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Quehacer Político
El ex presidente Fox está atrapado por su propia lengua.
Durante el desafuero contra Andrés Manuel López Obrador no se cansó de repetir que antes que nada estaba el estado de derecho, como si éste realmente existiera en México.
Repitió hasta el cansancio que somos un país de instituciones poderosas, en vez de transformarlas como había sido su promesa de campaña.
Dijo una y otra vez que nadie estaba por encima de la ley, como si en verdad en nuestro país los políticos respetaran la ley.
Habló de un peligro para México, sin darse cuenta de que el verdadero, al cual él supuestamente iba a erradicar, es la impunidad.
Hoy el ex Presidente habla de una persecución política en su contra. Si hubiera hecho la chamba que nos prometió a todos que realizaría, sería imposible que eso pasara, porque esas eran prácticas del pasado. La realidad le está demostrando lo que la mayoría ya sabíamos: Los cambios fueron muy menores respecto a las expectativas.
Las mafias siguen intocables, la impunidad sigue siendo el estado de derecho y la corrupción del sexenio pasado fue igual o más que en las épocas del PRI. Es duro, pero es la verdad.
Si las instituciones fueran como él defendió que eran, no tendría que estar preocupado, no se mezclaría la justicia con la política. Fox sabe en el fondo que no es así; la verdad es otra.
La impunidad sigue gobernando por encima de la ley y de los ciudadanos. Esa es la verdad que le está estallando en la cara al ex Presidente. Esa es la verdad que los ciudadanos sabemos. Esa es la verdad que le escondieron sus principales asesores, por cobardía. O por complicidad.
Lo peor de todo es el desánimo ciudadano, que una vez más corrobora que el sistema político ya no tiene más fuerza para sobrevivir.
Porque por encima del viejo sistema ya existe una conciencia ciudadana. Esa conciencia es la que tiene exhibido al ex Presidente. Es un poder en sí mismo. Conciencia ganada a través de la resistencia. Esa conciencia de la cual Fox se desentendió a partir del primer año de su Gobierno. Cuando lo desconectaron de su corazón. Y lo atraparon las garras del sistema que él pretendía colapsar. Ironías de la vida, el colapso se está dando ahora, pero por su propio peso.
Gobernar con y para la ciudadanía, es el reto del presidente Felipe Calderón.
Los ciudadanos no nos equivocamos: El corazón es el Gobierno de México, y se está manifestando.
Restaurar el reino del amor es la misión.
El ex presidente Fox está atrapado por su propia lengua.
Durante el desafuero contra Andrés Manuel López Obrador no se cansó de repetir que antes que nada estaba el estado de derecho, como si éste realmente existiera en México.
Repitió hasta el cansancio que somos un país de instituciones poderosas, en vez de transformarlas como había sido su promesa de campaña.
Dijo una y otra vez que nadie estaba por encima de la ley, como si en verdad en nuestro país los políticos respetaran la ley.
Habló de un peligro para México, sin darse cuenta de que el verdadero, al cual él supuestamente iba a erradicar, es la impunidad.
Hoy el ex Presidente habla de una persecución política en su contra. Si hubiera hecho la chamba que nos prometió a todos que realizaría, sería imposible que eso pasara, porque esas eran prácticas del pasado. La realidad le está demostrando lo que la mayoría ya sabíamos: Los cambios fueron muy menores respecto a las expectativas.
Las mafias siguen intocables, la impunidad sigue siendo el estado de derecho y la corrupción del sexenio pasado fue igual o más que en las épocas del PRI. Es duro, pero es la verdad.
Si las instituciones fueran como él defendió que eran, no tendría que estar preocupado, no se mezclaría la justicia con la política. Fox sabe en el fondo que no es así; la verdad es otra.
La impunidad sigue gobernando por encima de la ley y de los ciudadanos. Esa es la verdad que le está estallando en la cara al ex Presidente. Esa es la verdad que los ciudadanos sabemos. Esa es la verdad que le escondieron sus principales asesores, por cobardía. O por complicidad.
Lo peor de todo es el desánimo ciudadano, que una vez más corrobora que el sistema político ya no tiene más fuerza para sobrevivir.
Porque por encima del viejo sistema ya existe una conciencia ciudadana. Esa conciencia es la que tiene exhibido al ex Presidente. Es un poder en sí mismo. Conciencia ganada a través de la resistencia. Esa conciencia de la cual Fox se desentendió a partir del primer año de su Gobierno. Cuando lo desconectaron de su corazón. Y lo atraparon las garras del sistema que él pretendía colapsar. Ironías de la vida, el colapso se está dando ahora, pero por su propio peso.
Gobernar con y para la ciudadanía, es el reto del presidente Felipe Calderón.
Los ciudadanos no nos equivocamos: El corazón es el Gobierno de México, y se está manifestando.
Restaurar el reino del amor es la misión.