consintieron: La compra de una casa en el fraccionamiento Alameda, donde el matrimonio vivió hasta su separación, en 1998.
En las oficinas de Ofavesa, ubicadas en el centro de Celaya, estableció su centro de trabajo en 1994, cuando contendió para la alcaldía. Para esas fechas agrandaba su capital político como pocos lo habían hecho.
El panismo celayense sufrió el desagravio del fraude electoral desde 1985. Después de la modorra política, por primera vez los ricos salieron de sus casas y acudían a mítines. Cientos de personas solicitarían su afiliación al PAN. En ese grupo de nuevos miembros se encontraban Marta y Manuel, quienes en poco tiempo emergieron como líderes políticos en la región.
Marta Sahagún convocaba a reuniones partidistas en su casa. Una de las asiduas asistentes era Saluca Gallego, tía del ahora presidente Felipe Calderón Hinojosa. Ese grupo diseñó un programa para penetrar en las clases populares del municipio. Ahí fue donde aprendió la real politik.
EL PARARRAYOS
Al hablar, Marta Sahagún se refirió a las críticas recibidas en los últimos días, tras aparecer en la revista Quién, que publicó fotos del rancho de San Cristóbal.
“Este compromiso sólido que nos hace fortalecernos desde lo más profundo de nuestro ser (la entrega de sillas de ruedas), que nos hace dar la sonrisa y seguir adelante con la frente en alto y la conciencia tranquila, aun cuando los vendavales están duros”, retó Marta.
“Gracias a Vicente, quien siempre me ha ayudado, hemos sido aliados en nuestro proyecto de vida desde hace muchos años con este compromiso sólido para los que menos tienen, con este compromiso sólido que nos hace fortalecernos desde lo más profundo de nuestro ser, que nos hace dar la sonrisa y seguir adelante con la frente en alto y con la conciencia tranquila, aun cuando los vendavales están duros, lo que nos hace redoblar nuestros esfuerzos porque estos niños y niñas valen la pena”, exclamó.
En su discurso, Vicente Fox estaba tranquilo y de vez en vez miraba el reloj. Los presentes pensamos que estaba de-sesperado por irse del evento. Pero en realidad estaba desesperado por hablar.
Al tomar el micrófono y sin discurso preparado, el ex mandatario volteó a ver a su esposa, le guiñó el ojo y habló:
“Yo quisiera convertirme en un pararrayos, lo digo con absoluta seriedad; quisiera que a mí me toquen todas las calumnias, que me toquen todas las mentiras, todas las tonterías que se dicen todos los días en contra de uno, en contra de Marta, en contra mía, y pido más de eso; si con eso yo logro atemperar para uno solo de estos chiquillos o de estas mamás a veces su tristeza, a veces su dolor”, subrayó.
UN DESTINO MÁS RENTABLE
Carlos Aranda fue elegido en 1991 como candidato por la alcaldía de Celaya. Él formó parte del equipo encabezado por Vicente Fox, candidato a gobernador. Manuel Bribiesca, quien en 1988 obtuvo una regiduría, también formaba parte del grupo y pretendía ser diputado federal, igual que su padre, en Michoacán, seis años atrás. De los tres, Aranda fue el único que se le reconoció el triunfo.
Invitó a Marta Sahagún a encargarse del departamento de ayuda a grupos vulnerables en el sistema municipal DIF. Pero para su ambición y liderazgo era poco para ella.
Pocas semanas después, el presidente estatal del PAN de aquel entonces y hoy gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva Ramírez, la llamó para ofrecerle la Secretaría de Promoción Política de la Mujer. Oliva fue su padrino político y la dejó en la plataforma que necesitaba para despegar.
Tres años después, Marta logró la nominación como candidata panista a la alcaldía de Celaya, pero los tiempos políticos le señalaron que la sociedad no estaba preparada para una alcaldesa.
Emprendió la primera campaña de medios que se recuerde en el estado. Pero el marketing político no fue suficiente para convencer al elector. Tenía un destino más rentable.
UNA LÁGRIMA, UN RECUERDO
Al escuchar esas palabras de Vicente, todos fijamos la mirada en la esposa para anotar su reacción: Una lágrima resbaló por su mejilla derecha, para luego limpiarla con sus manos. Miró fijamente a su esposo y discretamente le envió un beso.
Fox volvió a guiñarle el ojo y, más seguro, continuó: “Y pido más de eso; si con eso logro atemperar para uno solo de estos chiquillos o a sus mamás a veces su tristeza o su dolor. No sé cuántos días más nos dé el Señor de arriba, pero cada uno de esos días, minutos y segundos vamos a seguir trabajando en cosas buenas, para gente buena que se lo merece.
“Me voy muy motivado a seguir trabajando, con más fuerzas para seguir trabajando, para seguir consiguiendo dinero, para hacer más de estas obras, para seguir donando el dinero que obtenemos Marta y yo para la fundación”, remató el ex gobernador de Guanajuato.
ERAN COMPLEMENTO
Bribiesca era el querido y respetado por los medios de comunicación, la clase popular y el medio rural. Su esposa era amada por la clase pudiente. Nadie pensaba en Marta sin Manuel, y viceversa.
Vicente Fox la había conocido en 1991, cuando Manuel buscó la diputación, y Fox la gubernatura. Desde entonces las reuniones de trabajo del candidato a gobernador se efectuaban en casa de los Bribiesca. Así que el llamado en 1995 para que fuera coordinadora regional de su segunda campaña no sorprendió a nadie. Marta se entregó por completo a su nueva misión.
Fox ganó. Pensaron los panistas que Marta Sahagún tomaría las riendas del DIF estatal, pero Vicente le ofreció la Dirección de Comunicación Social, un cargo desconocido para ella.
Durante el primer año los medios fueron implacables, se la comieron viva. Sin embargo, esa actitud que le abrió todas las puertas que tocó, venció la resistencia de los periodistas.
Marta leía y tomaba cuanto curso se impartía. Consumía todo tipo de libros para instruirse y conocer más.
Como cualquier mujer militante del PAN, Marta Sahagún quedó encantada por Vicente Fox. Pero no pensaron que pasaría algo entre ellos.
El tiempo enseñó que se veía venir algo. Ella creció y creció. En el Bajío, los hombres todavía no soportan la idea de que la mujer participe en la política. Eso pasó en el matrimonio Bribiesca-Sahagún.
Las mujeres suelen pedir permiso a sus maridos, pero en el caso de Marta Sahagún ella pidió permiso para crecer y crecer más. Y se fue a Los Pinos.
“TENGO MI CORAZONCITO”
El aplauso de los asistentes no esperó y ovacionaron al ex mandatario. Marta lo recibió con un beso y abrazo. Le dijo “gracias”.
Se tomaron cientos de fotos con los asistentes, y al ser abordados por los medios, Marta aceptó que se le salió una lagrimita. “Tengo mi corazoncito”, comentó tímidamente. Fox afirmó que no tiene nada qué ocultar, y que “digan lo que digan” el seguirá trabajando.
“Me voy muy motivado a seguir trabajando, con más fuerzas, para seguir consiguiendo dinero, para hacer más de estas obras, para seguir donando el dinero que obtenemos Marta y yo para la fundación”, señaló.
No permitieron más preguntas y caminaron rumbo al helicóptero que –presuntamente– envió el empresario constructor e hijastro de Vicente Fox, Manuel Bribiesca Sahagún.
Durante el evento, Manuel Bribiesca Godoy departía como todas las mañanas con sus amigos en el Sanborns de la avenida Adolfo López Mateos, cavilando la posibilidad de contender, de nuevo, por la alcaldía de Celaya.